Sam (Saga SEAL 5)

Capítulo 12

Aunque tengo ganas de encontrar al doctor Gardner del que me habló Sam en su mensaje, es preciso que regrese a casa primero, así que me pago un billete en el primer vuelo disponible. Los muchachos se quedarán hasta mañana con Cornell, pero el tiempo corre en mi contra y no puedo hacer lo mismo, aunque me encantaría. Suerte que todos lo han entendido y me han dicho que los mantenga informados. Saben que voy por mi cuenta y me ayudarán cuando los avise de que ha llegado el momento de rescatar a Sam. Eso, si lo encuentro antes de que sea demasiado tarde.

Al llegar a casa, estoy agotado, pero ni siquiera me acuesto. Empiezo a investigar sobre el doctor y me encuentro con que hay muchas clases de doctores, no solo aquellos que curan a la gente. Los hay que tienen un doctorado en infinitud de carreras y al parecer, el doctor S. Gardner que busco, es uno de ellos. Uno de las dos decenas de S. Gardner que he encontrado en la zona de Virginia. No quiero ni pensar en los que habrá en todo el país. Y mientras me preparo para acotar la búsqueda de los posibles candidatos, me doy cuenta de que no tengo ni idea de cómo hacerlo. Apenas conozco a Sam, salvo que es muy bueno en informática.

-Bien -estiro mis dedos, preparándome para lo que se viene-. Es hora de saber un poco más de ti, Sam Gardner. Porque imagino que ese es tu apellido. Eso espero porque si no, estaría muy jodido.

Empiezo por la UVA, solo porque el profesor asesinado trabajaba allí, y sonrío cuando una hora más tarde, encuentro el expediente de Sam entre sus recién graduados. Me ha costado porque lo he estado buscando entre los alumnos del profesor Barton, cuando resulta que acaba de ser contratado como su asistente y que nunca le ha dado clases. Menuda mierda de trabajo que ha elegido: secuestrado en su primera semana, obligado a intervenir una de las redes de seguridad más importantes del país, ver cómo ejecutan a su jefe... Pero lo peor es que todavía sigue en manos de esos hombres, que no dudarán en hacerle lo mismo que al otro si descubren que los archivos no tienen ningún valor, y el único que parece poder encontrarlo es el doctor S. Gardner.

-O doctora -digo en alto, al ver que se trata de una mujer. La hermana de Sam, más concretamente-. Ahora entiendo tu pasión por la informática, Sam. Tienes al mejor ejemplo en casa.

Su hermana, que al parecer se hizo cargo de él cuando apenas alcanzó la mayoría de edad, tiene un doctorado en Informática, Summa Cum Laude, ni más ni menos. Y ahora está trabajando en la Universidad de Massachusetts Amherst, investigando sobre la Inteligencia Artificial. Cuanto más leo de ella, más fascinante me parece. Sin duda, es una mujer de diez.

-Concéntrate. Busca cómo contactarla -me digo, cuando comprendo que me he estado yendo por las ramas, solo para saber un poco más de ella. Encuentro una dirección, a la que no tengo tiempo de acudir, y un teléfono, que pertenece a la Universidad-. Tendrá que servir.

Compruebo la hora y rezo para que sea de las que madrugan y ya esté en la Universidad. No sé el tiempo que tardará en descifrar el código con que Sam ha cifrado el mensaje y no disponemos de mucho para perder. Aunque algo me dice que será rápido. ¿Tal vez algún cifrado que se inventaron cuando eran pequeños? Yo hice algo parecido, aunque no tenía a nadie con quien compartirlo, porque ninguno de mis amigos sentía la misma pasión que yo por los ordenadores, si no era para jugar a videojuegos.

-Departamento de Ingeniería de la Universidad de Massachussett, habla Wayne Norton, ¿en qué puedo servirle?

-Buenos días -no iba a tener tanta suerte como para que ella contestase al teléfono-, quisiera hablar con la doctora Gardner.

-Lo lamento, pero la doctora Gardner no está en este momento.

-¿Cuándo podría hablar con ella?

-Ha salido de viaje y no sé cuándo volverá.