Día 8: Aliento

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Ship: Nygmobblepot

Temporada: Quinta (5x11)

Palabras: 404

💀💀💀

El atronador sonido de las balas llovían sobre ellos con explosiones que hacían vibrar el suelo, cubriéndose la espalda mutuamente se asomaban por el borde del fuerte, disparando a los militares.

Gordon gritaba instrucciones que no llegaban a sus oídos, más preocupados por aniquilar la mayor cantidad de enemigos, no escucharon que se solicitaba la retirada.

Un par de explosiones destruyeron la esquina de su fuerte, los tímpanos afectados pitaban ensordeciéndolos un momento.

Edward en medio de su desorientación se incorporó y no escuchó los pasos de sus contrincantes invadiendo su territorio. Oswald había caído a unos metros lejos de él, lo encontró cuando lo vio cojeando hacia él, lo más rápido que su lesión podía permitirle, gritando.

Las palabras se percibían con un molesto eco pero la lectura de esos labios era inequívoca, atónito, miró al frente y a través de sus empañadas gafas, vio a Bane apuntándole al pecho, jalando el gatillo con impasible mirada.

En lugar de experimentar el golpe de una bala, su cuerpo fue embestido por uno más pequeño, privándolo de ese conocimiento.

Yacía en el suelo, cargando con el peso del Pingüino, reaccionando ante la proximidad de Bane, que avanzaba con cortos pasos, disfrutando de la ventaja. Edward sintió el arma de su costado, tomándola a ciegas, no lo pensó dos veces, vaciando el contenido de la misma contra su enemigo.

Sorprendió a Bane con una bala entre las cejas alzadas, derrumbándose en cuestión de segundos contra el suelo. Ed concientizó que estaba con la respiración agitada y lágrimas en la cara.

Se apresuró a revisar la herida del Pingüino, quien respiraba débilmente, con la sangre mimetizándose con lo negro de su elegante traje. La cálida humedad de la vida que se drenaba lentamente se extendió a su propia ropa.

—¡Oswald! ¡Oswald, no! ¡¿Por qué?! ¡Maldición!— repetía una y otra vez mientras hacía presión en la herida.

Estaba más pálido y a pesar de ello, sus ojos verdes brillaron para él cuando logró abrirlos. Notándose el esfuerzo por mantenerlos así tanto como el que hacía la comisura de su boca buscando sonreír.

—Ed...por favor, tú sabes por qué.

—¡No, no! ¡No es cierto!— sollozó. Y una débil mano intentó jalar de su corbata. Desesperado, acortó la distancia hasta hacerla desaparecer.

Sus labios se encontraron, suaves y tibios, humedecidos con su dolor, con el gusto a metal como recordatorio del peligro... sólo así, Edward se dejó robar el aliento. 

GOTHAM EN FICTOBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora