—Pues que da grima —le digo. Leo sale de la tienda y nos adelanta; un tintineo de botellas se oye en su bolsa de plástico.
—Venga, vámonos —dice, así que lo seguimos, dejando atrás el tema de Maz Harrison. O, por lo menos, eso espero.
Leo y Rose se pasan la botella de vodka mientras el río va cambiando de color, del gris al rosa hasta volverse casi púrpura, y el sol acaba sepultado tras el horizonte encrespado de la ciudad.
No hablamos. Leo mira el agua a la par que bebe, sin pausa y sin placer, como si fuera una tarea que debiera cumplir. Rose se está escribiendo con alguien, no sé con quién, pero veo que le tiembla la comisura del labio con una sonrisa cada vez que aparece una notificación en su pantalla de inicio, y su expresión se suaviza. Hay un chico al otro lado, lo que no es nada nuevo, uno más en una larga lista de bobalicones al que habrá dejado antes de que acabe la semana. Me pregunto si será Maz y espero que no. Lo único de lo que puede presumir es de su coche, y poco más.
—¿Vamos al parque? —pregunta Leo mientras abre la segunda botella.
—¿Y Seren? —dice Rose sin venir a cuento. Seren es una chica de ojos azules, piernas largas y voz de pito que siempre parece que acaba de tragar helio—. Le gustas mucho.
—¿Qué pasa con ella? —Leo mira a Rose.
—Sería una buena novia, Leo —responde ella como si fuera evidente y lleváramos un rato hablando del tema—. Venga ya, eres el tío más bueno del insti, pero no tienes novia, ¿cómo es eso? No irás a decirme que esos músculos son solo para ti.
No sé por qué Rose ha decidido hacerle esto a Leo en este momento, pero de todas las chicas que podrían bromear con Leo acerca de una relación seria, Rose es la última que él querría que lo hiciera. Él acepta el reto, y los ojos de ella relampaguean.
—¿Por qué quedarse con una, cuando puedes tenerlas a todas? —le contesta a la vez que cuadra los hombros y saca pecho—. Las novias son un coñazo, Rose. Lo único que quieren es controlarte y decirte lo que tienes que hacer y decir... No necesito una novia, pudiendo pillar cacho y seguir mi camino.
Rose se echa a reír mientras entramos al parque, ya oscuro y vacío.
—Claro, porque tú eres un conquistador, ¿verdad? —Rose se monta en el tiovivo y se pone a dar vueltas—. Muy bien, ¿quién fue la última a la que te tiraste? De todas las tías que se han abierto de piernas por ti, ¿cuál ha sido la última?
—No pienso decírtelo —le replica Leo.
—Porque no puedes. —Rose sonríe de oreja a oreja al girar a nuestro lado—. Porque eres virgen.
Lanzo un suspiro. Qué difícil es entender a esta chica, que se dedica a provocar y a torturar a alguien que la quiere tanto. Una persona de la que hablaba con tanto amor y respeto un rato antes.
—Vete a la mierda, claro que he follado.
Rose vuelve a girar ante nosotros otra vez.
—Leo, Leo, no pasa nada. No tienes por qué avergonzarte de ser virgen, ¿verdad, Red? Red también lo es. Podríais formar un club. También podríais enrollaros, hacéis muy buena pareja. La pareja más rara y mariquita de la historia, pero no sé, pegáis muy bien.
Me encojo de hombros. Nada de lo que pueda decirme me molesta, y además es cierto y no merece la pena negarlo. No tengo pinta de haber tenido experiencias sexuales de ningún tipo, porque no las he tenido.
—¿Y a ti qué más te da? —le dice Leo—. ¿Qué te importa?
Rose se detiene en el tiovivo y lo mira durante mucho rato. Leo le devuelve la mirada, clavando los ojos en ella como si fuera a besarla o algo así. Sé que su amistad podría convertirse en otra cosa en cualquier momento, algo de lo que no formaré parte. Siento que se me revuelven las tripas, me duele, y tengo que hacer algo.
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Mirror mirror
Teen FictionLa vida no es perfecta para Red, Leo, Rose y Naomi, pero la música los une, y el futuro de su banda Mirror, Mirror es prometedor. Hasta que Naomi desaparece. Tras encontrar a Naomi inconsciente en un río, la policía baraja la posibilidad del intento...