Después de clases me dirigí a regañadientes al estacionamiento, donde un sonriente Niall se encontraba apoyado en su coche, esperándome.
—Hola preciosa—Me guiño el ojo coquetamente y abrió la puerta para mí.
—Hola Niall—Me subí a su coche, si Harry estuviese aquí lo habría abofeteado por esa.
Subió a mi lado.
—Así pues, Ángel, tengo que pasar por la tienda de camino a casa—Puso el coche en marcha y salimos del estacionamiento.
—Genial—murmuré. Decidí mirar por la ventana e ignorarle; seguía molesta con él por toda la cosa de "diez minutos más" de esta mañana.
Se detuvo en el estacionamiento de la tienda unos minutos más tarde.
—Vamos, Ángel—dijo saliendo. Me senté ahí y crucé mis brazos sobre el pecho, rehusándome a bajar. Caminó alrededor del coche y abrió la puerta por mí— Vamos, Ángel— repitió, sosteniendo su mano para mí.
—No se necesitan dos para entrar, Niall. Esperaré aquí—respondí. Metió sus manos en el coche y me recogió con facilidad, arrojándome por encima del hombro, riendo. Dio un puntapié a la puerta para cerrarla y comenzó a caminar hacia la tienda.
—Ponme malditamente abajo, ¡imbécil!— grité, golpeándolo en la espalda.
Él sólo reía de mis escasos intentos de bajar, y siguió caminando. Una vez en la tienda, finalmente me puso en mis pies. Miré alrededor, avergonzada para comprobar si alguien vio eso, pero parecía que no. Alargó la mano y metió algunos mechones de pelo suelto detrás de la oreja, sus dedos demorándose en mi mejilla.
Golpeé su mano fuera de mi cara y lo miré enfadada.
—¡Eso fue tan vergonzoso!—siseé.
—¿Cuál es el problema? A la mayoría de chicas les encantaría que les hiciese eso— replicó, encogiéndose de hombros y yendo hacia las revistas.
Pisoteé con el pie, luego me ruboricé porque había pisoteado como un niño pequeño; por suerte, Niall no miraba. Agarró una revista de deportes y una barrita de chocolate y se dirigió al mostrador a pagar.
Estaba feliz hojeando la TeenVogue cuando dos chicos se acercaron a mí. Me puse tensa.
—Bueno, hola aquí—Uno de ellos, ronroneó. Asentí con la cabeza en reconocimiento y puse la revista de vuelta, alejándome con rapidez en busca de Niall.
—Hey, ¿A dónde vas?— preguntó el otro, cogiendo mi mano.
Mi corazón empezó ha acelerarse mientras miraba alrededor, frenéticamente.
—Estoy buscando a mi novio—le mentí, tratando de sonar segura.
—¿Novio? No veo ningún novio—dijo el otro, burlándose de mí— ¿Qué tal si vamos a alguna parte y nos conocemos mejor?— ofreció el chico que estaba sujetando mi mano, tirándome hacia él lentamente.
Me sentí enferma. Oh Dios, Niall, ¡ayúdame! Sé que soy patética, pero odio los enfrentamientos y que la gente me toque, especialmente gente que no conozco.
—Hey, Ángel—dijo Niall, arrojando su brazo alrededor de mi hombro y mirando a los dos chicos, que de inmediato soltaron mi mano y dieron un paso atrás. Me acerqué al lado de Niall y me presioné contra él con tanta fuerza que dolía— Espero que no estuvieran molestando a mi chica—dijo casualmente, pero podía oír el enfado en su tono de voz. Niall siempre ha sido protector conmigo; una vez un chico que empujó en un charco cuando tenía siete, y Niall fue directamente a la casa del muchacho y le dio un puñetazo en la cara.
—De ninguna manera, hombre. Estábamos hablando, eso es todo— El chico mintió, levantando las manos inocentemente.
—Está bien. Vamos entonces, Ángel, nos vamos a casa—dijo Niall, guiándome hacia la puerta. Una vez fuera, se giró para mirarme. —¿Estás bien?—preguntó, revisándome preocupado. Está bien, mi corazón se detuvo de tratar de salir del pecho tan pronto como oí su voz.
Asentí y le sonreí gratamente.
—Gracias—murmuré. Abrió la puerta del coche y esperó a que subiese antes de rodearlo hacia su lado. Una vez dentro arrojó algo en mi regazo, miré hacia abajo a la barrita de mi chocolate favorito. No pude evitar sonreír. —Gracias, Niall— Él siempre hacía cosas dulces como comprarme golosinas, era una lástima que fuese un gigoló idiota, de lo contrario sería probablemente un buen chico.
Cuando llegué a casa, fui directamente a trabajar en la lasaña para cenar. Niall se cernía detrás mí alrededor de la cocina, haciéndome sentir violada mientras miraba mi cuerpo.
—Por el amor de Dios, Niall, ¡mis ojos están aquí!—dije airadamente, señalándome la cara.
Se rió.
—Wow, estás verdaderamente de mal humor conmigo hoy, ¿eh?—bromeó, sonriendo.
—Si, lo estoy. No puedo creerme lo de esta mañana. No me gustan las prisas; me he visto y sentido como una mierda todo el día—dije con acritud.
—Creo que te has visto caliente todo el día—respondió, encogiéndose de hombros.
—Ugh, ¿puedes dejar de hablarme? No estoy de humor—Tiré la comida en el horno y me puse a preparar un poco de ensalada.
—Bien, lo que sea— Se encogió de hombros otra vez y vino a mi lado, ayudándome a preparar la ensalada. Estaba tan cerca de mí que podía sentir el calor que irradiaba de su cuerpo al mío, era extrañamente calmante.
—Voy a ir a hacer los deberes. La lasaña estará hecha en una hora y media; imagino que te quedas a cenar—dije. No era una pregunta, sabía que lo haría. No estoy segura de que Harry le pidiese que se quedara conmigo cuando él estaba fuera, pero Niall siempre lo hacía de todos modos.
—Seguro, viendo cómo me lo preguntas tan educadamente—Sonrió.
—No estaba preguntando—gruñi sarcásticamente mientras me giraba para alejarme.
Me agarró de la mano y se acercó a mí, estaba tan cerca que mi pecho tocaba el suyo, podía sentir su aliento soplando en mi cara.
—Ángel, lo siento por lo de esta mañana. Lo hago. Por favor deja de ser toda una perra conmigo, no te pega—dijo en voz baja.
Respiré hondo y suspiré.
—Está bien, si, lo siento también—admití, tratando de apartar la mirada de sus hermosos ojos que se sentía como si estuvieran viendo mi alma.
—Así que, ¿estoy perdonado?—preguntó, sonriendo.
Me gustaba este Niall, él que me cuidaba, él que era diferente cuando estábamos por nuestra cuenta. Me puso su adorable carita de cachorro a la que no podía decir que no, y asentí a mi voluntad de odiarlo desmoronarse.
Me reí y puse los ojos en blanco.
—Lo que sea. Voy a ir a hacer los deberes antes de cenar—Me empujé fuera de su retención y me alejé rápidamente.
Después de cenar en silencio, terminé mi tarea. Sólo eran las ocho y media así que Niall decidió poner una película. Puso Destino Final, y nos sentamos en el sofá a verla. Me sentí un poco incómoda por alguna razón que no podía entender. Estaba sentada aquí como siempre, pero algo se sentía diferente.
Ninguno de los dos se movió hasta que la peli terminó. Ahogué un bostezo.
—Creo que me voy a la cama, Niall, estoy muy cansada—murmuré, levantándome y estirándome como un gato. Cuando lo miré de nuevo, me di cuenta de que me estaba observando atentamente. Me aclaré la garganta ya que todavía seguía mirándome fijamente con una extraña expresión en su cara.
—Oh, bien, sí, está bien. Voy directo a casa entonces, estaré de vuelta en media hora—dijo, poniéndose de pie para salir.
Lo seguí y cerré la puerta detrás de él, un poco desconcertada. ¿Por qué era todo tan tenso y extraño entre nosotros esta noche?
Me cambié rápidamente a una camiseta sin mangas y pantalones cortos, me lavé los dientes, y me metí en la cama. Esta estaba fría y era demasiado grande, al igual que cada noche. Después de unos veinte minutos o así, escuché a mi ventana deslizarse y cerrarse de nuevo. Ropas cayeron al suelo y luego la cama se hundió detrás de mí.
—Hey, ¿estás dormida?—susurró Niall.