CAPÍTULO XXI

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Ayer sentí la música. En realidad no fue exactamente eso, no sentí emociones al oír una melodía como pasaba antes, en ese sentido mi oído (¿o mi corazón?) sigue tan duro como en los últimos días. Lo que pasó, y al menos quizás es un avance, es que recordé, y por un momento creí entender, una vieja letra de rock. Iba como todas las tardes con mi traje de Pantera Rosa, repartiendo volantes entre la gente que pasaba, caminando sin apuro por la calle. Creo que estaba pensando en mi hermano, mi madre y los líos de mi familia. De repente una mujer cargando bolsas de supermercado llamó mi atención. Tendría unos cincuenta años, el calor la hacía exhalar largos suspiros y en su frente brillaban gotas de sudor. El pelo corto teñido de rubio, los brazos gruesos, la mirada cansada, las manos llenas de anillos. No había en ella nada llamativo, sin embargo, no podía dejar de mirarla e imaginar su vida. ¿Para quién era todas esas compras? ¿Habría un marido esperándola en su casa? ¿Sus hijos estarían en ese mismo momento en el colegio? ¿Tendría cuentas que pagar en alguna mesa de luz? ¿Dormiría bien? ¿Sentiría miedos,angustias? ¿Se vería bonita? ¿Se creería fea? ¿Estaría aburrida? ¿Sería feliz? Tantas preguntas posibles detrás de esos ojos cansados. Luego vi a un hombre de unos cuarenta años saliendo de un edificio, de traje y portafolio, mirando todo el tiempo hacia los costados. ¿En qué pensaría? Miro el reloj y se pasó la mano por la cabeza ¿Estaría apurada? ¿Atrasado? ¿Conforme con lo que hace? ¿Sería eso lo que soñaba cuando era chico? ¿Qué sueña ahora por las noches? ¿Tendría amigos? Más tarde a una joven, linda, arreglada, con el pelo recogido , hablando por un celular mientras no dejaba de mascar chicle. ¿Estaría enamorada? ¿Lo habría estado alguna vez? ¿Sería una buena persona? ¿Se aburriría las tardes de domingo? Y a un policía, parado en la esquina, mirando pasar las nubes. ¿En qué pensara un policía? ¿Con qué sueña? ¿Con atrapar ladrones? ¿Tendría hijos? ¿Les comparara muchos juguetes? ¿Habrá una esposa que duerme intranquila por las noches esperándolo? Miraba. A cada persona, y todas cargaban un sinfín de historias, de momentos y horas vividas, de sueños no cumplidos, de remordimientos y tristezas, de amores y odios, y de atardeceres, abrazos, trompadas, corridas, sustos, gritos, lágrimas, canciones, enfermedades, caricias, juegos. Tanta gente, tantas historias, tanta vida. Entonces me acorde de un tema de Luis Alberto Spinetta llamado "Todos estos años de gente", tema diez del disco La la la, el que grabaron juntos Spinetta y Fito Páez. Un tema melancólico y de pulso lento, que no me gusta ni más no menos que otros, y que ni siquiera es de los que mejor conozco, pero esa frase, " todos estos años de gente", me pareció en ese momento tan cierta, tan verdadera, tan real, con todas esa personas que pasaban junto a mí, todas llevando cientos, miles, millones de problemas, frustraciones y sentimientos. Y todos los que estuvieron antes y los que vendrán después. Tanta gente. Y se me hizo pesado. Se me hizo pesada la humanidad. Tanta gente y yo también. Tantas historias y la mía también. Tanto dolor y el mío también. Y sentí todo sobré mis espaldas. Todo. Cada hombre, cada mujer, cada niño. Se me tomo como un huracán de ojos que lloraban, bocas que sonreían, manos que temblaban, miradas ilusionadas, todas cayendo sobre mi. Un estallido de sentimientos, demasiados sentimientos. Demasiados. No puedo asimilarlos. Por un instante entendí, viví en carne propia, lo que la frase "todos estos años de gente" quería decir. Lo entendí de una forma que las palabras no llegan a explicar. 

Y luego me desmayé.

En la Línea RectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora