Jade, una chica de 19 años, de día lleva una vida común: un trabajo en una disquera y una familia normal; pero de noche, protege a los seres humanos y lucha contra criaturas horribles. Su vida da un giro cuando se enfrenta a un monstruo de las somb...
— Eres tú— dijimos al unísono, sonriendo mientras nos incorporábamos.
— Esto sí que es inesperado— dijo V. Se detuvo a pensar unos segundos, para luego continuar — ¿Dónde esta Alessia?, Acaso... ¿Me mentiste? —
No se veía molesto en absoluto, más bien divertido por su comentario, así que respondí
—Perdón por no decirte que me iba a ver con el hombre de mis sueños, literalmente — Respondí con una sonrisa.
— ¿Hombre de tus sueños huh? Creo que ahora estoy celoso de mi mismo— Los 2 soltamos una carcajada por el comentario. Era extraño, estaba con V, pero sentía que había un toque de Blue que afloraba en ciertos momentos. Pero tenía sentido, él recordaba todo, así que era una combinación de los dos, era su ser completo.
Cuando los dreamers estamos en el Dreamworld, nuestras emociones disminuyen un poco, pues estamos lejos de nuestro cuerpo. Por otro lado, cuando estamos despiertos, perdemos nuestras memorias y con ellas duerme parte de nuestro ser, esto no tiene el mismo efecto en todos, pero en definitiva nuestra seguridad disminuye. Ahora tengo los beneficios de ambas situaciones.
— Veo que esa costumbre tuya de perderte en tus pensamientos sigue intacta— Dijo V observándome con curiosidad, como intentando descifrar el rumbo de mis pensamientos.
«¿Cómo no vi antes el parecido? Una máscara y cambio de color de cabello no debería haber bastado»
— Mi querida Sun, sé que estás descubriendo los orígenes del universo aquí adentro —Dijo, tocando mi frente y formando una sonrisita burlona — pero recuerda que tenemos una misión por cumplir.
—Oh verdad, ¡El diario!
—Es bueno tenerte de vuelta en la realidad — rió por lo bajo.
—¿Dónde crees que podremos conseguirlo? —Pregunté, era su familiar, así que él tendría una idea más clara.
— Yo era muy pequeño cuando todo sucedió, creo que una empresa se encargó de recoger todas nuestras posesiones... busquemos en internet.
Nos sentamos en una banca vacía, junto a un árbol. Luego de unos minutos de intensa búsqueda, logramos encontrar el número. Atendió la llamada una chica y le explicamos brevemente la situación (Claramente sin decir nada del Dreamworld, ni que esto era de vida o muerte).
Ella pareció entender la situación, pero muy amablemente nos respondió que ellos no poseían los objetos restantes, sino que fueron subastados hace años para obtener el dinero para los gastos fúnebres. V, algo triste, le preguntó si tenían registro de los compradores, a lo que la chica respondió que no tenía permitido dar esa información, pero haría una excepción, buscaría en las carpetas de registros y rompería las reglas.
Luego de unos minutos, un mensaje con una dirección llegó al celular del joven. Así que nos subimos a su auto y fuimos directo a aquel lugar en las afueras de Landale. A medida que nos acercábamos al lugar, la tensión iba aumentando, no solo porque no sabíamos qué encontraríamos, sino porque nadie aseguraba que allí estaría realmente el diario. Movía mis manos con nerviosismo y creo que V lo notó, porque con su mano libre, tomó la mí y dijo
—No te preocupes, todo va bien.
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Esa simple frase me tranquilizó. De aquí en adelante las cosas iban a cambiar constantemente y nosotros estaríamos ahí para el otro. «Debemos ser positivos y llevar todo con calma». Claro que esa calma no duró mucho, el auto se detuvo y mi corazón dio un brinco, no había vuelta atrás, era hora.
Bajamos del auto en silencio, nos encontrábamos frente a una especie de cabaña vieja y abandonada, rodeada de muchas hectáreas de tierra y algunos árboles, no parecía que hubiera un alma en kilómetros.
«¿Qué clase de persona elegiría vivir en un lugar tan solitario?» Revisé mi celular, tenia muy poca señal, pero serviría en caso de emergencia.
Comenzamos a caminar en dirección a la entrada, ese lugar se veía descuidado, «¿Por qué alguien que vive en estas condiciones, se interesaría en comprar un diario de un difunto?»
Una vez llegamos a la entrada, nos miramos por unos segundos, preguntándonos si realmente queríamos hacerlo. No importó si estábamos listos o no, de un momento a otro, la puerta chirrió y se abrió, mostrando un hombre incluso más sorprendido y confundido que nosotros.
—¿Cómo me encontraste, Jade?...
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