Hoy, la vida sigue, como dice todo el mundo.
Hay que levantarse otra vez, ir a clase, volver a casa y pensar en gilipolleces como los exámenes, que están a la vuelta de la esquina. Solo nos queda «esperar, rezar y confiar», y un montón de patrañas que no paran de contarnos.
La vida sigue, pero eso es mentira, porque Naomi puso el tiempo en pausa la noche que desapareció. Pasan los días y los meses, las estaciones y todas esas mierdas, pero nada más. En realidad no pasa nada. Es como si lleváramos ocho semanas aguantando la respiración.
Hay una cosa que han dejado de decir: ya no repiten que volverá a casa cuando esté preparada. Y veo a Ashira, su hermana mayor, en el instituto, cabizbaja e impenetrable, como si no quisiera que nadie se le acercara. Y a sus padres dando vueltas por el supermercado, mirando cosas sin verlas. Aunque es Nai la que ha desaparecido, son ellos los que parecen ausentes.
Sí, es verdad que de vez en cuando le daba por fugarse para que todos fueran detrás de ella, lo hacía porque durante un tiempo pensaba que esa clase de psicodramas la ayudarían. Pero ya había pasado mucho de eso, y ya no era como antes. Ella no querría angustiar a sus padres así, ni que Ash estuviera siempre ansiosa, a la espera de malas noticias. Nai es complicada, pero quiere a su familia, y el sentimiento es recíproco. Es como una especie de faro que nos atrae a todos, como mariposillas embelesadas por las llamas. En su familia sí que se preocupan los unos por los otros.
Naomi jamás les haría eso, y a nosotros tampoco.
Pero nadie hace caso, ni la policía, ni tan siquiera su madre, porque es más fácil pensar que Nai es un zorrón sin sentimientos.
Por eso, a veces me gustaría que encontraran su cadáver de una vez.
Así de gilipollas soy. De vez en cuando desearía que estuviera muerta solo para saberlo.
Pero nada. No lo han encontrado. Y la vida sigue.
Lo que significa que hoy le hacemos una prueba a un bajista para sustituir a Naomi.
Durante un tiempo, parecía que íbamos a separarnos. El resto de Mirror, Mirror (Leo, Rose y yo) quedamos un día para ensayar y empezamos a preguntarnos si no sería mejor dejarlo, y hasta coincidimos en que era lo que habría hecho ella. Pero luego nos quedamos los tres plantados, sin movernos, sin recoger, y supimos sin que hiciera falta decirlo que no podíamos renunciar al grupo. Separarnos significaría dejar atrás lo mejor que teníamos en nuestras vidas, y sería como olvidarla a ella para siempre.
Naomi fundó el grupo, o al menos fue la que lo transformó de una mierda de ejercicio de clase en algo real, importante incluso. Gracias a ella los demás encontramos una vocación, porque a ella se le daba genial tocar. Era una bajista estupenda, pero la hostia de buena: todo el mundo flipaba al oírla tocar. Además, sabía componer unas canciones alucinantes. A mí no se me da del todo mal, y cuando tocaba con ella sonábamos de cine, pero Nai tiene algo, esa cualidad especial de coger un tema plomizo y gris y volverlo único y brillante. Antes de Mirror, Mirror, no sabía que tuviera ese superpoder, pero ahora sí, porque se lo dijimos. Y cuanto más se lo repetíamos, mejor tocaba. Cuando tienes un superpoder así, no tienes por qué huir...
El día que estuvimos a punto de separarnos, vino a la sala de ensayo el señor Smith, nuestro profe de música. Fue durante las vacaciones de verano, y prácticamente teníamos el instituto para nosotros gracias a él. Nos había dado permiso, y se pasó las vacaciones sentado leyendo el periódico mientras discutíamos y tocábamos. Pero esa vez entró y esperó a que dejáramos de hablar y lo mirásemos, y entonces me di cuenta de lo cambiado que estaba. El señor Smith es una de esas personas arrolladoras, pero no solo porque sea alto y esté fuerte, como si hiciera pesas y tal. También es por su personalidad; le gusta la vida, le gustamos nosotros, sus alumnos, y eso no es muy común. Con él te dan ganas de hacer cosas, te anima a aprender, y todo se debe a esa energía que no suele verse a menudo en los adultos. Es como si todo le importara de verdad.
Sin embargo, ese día parecía desalentado, como si su carácter y las buenas vibraciones que siempre transmitía se hubieran evaporado. Resultaba aterrador verlo así, porque siempre se mostraba muy entero. Además, me conmovió de un modo que no puedo explicar; hizo que me cayera aún mejor. Significaba mucho que se preocupara tanto por la desaparición de Nai, que le importara de verdad. Aparte de su familia y de nosotros, parecía ser una de las pocas personas que se preocupaban por ella.
Y no sé qué les pareció a los demás, pero cuando lo vi ese día, quise ayudarlo tanto como sabía que él quería ayudarnos a nosotros.
— ¿En serio estáis pensando en separaros? —preguntó.
Nos miramos, y durante un segundo nos sentimos como antes de ser amigos, raros y solos, y la idea de volver atrás nos pareció espeluznante.
—Ya no es lo mismo sin ella —le argumenté.
Él se pasó una mano por el pelo, levantando sus mechones rubios.
—Os entiendo. Pero os arrepentiréis si os separáis ahora, os lo aseguro. Estoy muy orgulloso de los cuatro..., bueno, de los tres, y de todo lo que hacéis juntos. No quiero que lo perdáis, ni por vosotros, ni por Nai. Ahora mismo no podéis hacer mucho por ella, pero sí que deberíais conseguir que nadie la olvide hasta que vuelva. Para que no dejen de buscarla. Se me ha ocurrido una idea. Podemos organizar un concierto en el instituto con el que recaudar fondos para ayudar a su familia a seguir con la búsqueda, para que su nombre le siga sonando a la gente. Hacer que todo el mundo nos mire, bueno, a vosotros, y vea cuánto nos importa Naomi. Eso es lo que pretendo, chicos, pero no puedo hacerlo sin vosotros. ¿Os apuntáis? Y sí, por supuesto que le dijimos que nos apuntábamos.
Era lo único que se nos ocurría.
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Mirror mirror
Teen FictionLa vida no es perfecta para Red, Leo, Rose y Naomi, pero la música los une, y el futuro de su banda Mirror, Mirror es prometedor. Hasta que Naomi desaparece. Tras encontrar a Naomi inconsciente en un río, la policía baraja la posibilidad del intento...