Día 31: Llanto

444 50 6
                                    

Ship: Nygmobblepot

Temporada: Ninguna, ya es la última.

Palabras: 487

💀💀💀

En el Iceberg Launge, la seguridad era un asunto prioritario. Oswald no escatimaba en gastos para los hombres que contrataba. Y sólo dejaba cerca a sus empleados de confianza.

Sin embargo, uno de ellos murió y descompleto el equipo de trabajo, recurriendo así, a un novato.

La música resonaba en el lugar, los que estaban cerca de la sala principal, se ocupaban de supervisar que la fiesta no excediera los límites permitidos. Y al joven novato, le dejaron cuidar uno de los pasillos que daban a la salida trasera del salón.

Era el trabajo menos pesado, actualmente nadie que tuviera el mínimo apreció por su vida, se atrevía a buscar pelea con el temible Pingüino.

Al chico le dijeron que mantuviera los ojos abiertos, pero la recomendación sobraba. Ni un alma se asomaba. Dada su posición, la música prácticamente no se percibía a esa distancia.

Comenzaba a quedarse dormido y se habría rendido al sueño, de no ser por el alarido que le sobresaltó. Mirando a su alrededor, desenfundó su arma, agudizando el resto de sus sentidos para localizar el origen del grito.

El corazón le latía en los oídos, no le ayudaba, pues ya no distinguía entre los pasos que daba la gente en el salón principal con los que estaban cerca de su lugar. El golpeteo se percibía a ratos, comenzó a desconfiar de su imaginación. Pues casi se quedaba dormido cuando lo escuchó.

A punto de guardar su arma, un llanto resonó.

Desconcertado, se armó de valor, y avanzó por el pasillo, revisando los oscuros rincones que solo tenían botes de basura enormes. Pasando por una puerta que resguardaba utensilios de limpieza detrás de ella y un baño mugriento que no parecía ser usado a menudo.

Los golpes se manifestaron otra vez, como si se produjeran detrás de los muros. A pesar de que no era creyente de fantasmas, los cuentos que escuchaba al respecto comenzaron a sonarle familiares con lo que estaba viviendo.

Los golpes y los llantos se siguieron escuchando, cada vez más agitados.

A tales alturas, el hombre ya se encontraba al final de pasillo, y una última puerta sin letrero era lo único que le faltaba por revisar.

Con pistola en mano, tomó aire y usó la llave que le confiaron.

Lejos de estar aliviado de no encontrar un fantasma, el pobre empleado, recibió una bala en la cabeza, justo en la frente. Muriendo al instante, sin oportunidad de procesar la causa de su muerte.

Detrás de la puerta, además de algunos insumos para el bar, se encontraban el Acertijo y el Pingüino rendidos a sus bajos instintos.

Debido a su indecoroso estado, y el secreto en juego, Edward no dudó en dispararle al empleado. Regañó a su ruidoso compañero, hinchándose de orgullo también por ser causante de ello. Ya que no era la primera vez que asesinaba por esa causa y estaba seguro de que tampoco sería la última.  

GOTHAM EN FICTOBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora