Me desperté sobresaltada. Estaba llorando, llorando tan fuerte que apenas podía respirar. Me limpiré la cara con las manos temblorosas, mientras miraba el reloj; eran casi las cuatro y media de la mañana. Me acerqué a abrazar a Niall, pero él no estaba ahí, estaba en su propia casa. ¡Oh Dios, lo necesito! Agarré mi celular y me escapé de la habitación a la sala de estar.
¿Estás despierto? Le mandé un mensaje. Esperando que si estaba dormido, no lo escuchara, no quería despertarlo si realmente había logrado dormir esta noche-
Casi de inmediato, mi teléfono sonó.
—Ángel, ¿Estás bien?—me preguntó en cuanto respondí. Seguía llorando, no pude frenar mi respiración, mis manos estaban temblando violentamente.
—No—gruñi.
—Voy para allá. ¿Puedo ir por el frente?—lo escuché deslizar su ventana abriéndola y el viento que soplaba por el teléfono.
—Si—lloré. Fui a la puerta principal y la abrí, esperando parada ahí por él. Estuve ahí sólo por unos segundos antes de que él corriera dando vuelta en la esquina y me agarrara en un abrazo, levantándome cuando entró a la casa. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y me agarré fuerte alrededor de su cuello. El inmediatamente apretó los labios en mi cuello, respirando hacia abajo por mi espalda y hombros hasta que mi cuerpo se relajó. Nos trasladó a la sala de estar y se sentó en el borde del sofá, todavía abrazándome con su boca en mi cuello. Cuando me calmé me retiré para poder mirar su cara de preocupación.
—¿Fantasmas?—preguntó, viéndose un poco esperanzado. Negué con la cabeza y su cara cayó, se veía tan triste pero rápidamente se convirtio en enojo, estaba tan enfadado que parecía que una vena de su frente iba a estallar. Sólo lo abracé de nuevo sin hablar; él sabía que había soñado con mi padre, no tenía necesidad de preguntar. —¿Quieres hablar de ello?—preguntó un par de minutos más tarde, acariciando mi espalda, con dulzura.
—No.—Mi voz de tanto llorar. Asintió y siguió frotando mi espalda. —¿Te desperté, Niall?—pregunté, de repente sintiéndome culpable por haberlo hecho venir todo el camino hasta acá a las cuatro y media de la mañana.
—No, Ángel. No podía dormir.—dijo en voz baja.
Me reí. —¿El beso no sirvió, entonces?—bromeé, sintiéndome mejor ahora que estaba acá.
—No, sabía que tendría el efecto contrario.—respondió, sonriendo.
Le sonreí con tristeza.
—¿Quieres quedarte conmigo por un rato? Podría poner la alarma de mi teléfono. Podríamos dormir en el sofá.—sugerí. Él sonrió y nos acostó lado a lado; agarré mi celular y fui a través de la pantalla del menú hasta que llegué a la función de alarma.—¿A qué hora la fijo?—le pregunto, mordiéndome el labio, preguntándome a que hora se levantaría Harry, probablemente no antes de la diez en domingo.
—¿Qué hay de las siete y media?—sugirió, tirando de mí hacia él. Programé la alarma y puse el teléfono en el piso al que podía llegar fácilmente. Él dobló su pierna sobre la mía y envolvió sus brazos fuertemente a mi alrededor, nuestras narices casi se tocaban.
Sonreí y le di un ligero beso.
—Buenas noches, Nialler—cerré los ojos y suspiré con satisfacción, sintiéndome a salvo y segura en sus brazos.
—Buenas noches, mi hermosa novia.—susurró, besando mi nariz. Le sonreí a lo dulce que era, y caí en un sueño sin sueños dentro de minutos.