GOTHAM EN FICTOBER

Día 9: Lycoris Radiata

Ship: Nygmobblepot

Temporada: Quinta (5x12 en algún punto de ese salto temporal)

Palabras: 354

💀💀💀

Oswald tenía una preferencia por los lirios, pues eran las flores favoritas de su madre. El aroma le sosegaba y los pétalos suaves le recordaban la textura de su piel.

De todas las flores, eran las que más le gustaban, aunque los blancos fueran sus predilectos, adoraba todas sus coloridas variantes. Así fue durante mucho tiempo, hasta el día que recibió una carta del Asilo Arkham. Tenía años como interno de la penitenciaria Blackgate y esa fue la primera y única carta que recibiría en toda su estadía.

No estaba firmada pero por el contenido, supo al instante de quien se trataba. El sobre guardaba una hoja arrugada, con múltiples pliegues, acompañada de una flor roja de pétalos ondulados con múltiples estambres curvados. La reconoció de inmediato, pues las había contemplado el tiempo que anduvo en Arkham.

Esas flores crecían muy bien en las húmedas y oscuras esquinas de los jardines. Eran una broma personal del profesor Strange para que no olvidaran donde se encontraban. La flor del infierno.

Estaba totalmente aplanada y seca, podría haber pasado meses aplastada en algún libro. Sin embargo, su belleza se conservaba en gran parte.

Y en la pequeña nota se podía leer:

Oswald

Sin tener cuerpo, te lastimó. Por medio de recuerdos sobrevivo. Víctima del espacio y el tiempo, te hago llorar sin fundamento.

¿Qué puedo ser?

El Pingüino releyó el mensaje más de una vez por los siguientes días. Atribuía diferentes significados pero ninguno le convencía.

Un día, en la biblioteca de la penitenciaría, el destino le puso un libro en su camino. El lenguaje de las flores nunca le había interesado pero se animó a hojearlo. Descubriendo la respuesta del acertijo.

¡Añoranza! la flor se asociaba con la pérdida, el abandono. La congoja ante la ausencia de algo o alguien querido cuyo recuerdo se guarda en el corazón pero que se extraña y valora a través de la distancia temporal o espacial.

El que añora, se siente abatido y por años pensó que era el único que sufría lejos de su afín.

Y, aunque la tristeza empañara la revelación, su gusto por los lirios creció.