-¿Cuándo podremos irnos? -Cassamdra mira al exterior por la ventana de la cabaña, mientras pregunta.
-¿Dos días y ya te has cansado de mí? -sonrío, porque sé que no se trata de eso. También yo estoy deseando salir de aquí. Estuvo bien pasar estos días con ella y los hemos aprovechado bien, para conocernos, pero tengo ganas de volver a la civilización. Y de enseñarle a Cassamdra mi mundo, ahora que sé que se quiere quedar conmigo.
-Sabes que no lo digo por eso -me mira un momento y me devuelve la sonrisa.
-En un par de días más podremos marcharnos -le prometo-. Tus papeles estarán en regla y ya no habrá peligro.
Al final ha decidido conservar su nombre, pero ha tenido que cambiarse el apellido porque podría relacionarla con sus padres, y por ende, con Osmond. La CIA todavía estará sobre ellos porque hay más gente implicada y quieren encontrarlos a todos, así que era demasiado arriesgado conservar cualquiera de ellos. Sé que le ha resultado difícil, pues es lo único que tiene de ellos, pero su seguridad es más importante que un apellido. Y el que ha elegido tampoco está mal. Es una mezcla de ambos, así que en cierto modo, todavía tiene parte de ambos.
-Cassamdra Harrison -digo en voz alta, sin pretenderlo.
-Suena bien, ¿verdad? -se gira hacia mí y se apoya en el alféizar de la ventana. Me lo tomo como una invitación para acercarme.
-Suena de maravilla -la rodeo por la cintura y mis labios rozan los suyos-. Pero Sam Harrison suena todavía mejor, ¿no crees?
-Me gusta cómo se escucha en tus labios -sonríe y profundizo el beso. Dudo que alguna vez pueda cansarme de su sabor; sin embargo, detengo el beso abruptamente- ¿Qué pasa? ¿Ya no te gustan mis...?
-Shhhh -la hago callar, poniendo un dedo sobre sus labios-. He oído algo.
-¿Qué...? -aprieto el dedo para que no siga y niego, mirándola a los ojos.
-Escóndete bajo la cama -le susurro-. Voy a investigar.
-No puedes ir solo -me responde en el mismo tono, tirando de mi brazo cuando pretendo alejarme-. No puedes...
-Escóndete -le pido de nuevo, una vez me libero de su agarre. Busco un arma en la bolsa donde está mi ropa. Sé que mis compañeros la han metido ahí por precaución, a petición mía, y compruebo que está cargada antes de mirar hacia Sam, que sigue inmóvil donde la dejé-. Ve, por favor.
Reacciona y me obedece, aunque sé que no le gusta la idea de que salga fuera yo solo. Lo que no sabe es que así tengo más posibilidades de éxito porque no necesitaré mirar sobre mi hombro a cada momento para asegurarme de que ella está bien. Sabiéndola segura en la cabaña, podré concentrarme en el ruido que he escuchado hace un segundo. Puede que no sea nada, pero algunos de los hombres de Osmond han logrado escapar y no está de más ser precavidos.
Recorro los alrededores en silencio y procurando no hacer ruido al pisar. Uso los árboles para ocultarme a la vista y busco señales de que haya habido alguien cerca recientemente: pisadas, ramas rotas, tierra removida, piedras fuera de su lugar... cualquier detalle cuenta cuando estás rastreando. Incluso un pájaro que sale volando sin motivo, como acaba de pasar. Me muevo hacia el origen, esperando encontrar más pruebas de que no me lo he inventado, pero cuando ya casi he llegado, escucho el chirriar de la puerta de la cabaña.
-Mierda -sujeto el arma delante de mí y corro hacia allí, esperando que haya sido Sam y no otra persona, pero preparado para lo peor. Estaba tan cómodo con ella aquí, que he descuidado la vigilancia. Si le pasase algo por mi culpa, no podría perdonármelo jamás.
-Después de todos estos años -al mirar por la ventana, me encuentro con el cabrón que pretendía matarme para vengar la muerte del tal Darrell, apuntando directamente a la cabeza de Sam-, espiarte ha servido de algo, Eme. ¿No crees?
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Sam (Saga SEAL 5)
ActionKeaton Kipling, DK para los amigos, es uno de los mejores informáticos del país. En su tiempo libre se dedica a perfeccionar su destreza y nunca lo considera como parte de su trabajo, sino como un pasatiempo. Es su mayor pasión. Pero cuando la CIA l...