Día 2: Fantasma

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Ship: Nygmobblepot

Temporada: Tercera (03x12)

Palabras: 783

💀💀💀

La tormenta azotaba los antiguos muros de la mansión Van Dahl, haciéndolos retumbar con cada rayo que aterrizaba en la tierra, en una muestra del poder destructivo de la naturaleza.

En una noche amarga y solitaria, donde el alcalde de Gotham bebía en medio de su miseria. Lamentado la ausencia de su jefe de estado, dejándolo destruido y vulnerable para permitirse el pensamiento mágico.

Por lo que no era de extrañarse que el corazón de Oswald Cobblepot rebotara dentro de su pecho luego de vislumbrar al fantasma de su padre. Angustiado por el críptico mensaje "¡Ayúdame! ¡No es digno de confianza!"

Cuando recién llegó a la ostentosa vivienda le hablaron de fantasmas y poco había querido creer del hogar que atestiguó trágicos eventos con la sangre derramada de sus antepasados, sin embargo, en medio de la penumbra de la habitación, lejos de los cristales rotos de su certificado que lo acreditaba como un hombre cuerdo, su mente apenas lograba mantener el pensamiento coherente. Más desconcertado por los lamentos y el destino de los restos de su amado padre.

Hay complots en tu contra, hijo mío!... ¡Cuídate de él!... del cumpleañero"

Las luces se encendieron pero Oswald seguía temblando. Envuelto en la bata dorada que usó cuando se le dio la alegría de saber que tenía una familia, la misma que prestó a su mejor amigo, feliz de tenerlo con vida, la prenda que portó cuando descubrió que lo amaba más allá de los límites permitidos para los amigos.

Estaba cubierto pero el frío seguía en su cuerpo, las luces continuaban encendidas pero no iluminaban sus oscuros pensamientos. Se sentía solo.

¡PUM! El golpe de las sillas en el comedor le hizo saltar y apresurarse al sitio sin siquiera portar un arma.

—¿Tarquin?— aventuró creyendo que el reemplazo de Edward se había atrevido a ingresar a su casa sin permiso, después de todo hacía unas horas que se marchó recordándole la importante entrevista con Margaret Hearst.

Escuchó el lamento de un hombre que maldecía su suerte, llegando al comedor para encender la luz —¿Tarquin, qué haces aquí? ¡Oh...! ¡¿Ed?!

Desde el suelo, incorporándose rápidamente, Nygma ignoró la mano que ofrecía Oswald para ayudarlo. Detestando la enorme sonrisa que comenzaba a dibujarse en el Pingüino.

—¡E-Ed yo, ah, no puedo creer que estés aquí!— confesó con notable alivio mientras se abrazaba al hombre alto.

Edward se tensó por el contacto al instante, luchando por librarse del hombre que detestaba. —Oswald, no, espera.

El Pingüino se separó lo suficiente para mirar esperanzado el rostro de su amigo —Por favor, dime que volverás ahora— imploró— Ed, te necesito, yo no, no soporto a Tarquin. No es eficiente e insiste en tomarse atenciones que no le corresponden.

—¿Qué?— cuestionó Nygma, intrigado porque el hombre que eligió no estuviera siguiendo sus órdenes al pie de la letra. —¿qué quieres decir con eso?

—Bueno, él a menudo propone que tomemos el café, juntos, pero no discute asuntos de la alcaldía... es detestable. Ed, él no es un digno reemplazo ¡y no quiero a ningún otro! te necesito a ti— explicó apresurado con el nerviosismo rayando en la histeria.

Edward exhaló profundamente. Tenía razón, esa actividad del café no se la había encomendado a Tarquin. Por alguna razón se encontró más disgustado que antes al saberlo. Además de lidiar con esa nueva información, necesitaba pensar qué hacer ahora que el destino le bloqueó la salida con las sillas del comedor cuando trató de huir.

Nygma esperaba regodearse con el sufrimiento de Oswald y su plan se vio comprometido a cambio de unos minutos de contemplación. Pero no podía revelarse, todavía no.

—Oswald, lo lamento, yo no estoy en condiciones de volver. No puedo.

—Edward, me estoy volviendo loco sin ti, ahm, ¡yo acabo de ver a mi padre! ¡ED, ÉL ERA UN FANTASMA!— exclamó desesperado aferrándose más al cuerpo delgado.

—Oswald, ¡Oswald! ¡Los fantasmas no existen!— aclaró zafándose del agarre de su enemigo.

—¡Pe-pero lo vi! Ed, por favor. Tengo un mal presentimiento, ¡los restos de mi padre fueron saqueados y...! ¡y estas visiones...!— nuevamente se prensó de las solapas del traje verde —Me estoy volviendo más paranoico Ed, y tú eres el único en quien puedo confiar. Yo daría mi vida por ti.

—Oswald, por favor, no digas eso— repuso incómodo, ofreciendo unas cuantas palmaditas en la espalda.

—Ed, por favor— imploró en casi un sollozo.

Con tal de poder calmarlo el tiempo suficiente para distraerle, lo acercó al sofá. —shh, Oswald, tranquilo, sólo necesitas respirar.

Edward resopló al estar aprisionado en otro abrazo, pues al sentarse, el Pingüino se aferró a él.

—Gracias por estar aquí— confesó a su pecho cubierto con tela verde.

—No tienes nada que agradecer.

GOTHAM EN FICTOBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora