Capítulo 9

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Un par de horas después, viendo que soy incapaz de dormir, comienzo a hacerle unas cuantas modificaciones al dispositivo que he creado. Es solo un pequeño archivo que haré que se envíe de forma automática en cuanto este cacharro se apague, sea por el motivo que sea. Está claro que Osmond no se ha creído que no tuve nada que ver con lo del teléfono de Melvin, así que es mejor tener un plan alternativo, por si me pasase algo. Tal vez solo dar los nombres de nuestros secuestradores no sirva de mucho, pero si es cierto que el profesor Barton ha estado relacionado con ellos en algún momento de su vida, puede que con eso sea suficiente para que averigüen quienes son. No quiero que se vayan de rositas si deciden deshacerse de nosotros. Y me temo que eso es muy probable si descubren lo que DK y yo nos proponemos.

-Mierda -abro y cierro mis manos porque están temblando. Aguanto unos segundos con los puños apretados y al final las estiro cuanto puedo, hasta que duelen. Parece que funciona, así que sigo con el código. Es algo muy sencillo que inventé un día con mi hermana a modo de juego entre nosotros, uno de los primeros programas que me ayudó a hacer. Si hoy soy informático, es por ella.

La alarma de mi reloj suena poco después y me preparo para el show. Me quedan menos de veinte minutos para prepararlo todo y que DK pueda localizarnos. Espero que le haya dado tiempo a crear los archivos señuelo y que sean tan indescifrables que puedan venir a por nosotros antes de que descubran el engaño. Yo no habría podido hacerlo en solo unas pocas horas. Cuando todo esto acabe, si salgo de aquí con vida, me gustaría pasar aunque fuese un día con él para aprender algunos de sus trucos. Es una pasada.

-¿Ya te has cansado de dormir? -Darrel me mira de arriba a abajo de forma despectiva. Sé que no soy gran cosa a su lado, pero me repatea que me lo haga saber cada vez que sus ojos se posan sobre mí. Me cree menos que nada-. No debías estar tan cansado como decías.

-Quiero hablar con Osmond -no caigo en su juego-. Es importante.

-Está ocupado -ni siquiera se separa de la pared donde está apoyado.

-Bueno -me cruzo de brazos-, entonces esperaremos a que venga. Cuando le diga que ya sé cómo conseguir los archivos que quiere y me pregunté por qué no lo avisé antes, le daré tu nombre para que sepa quién me lo impidió y veremos quien se lleva la bronca del jefe. Yo no tengo prisa, pero él...

-Melvin -lo llama a gritos, sin dejar de mirarme-, ve a por el jefe.

Aunque ha cedido, no me da la satisfacción de moverse e ir él. Aún así, yo lo siento como un triunfo igualmente; incluso sabiendo que se lo cobrará si tiene la oportunidad de hacerlo. Pero ahora lo importante es empezar con mi parte del plan o esa venganza será antes de lo que me gustaría.

-¿Así que sabes cómo conseguir los archivos? -Osmond no tarda en aparecer, seguido del profesor Barton, que me mira como asustado al oírlo- ¿Y por qué has esperado hasta ahora para decírmelo?

-Porque se me acaba de ocurrir -intento sonar relajado, pero no sé si lo consigo-. Supongo que saber que mi vida es el precio de fracasar, me ha agudizado el ingenio.

-Supongo -repite él, sin quitarme los ojos de encima. Luego obliga a mi jefe a sentarse a mi lado, por si puede ayudarme- ¿Cuánto tardarás?

-No mucho -no me arriesgo a ser tan concreto, por si algo saliese mal-, espero.

-Bien -asiente, antes de dejarnos solos-, adelante.

Se acerca a sus hombres y veo cómo susurran entre ellos, pero intento concentrarme en lo que tengo por delante. No me sobra el tiempo, precisamente. El profesor Barton me mira de vez en cuando. Sé que quiere decirme algo, pero no puedo explicarle lo que ocurre, así que tendré que dejar que crea que haré lo que quieren. Lo entenderá todo cuando nos rescaten.

Sam (Saga SEAL 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora