Capítulo 3

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-¿Me lo vas a contar o tengo que averiguarlo por mi cuenta?

-No hay nada que contar -Fisher sigue preparando un petate con algo de ropa porque ha decidido irse con Harper y Cornell. Sé que me lo había comentado ayer de camino a casa del jefe, pero algo me dice hay mucho más detrás, que sus ganas de ver a la señora Cornell.  

-¿Ni siquiera después del numerito de ayer? -jamás lo había visto de ese modo.

-Me dejé llevar por las ganas de venganza -se encoge de hombros.

El mal humor que nos regaló no es propio de él, ni aún queriendo ganar a Archer al fútbol. Le van más las bromas, incluso un poco crueles a veces, que los gritos y los enfados. Y desde luego, menos aún lo que irse dando portazos cuando, hasta el jefe le reclamó por su extraña actitud belicosa. Esa es la prueba definitiva de que le pasa algo grave.

-Fisher -insisto-, que nos conocemos. ¿Qué pasa?

-No me pasa nada, joder -grita-. Dejadme todos en paz de una puta vez.

-Está bien, está bien -levanto mis manos, dándome por vencido, y retrocedo mientras hablo-. Lo que tú digas, hombre. No pienso discutir contigo por esto.

Salgo de su cuarto y me voy a la sala. Enciendo la tele, no porque quiera ver algo en ella, sino porque no sé qué más hacer, salvo regresar con él y quitárselo a golpes. Cambio de canal una y otra vez, sin siquiera ver lo que sale en cada uno. Es solo una forma de pasar el tiempo para tranquilizar los nervios.

-Perdona -se sienta a mi lado minutos después-. Siento haberme puesto en ese plan.

-Tranquilo. Todos tenemos días malos -lo disculpo-. Nos tienes tan acostumbrados a tu buen humor permanente, que cuando actúas diferente, resulta desconcertante.

-Es solo que... -vacila-. Nada.

-Vamos, Fisher, que soy yo -lo animo-. Puedes confiar en mí. Lo que sea, podemos solucionarlo entre los dos. O entre todos, si fuese necesario.

-Estoy perdiendo a mi Joy Joy -confiesa apresuradamente.

-¿Lo de ayer ha sido por el novio de Joy? -me cuesta creerlo. Sé que se llevan genial y que hay mucha complicidad entre ellos, pero no pensé que pudiese afectarle tanto que a ella le guste alguien. Bueno, es algo que tenía que suceder algún día, Joy ya no es una niña.

-Ese puto tipo es finlandés, DK -protesta.

-No me jodas -rio- ¿En serio que ha sido por eso?

-Ríete cuanto quieras -se queja-, pero cuando lleven un tiempo juntos y se quiera ir a vivir con él, ya me dirás si no tengo razón.

-¿Crees que el jefe va a dejar que Joy se quede en Finlandia? No lo vi muy contento con la idea de que su hija tenga un novio en la otra punta del mundo, así que dudo que eso dure mucho.

-Joy es más terca que una mula. Si le prohíbe estar con él, no lo dejará nunca, aunque ya no lo quiera a su lado.

-De todas formas -niego-, ¿qué más te da a ti eso? Ya sé que sois muy amigos, pero, joder, Joy ya es mayorcita para decidir con quién estar y con quién no. Debe hacer su vida según ella...

A medida que hablo, mi cabeza le va dando vueltas al asunto, y lo que termino imaginando me deja sin palabras y con la boca abierta. No puede ser eso. No...

-No... me... jodas -lo miro fijamente y me elude-. Mierda, Suicida, no es necesario que hagas honor a tu apodo a todas horas. ¿Sabes lo que pasaría si se entera el jefe de que te gusta su hija?

-¿Crees que no lo he pensado? -se pasa la mano por el cabello-. Pero he intentado olvidarme de ella mil veces y no soy capaz. Joder, aún no ha cumplido los diecisiete. ¿Por qué coño tengo que sentir todo esto por ella? Es una puta mierda.

Sam (Saga SEAL 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora