-Ya no sé por dónde seguir buscando -se queja, estirando los músculos de su cuerpo en un movimiento sensual que retiene mi mirada más tiempo del debido.
-Yo tampoco -digo, regresando mis ojos a la pantalla, dispuesto a seguir indagando, a pesar de mi respuesta-. Creo que repasaré lo que ya tenemos, por si se nos ha escapado algo.
-De acuerdo -mueve su cuello y sus hombros, antes de levantarse-. Necesito café. ¿Quieres?
-Gracias -asiento. No me vendrá mal un poco de cafeína.
Aprovecho que ha desaparecido en la cocina para estirarme también yo. Seguimos en la casa de Sam y ya casi amanece. Ninguno de los dos pretendía darse por vencido después de lo que hemos descubierto sobre el hombre que retiene a Sam, pero todo son callejones sin salida. Ya solo nos queda ir a casa de Jack Barton o a la última residencia conocida de Osmond Raines, pero dudo que encontremos nada en ninguna de ellas. Compruebo mi reloj por enésima vez y veo que todavía faltan horas para que los muchachos lleguen a Virginia. No haré nada hasta tenerlos aquí porque Raines no parece un hombre fiable y no arriesgaré la vida de Sam o de su hermana por nada.
-¿Con leche o solo? -escucho su grito desde la cocina.
-Solo -le indico en el mismo tono- y con dos terrones de azúcar, por favor.
-Oído cocina -sonrío al escuchar su respuesta. Unos minutos después aparece con dos tazas humeantes que huelen a gloria-. Su café está listo, caballero.
-Muchas gracias, bella dama -le sigo el juego y me sonríe de vuelta. Después se sienta a mi lado y remueve su café con mirada ausente.
-¿Crees que estará bien? -pregunta, de repente.
-Creo que es lo suficientemente listo como para estarlo -no quiero darle esperanzas, pero tampoco me resigno a perderlas. Necesito que Sam esté bien de una manera bastante egoísta, pero también porque él solo es una víctima del momento. Debería estar disfrutando de la vida y de su recién conseguido trabajo, no estar atrapado con un delincuente buscado en todo el país.
-Quería ser reportero -me dice, sin mirarme todavía-. Siempre espiaba a la gente en busca de alguna noticia suculenta, como decía él, pero lo único que conseguía era meterse en líos porque la gente se enfadaba al verlo. Mi padre lo castigaba duramente si se enteraba, así que la mayoría de las veces lo encubría, aunque eso solo fomentase sus ganas de seguir haciéndolo. Luego, cuando pude ocuparme de él y vio lo difícil que era para mí mantenernos a los dos, empezó a sentar la cabeza y quiso imitarme en todo. Yo era feliz al ver que se estaba convirtiendo en un hombre de provecho, aunque siempre le quedó ese toque granuja y aventurero, que lo metía en problemas de vez en cuando. Pero no es mal chico, no se merece lo que le está pasando.
-Lo rescataremos -pongo mi mano sobre la suya para animarla y se queda mirando hacia ella, como si en ese agarre estuviese la esperanza que necesita con tantas ganas.
Su teléfono suena de repente y libera su mano para ir a buscarlo a su bolso. Yo me centro en el café y en la pantalla de mi ordenador para darle privacidad, aunque no puedo evitar escuchar su conversación, dicha en susurros, igualmente.
-Wayne, ahora no es buen momento, te llamo después... Sí, estoy bien, pero... Sam no aparece, así que me quedaré aquí un tiempo... Basta. No sé cuándo volveré y... Pues tendrás que ocuparte tú de todo hasta mi regreso... Ya sé que tenemos la presentación la semana que viene, no hace falta que me lo recuerdes... También sé que es muy importante, pero mi hermano lo es más para mí. Siento que... Ya lo sé, Wayne. El departamento necesita ese dinero, soy muy consciente de ello y te juro que intentaré volver a tiempo, pero no puedo irme sin saber que Sam está bien. Esto no es tan sencillo como crees... Ahora no puedo explicártelo, pero prometo hacerlo en cuanto esté un poco más centrada, ¿de acuerdo?... Sé que estás nervioso, Wayne, no tienes que disculparte. Te conozco y no te lo tengo en cuenta. No te preocupes... Te llamaré en cuanto pueda, te lo prometo... Tengo la presentación aquí y está prácticamente lista. Te envío ahora todos los datos que vas a necesitar, por si no llegase yo a tiempo, y si tienes alguna duda al revisarlo, me llamas. No hay problema... Gracias, mi amor. Eso espero... Yo también te quiero.
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Sam (Saga SEAL 5)
AksiyonKeaton Kipling, DK para los amigos, es uno de los mejores informáticos del país. En su tiempo libre se dedica a perfeccionar su destreza y nunca lo considera como parte de su trabajo, sino como un pasatiempo. Es su mayor pasión. Pero cuando la CIA l...