Niall me llevaba a mis prácticas de baile todos los sábados, con resaca o no. Sus dos condiciones eran que yo comprara su almuerzo, y no le dijera a mi hermano. Las cuales
estaban muy bien conmigo. Harry sabía que yo bailaba, pero nunca me había visto hacerlo, tenía la sensación de que no le gustaría mucho si lo hacía. Niall y Justin se llevaban muy bien, lo que en realidad me sorprendió al principio, porque yo no hubiera pensado que un machista jugador de hockey sobre hielo podría ser amigo de un hombre abiertamente gay que le gustaba llevar algo rosa cada día. Muestra de lo mucho que sé.
—Voy a estar allí en un momento y voy a comprar donas para disculparme, ¿De acuerdo?—le ofrecí dulcemente. No quería que se molestara conmigo toda la mañana, ya que me haría
trabajar dos veces más duro.
Suspiró. —Bien, apúrate.
Me revolví un poco y empuje mi teléfono de vuelta.
—Niall, Justin dijo que tengo que patear tu ardiente trasero fuera de mi cama y llegar rápido—me reí entre dientes. El gimió y entrecerró su cara en mi espalda.
—Maldición, los sábados son un dolor de cabeza—murmuró, rodando sobre su espalda. Volví la cabeza para mirarlo, él me estaba dando su sonrisa de marca registrada.
—Tu camiseta está levantada un poco allí. ¿Quieres que baje eso por tí?—preguntó, mirando mi trasero.
Rápidamente tiré mis manos hasta sentir que su camiseta que llevaba puesta, ya se había levantado alrededor de mi cintura, lo que significaba que él tenía una visión clara de mi trasero en bragas. No sabía muy bien donde estábamos después de anoche, pero creo que tenía derecho a tomarle el pelo un poco. No es como que nunca me había visto en ropa interior antes, vio lo suficiente de mí ayer por la noche mientras estaba enferma ¡sólo con mi ropa interior!
—No, gracias. Ya lo tengo. —salí de la cama y me quité su camiseta, arrojándosela a la cara, así que estaba allí en pie en mi sostén y bragas. —Gracias por el préstamo— le dije con una sonrisa, caminando seductoramente a mi armario, tratando de encontrar algunos pantalones de chándal o algo que podría llevar a bailar, lo oí jadear, a continuación, gemir, en silencio me mordí los labios para no dejar escapar la risa. Los resortes de la cama crujían, de repente, su cálido aliento estaba soplando en mi nuca, por lo que todo mi cuerpo estalló en piel de gallina.
—Por lo tanto, ¿se me permite tocarte hoy?—preguntó Niall en voz baja.
Vaya, ¿está realmente pidiéndome permiso? Me volví hacia él, estaba de pie justo detrás de mí en tan solo sus calzoncillos, pareciendo un dios griego.
—Um... No sé... ¿Quieres hacerlo?—le pregunté, un poco insegura de mí misma.
Él había estado con muchas chicas antes, todas ellas probablemente más bonitas que yo, y ese fue mi primer beso de verdad la noche anterior. Asintió la cabeza con impaciencia, y sus ojos estaban clavados en los míos. Ni siquiera estaba mirando a mi cuerpo a pesar de que estaba casi desnuda, lo cual hizo que mi estómago diera un tirón por alguna razón.
Me puse rígida mientras levantaba sus manos, poco a poco, dándome la oportunidad de detenerlo, él las puso en mis caderas. Su toque envió un sofoco a mi piel y mariposas a mi estómago. Me empujó hacia delante en su pecho arrastraba sus dedos lentamente alrededor de mi espalda. Excitación nerviosa estaba corriendo por mi cuerpo y me quedé allí, congelada, sin saber realmente lo que debía hacer.
Todo esto era totalmente nuevo para mí y estaba asustada casi hasta la muerte, pero en el buen sentido de alguna manera. Inclinó la cabeza lentamente y sentí que mis ojos se agrandaban, a la espera de que sus suaves labios hicieran contacto con los míos. Justo cuando estaban a punto de conectar, mi celular volvió a sonar, haciéndonos saltar. Miramos el teléfono, mi corazón estaba regresando lentamente a un ritmo normal cuando empecé a volver a la realidad. Niall estaba mirando el teléfono, y tuve la impresión que estaba tratando de disparar rayos láser de los ojos para que dejara de sonar. Me reí de su expresión exasperada y me aparté de él para responder. El identificador de llamadas, dijo Justin, una vez más. Suspiré y lo abrí.
—¡He dicho que estoy en camino!—puse los ojos en blanco a pesar de que sabía que no podía verme.
—Sólo para asegurarme que tú y tú amigo caliente no se vuelvan a dormir—dijo con una sonrisa mientras colgaba.
Cerré el teléfono y volví a mirar a Niall, él seguía observándome, pero se estaba vistiendo al mismo tiempo. Le sonreí y devolvió la sonrisa, era agradable. Por lo general, se transformaba en Niall el imbécil del día, burlándose de mí casi tan pronto como me despertaba, pero hoy en día parecía diferente. No pude evitar preguntarme cuánto tiempo duraría. Fui a mi armario y cogí un par de leggins negros y un top ajustado, agarré ropa interior fresca y fui al baño a cambiarme. Mientras caminaba junto a él, me agarró la mano, haciendo que me detuviera.
—Sabes que eres la chica más sexy en el mundo, ¿verdad?—susurró, justo antes de que presionara sus labios con los míos ligeramente, enviando lo que se sentía como relámpagos en todo mi cuerpo.
Cuando me soltó, lo miré un poco sorprendida.
—Claro, apuesto a que se lo dices a todas las chicas—murmuré, sacudiendo la cabeza y caminando dentro del baño cerrando la puerta y tomando una respiración profunda.
¿Que hay de malo en mí? ¿Por qué él estaba haciendo que me sienta así? ¡Es Niall por amor de Dios! Él te va a aplastar y vas a terminar como esa maldita puta Jessica, rogando por su atención una vez que él ha terminado y consiguió lo que quería.
Pero él no me haría eso a mí. Había pasado conmigo todas las noches conmigo por los últimos ocho años. Lo necesitaba para poder dormir, él mantuvo las pesadillas alejadas de mí. Él no me haría daño, ¿verdad? Confío en él para mantenerme a salvo, pero ¿Podría confiar en él con todo mi corazón? Sabía que la respuesta a eso era que no, no podía, pero por alguna razón quería. Cuando salí del cuarto de baño se había ido, pero esto no fue una sorpresa.