Me despertó el sonido de mi alarma del teléfono. Miré a mi alrededor preguntándome por qué estaba en la sala de estar, entonces recordé el sueño.
Niall seguía dormido; como siempre, sus brazos y piernas estaban encima de mí, sujatándome bajo su peso. Sonreí y lo miré unos minutos antes de que decidiera despertarlo amablemente. Usualmente, sólo le pegaba un codazo y lo empujaba; pero pensé que hoy sería un poco más creativo, qué le gustaría eso.
Me moví hacia adelante, empujando su hombro. Él rodó sobre su espalda, sin quitar sus brazos de mí, así que me arrastró con él. Me levanté de manos y rodillas para quedar a horcadas, antes de poner mi peso sobre él.
Acaricié su hermoso rostro un par de veces antes de que pusiera mis labios ligeramente. Él suspiró un poco en su sueño así que lo besé de nuevo, un poco más fuerte y por más tiempo.
Comenzó a excitarse y sofoqué una risita. Está bien, sé que soy nueva en todo esto, pero este chico parecía sacar mucha lujuria de mí.
Fue un poco embarazoso; pero al mismo tiempo me hacía sentir querida, necesitada y atractiva.
Lo besé de nuevo y recorrí su pecho con mi mano.
Él comenzó a moverme, sus brazos apretando a mi alrededor, sujetándome a su pecho a pesar de que ni siquiera estaba despierto. Lo besé de nuevo y avancé por su labio con mi lengua.
Eso llamó su atención; abrió los ojos y me miró, claramente sorprendido, pero con una sonrisa jugando en el borde de sus labios.
—Espero que esa sea la manera en la que me despiertes a partir de ahora—dijo con voz ronca.
—Tal vez, si eres afortunado—bromeé. Puso una mano detrás de mi cabeza y me hizo besarlo de nuevo. Mordió mi labio inferior, pidiéndome que entrara, pero lo alejé, haciéndolo gemir.
—Tienes que irte, Niall.—me liberé de él y me senté, todavía a horcadas.
Podía sentir su erección presionando contra mí, lo que me hacía anhelarlo de una manera que no había pensado hasta ahora.
Sonrió y puso sus manos sobre mis rodillas y me miró sentado encima de él. Sus ojos estaban tan lujuriosos que estaba sorprendida que no me suplicara por sexo aquí y ahora.
Ni siquiera se movió, sólo se quedó ahí con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro. Esta no era realmente una buena posición para sentarse.
La sensación de tenerlo abajo de mí se estaba convirtiendo en algo enloquecedor.
Los sentimientos eran tan confusos, tan extraños para mí. Nunca había querido si quiera besar a alguien, mucho menos los pensamientos que ahora comenzaban a formarse en mi cabeza.
—¿Qué me estás haciendo?—susurré, confundida de que me sintiera así; querer a alguien cuando generalmente eludía todo contacto físico por lo que mi padre solía hacerme.
—¿Qué quieres decir?—preguntó, mirándose un poco confundido. Negué con la cabeza; no podía explicarlo, especialmente no a él. Necesitaba que él fuera capaz de esperarme. Si le dijera como me sentía, probablemente lo arruinaría todo.
—Dime que quieres decir, Ángel. ¿Por favor?—rogó, usando su cara de cachorro en mí. ¡Demonios! ¡Eso siempre funcionaba y él lo sabía!
—No quiero, Niall.—me alejé y me recosté a su lado.
—¿Por favor?—susurró, mirándome con ojos suplicantes.
Suspiré.
—No sé lo que me está pasando. Un día no puedo si quiera soportar que alguien me toque y al siguiente...—Mi voz se debilitó, insegura de cómo terminar la frase sin darle una impresión equivocada.
—Al día siguiente, ¿Qué?—solicitó, apoyándose en su codo para mirarme a los ojos.
—Al día siguiente, tú llegas y me haces necesitarte y no puedo ayudarme a mí misma.—admití, ruborizándome locamente.
Él se rió en voz baja y me dio su sonrisa arrogante.
—También me haces necesitarte.
—Sí, esa es la mitad del problema.—declaré, mirando hacia abajo para ver lo que sobresalía de sus pijamas, ruborizándome de nuevo cuando miré y él me había visto mirándolo. ¡Oh mierda, eso es tan embarazoso!