GOTHAM EN FICTOBER

Día 30: Nieve

Ship: Nygmobblepot

Temporada: Ninguna. Post Batman cabe decir.

Palabras: 814

💀💀💀

A pesar de ocultar su relación, Edward era feliz. Pues de alguna manera, confería cierta seguridad saber que sus enemigos no podrían manipularlos a costa de amenazar la vida del otro.

Le tomó un tiempo convencer a Oswald de los beneficios, pero finalmente ambos se adaptaron a vivir aparentando una relación de "solo amigos".

Edward confiaba en el Pingüino, no necesitaba de un anillo o un acta para saber el nivel de entrega que tenía Oswald. Le había demostrado que lo amaba.

Sin embargo, empezó a sentirse consumido por un sentimiento posesivo que no supo identificar al inicio. Oswald llevaba dos semanas excusándose, se ausentaba por largos periodos. Ya no tenía tiempo para él.

Interfirió sus llamadas, lo siguió un par de noches también. Averiguando que en efecto, Oswald se estaba reuniendo con alguien más. El señor Frío.

Eran celos, lo supo después. Ya que no dejaba de recordar que Oswald mantuvo una larga relación con Fries, desde que lo colocó en esa prisión de hielo.

Aún no sabía lo que habían pasado en ese tiempo en el que él estuvo fuera del juego, pero por lo que vio en los años que siguieron, sólo atinó cierto nivel de confianza que no creyó fuera más allá de jefe y empleado.

No podía creer el descaro de Oswald, ya que incluso, todas las reuniones se efectuaban en el Iceberg Launge. Y no, no se trataba de un elaborado plan en contra de Batman, fue lo que más trabajo le costó averiguar. Esta vez, era algo más.

Afligido, quiso darle su espacio. Culpándose en parte, ya que ahora sí deseaba que existiera algo que representara su unión. ¿Realmente podría reprocharle?

Una noche no lo soportó más y lo enfrentó, sorprendiéndolo en el elegante salón.

Oswald derramó su trago sin querer, nervioso de verlo frente a él —¡Oh, Ed! ¿Qué haces aquí?

—¿No te alegras de verme? Hace tiempo que me estas evitando.

—Me alegra verte, no seas ridículo. Y no te estoy evitando. Sólo no te esperaba.

—Y ¿a quién esperabas, Oswald?— preguntó con veneno en la voz, notando que el Pingüino boqueaba sin articular palabra. —¡No puedo creer que me hagas esto!

—¡Oye! ¿De qué estás hablando, Ed?— le detuvo tomándolo del brazo.

—¡No me toques!— se zafó— ¡Mejor ve detrás de tu amante!

La confusión en el Pingüino se convirtió en disgusto que tiñó de rojo su cara—¡¿Cómo te atreves...?! ¡No tengo ningún amante!

—¡Oswald, ni lo intentes! Lo sé todo, te he estado espiando.

—¡Edward Nygma, eres un idiota!— le insultó más ofendido que antes —¡¿Cómo te atreves a desconfiar de mi después de todo lo que hemos pasado?!— le recriminó señalando su monóculo.

—Exacto, ¡soy un idiota POR CONFIAR EN TI!— gritó tomándolo de las solapas, sacudiéndolo al ritmo de sus palabras.

El Pingüino imitó su agarre, acercándolo a él —¡No estas entendiendo nada! Dime ¿quién crees que es mi amante?— le desafió.

—Tanto trabajo te cuesta admitirlo— afirmó dolido en lugar de preguntar —Oswald, creí que me amabas.

—Ed, eso no ha cambiado— opinó el Pingüino, pero Edward luchaba por alejarse de él.

Forcejeando un poco, Oswald consiguió besarlo con urgencia y a pesar de la resistencia inicial, Edward no tardó en aprisionarlo con sus brazos, avanzando hacia el mostrador del bar para apoyarse en medio de su besuqueo desordenado.

Se acariciaban burdamente, luchando con sus bocas, gimiendo por la violencia que les complacía cuando se dejaban llevar por la lascivia. Estando tan enfrascados estaban en su momento, no escucharon el carraspeo del hombre que ingresó al salón.

—Vaya, este lugar necesita enfriarse.— resonó la inexpresiva voz de Victor. Haciendo que la pareja se separara al instante.

Oswald se relamió los labios, avergonzado, manteniendo una mano en la espalda de Edward, para detenerlo en caso de que quisiera intentar algo.—Disculpa, Victor... me alegra que llegaras— comentó con algo de dificultad por el aire que le faltaba. —Estaba tratando de explicarle a Ed, lo que hemos estado haciendo en estas semanas.

Edward permanecía serio a su lado, con un brazo posesivo por encima de su hombro.

—Esperaba que fuera algo simple pero la estructura representó algunos retos.— comentó el señor Frío—ya resolvimos la mayoría de los problemas.

Ante la confusión de Edward, el Pingüino extrajo de su bolsillo un pequeño control remoto, dándoselo en la mano— adelante, presiónalo.

Ed lo hizo y luego del llamativo sonar de un par de motores, del techo del salón comenzaron a caer copos de nieve.

—Victor me ayudaba a conseguir que se formara nieve dentro del Iceberg Launge... era una sorpresa.— admitió, regodeándose, en parte, con la expresión culpable de Edward.

—Aún requiere de unos ajustes— murmuró Victor— quizá, ahora que sabes, puedas ayudarme a mejorarlo.

Sintiéndose como un idiota, Edward se alejó consuavidad del brazo del pelinegro, disimulando su vergüenza apoyado en sucinismo—Por supuesto, cualquier cosa por ti, Oswald.