—¿Lo hizo ya? —pregunté, sorprendida. ¡Woow, ni siquiera lo sentí!
El médico y Niall sonrieron. —Sí, todo hecho. Ah, el poder de distracción —reflexionó el médico, sonriendo abiertamente. Sonreí a Niall, tendría que llevarlo en cada pinchazo que alguna vez tuviera a partir de ahora.
—Está bien, así que la enfermera estará haciendo puntos en tu cabeza en pocos minutos. Probablemente estarás aquí durante dos o tres horas —dijo, dirigiéndose a la cortina.
Asentí. —¿Puede quedarse mi novio conmigo? —le pregunté esperanzadoramente mientras me aferraba a la mano de Niall. No quería estar en este lugar estéril por mi cuenta.
—Claro, eso está bien. Sólo uno de los visitantes, sin embargo, porque podría haber una multitud preguntando por ti, por tu vuelta a casa —sugirió, riendo entre dientes mientras se iba y dejaba caer la cortina.
Multitud, ¿Qué es eso? Miré a Niall, él sonrió. —Todos vinieron. Yo, literalmente, tuve que empujar a Harry cuando dijeron que sólo una persona podía viajar contigo —dijo, viéndose un poco culpable de ello.
Me sonrió y le apreté la mano. —Bueno, me alegra de despertar contigo en lugar de Harry. Así que gracias. —
Inclinó la cabeza y me besó ligeramente. —También me alegro. —Suspiró—. Será mejor que vaya y les diga que estás muy bien, y que deben ir a casa —dijo, poniéndose de pie.
—Igual date prisa, ¿de acuerdo? —le pedí, dándole mi cara de mendicidad.
Sonrió. —Voy a ser tan rápido como sea posible —prometió, besándome en la frente y saliendo rápidamente. Cerré los ojos y escuché el ruido en la sala y esperé a que regresara.
Niall estuvo de vuelta en cinco minutos con un sándwich pre-empacado y una bebida.
—Oye, no sé si tienes permitido uno de estos, todavía, por lo que tendrás que esperar hasta que la enfermera venga a ponerte los puntos. No me perdí eso, ¿verdad? —preguntó preocupado.
—No, no te lo perdiste. —Sonreí a cuán pensativo era todo el tiempo. Se sentó en la sillita y me tomó de la mano. La enfermera entró unos minutos más tarde y cosió mi cabeza, al parecer necesitaba seis puntos de sutura. Hice que Niall me distrajera todo el tiempo, realmente era el mejor analgésico conocido por el hombre. Tal vez debería tratar de embotellarlo de alguna manera, y luego venderlo. ¡Sería rica!
Finalmente, después de una hora y media, el médico regresó. —Hola, tengo los resultaos de los análisis de sangre y parece que no fue la falta de alimentos lo que te hizo perder el conocimiento —dijo, mirándome con seriedad.
Niall se puso tenso a mi lado, apretando mi mano, inclinándose tan adelante en su silla que no me sorprendería que se cayera de un momento a otro.
—Ok, así que, ¿qué era? —le pregunté con curiosidad. No podía ser nada malo.
Sólo tenía dieciséis años, por amor de Dios, no fumaba, no bebía mucho, no tenía exceso de peso, hago ejercicio físico con regularidad. Quiero decir, no debería enfermar, ¿o sí?
—Estás embarazada —afirmó.
Me eché a reír. Maldita sea, eso fue divertido, casi me tuvo allí. Negué con la cabeza, sin dejar de reír.
—En serio, ¿qué es? —
Miró de mí a Niall. —Estás embarazada —repitió.
Dejé de reír inmediatamente. No podía estar embarazada. No, esto era un error.
—No puede ser, estoy tomando la píldora. La he tomado todos los días, no me perdí ni una sola. Las tomo exactamente a las ocho de la mañana —protesté, sacudiendo mi cabeza, tenía que ser otra cosa. Miré a Niall, que estaba mirando al doctor, con la boca abierta.
—Bueno, ¿cuándo fue tu último período? —preguntó el doctor.
Miré a Ashton de nuevo. —Hace dos semanas. Estoy tomando la píldora desde que tenía que dejarla por una semana, así que definitivamente hace dos semanas. Estoy por tener la siguiente consulta después de la próxima —le dije de manera positiva.
—¿Y, tu período, cómo era? ¿Tan pesado como lo normal? —preguntó él médico, garabateando en su libreta de nuevo.
¿Tan pesado como lo normal? Pensé en ello. En realidad, era muy ligero, pero eso era porque estaba tomando la píldora, Jane dijo que hacía sus periodos más ligeros.
—Era ligero pero sin duda lo tuve, hace dos semanas. No puedo estar embarazada—le dije con severidad
—A veces, puedes tener periodos ligeros a través del embarazo. Se llama manchado. ¿Cuánto tiempo has estado tomando la píldora? —preguntó con curiosidad.
—Seis semanas —le contesté, en voz baja.
Esto no podía ser cierto. Por favor, díganme que esto es una especie de inmenso error, o incluso uno de esos programas de cámara oculta y la gente saltará y gritará “caíste” en cualquier momento.
—Y cuando empezaste a tomarla, ¿la tomaste el primer día de tu periodo? — preguntó.
Negué con la cabeza.
—Fue un par de semanas después de mi periodo. ¿Qué diferencia hace eso? — cuestioné, empezando a ponerme nerviosa.
—Bien, bien, cuando empezaste a tomar la píldora necesitabas comenzar el primer día de tu periodo y luego se haría efectiva de inmediato. Si la tomas dentro de cinco días, será efectiva después de dos semanas, pero si comienzas cualquier otro día, entonces necesitas usar tu segundo paquete antes de que haga efecto — explicó en voz baja.
Así que eso significa que ni siquiera empezó a funcionar hasta hace dos semanas cuando comencé mi segundo paquete y ¡había estado teniendo relaciones sexuales sin protección todo el tiempo! Niall seguía mirándolo fijamente. No había dicho nada en absoluto, ni siquiera estaba segura de que estuviera respirando. Estaba sentado tan quieto que era como una estatua.
—Voy a traer una máquina portátil de ultrasonido y echaremos un vistazo, ¿sí? — sugirió el doctor, sonriendo amablemente mientras desaparecía por la cortina.
—¿Niall? —susurré. Estaba sinceramente asustándome, nunca había visto a nadie estar tan quieto en mi vida, no era natural. Él no respondió. El doctor volvió y observé cómo esparcía un poco de gel en mi estómago y apretaba lo que parecía un pequeño micrófono en mi estómago, rodando a su alrededor.
Oh, mierda, por favor, que esto sea un error. Se detuvo, sosteniéndolo todavía, y asintió. —Sí, definitivamente embarazada. Diría que tenemos uno de los grandes aquí, estás a punto de las cuatro, quizá cinco semanas. ¿Quieres ver? —ofreció, sosteniendo el pequeño micrófono hacia mí.
—No —me negué, empujándolo lejos rápidamente.
No quería ver, porque entonces no sería capaz de hacer lo que necesitaba hacer. No podía tener un bebé, éramos demasiado jóvenes, arruinaría todo. Apenas habíamos empezado a salir; no era mucho. Niall se iría a la universidad pronto, no podíamos tener un bebé. No arruinaría los sueños de Niall, él siempre había querido jugar al hockey y no le quitaría eso. No podía mirar la terminal tampoco, no podía ver al bebé allí porque necesitaba estar fuerte.
—¿No quieres ver? —preguntó el doctor, viéndose confundido.
Negué. —No, quiero un aborto —dije con severidad.
Niall se movió. Oh, gracias a Dios, ¡por fin! —¿Un aborto? ¿Qué? ¿Por qué?! —exclamó, sorprendido.
Lo miré, me estaba mirando, horrorizado, como si acabara de sugerirle un sello o algo así.
—Debido a que hay que hacerlo —le dije, mirando a otro lado en vez de a su intensa mirara. Me volví hacia el doctor—. ¿Puedo hacerlo hoy? ¿Qué debo hacer?—le pregunté con nerviosismo.