Día 24: Luciérnagas

379 43 3
                                    

Ship: Nygmobblepot

Temporada: Quinta (divergencia de canon)

Lo del magnesio, no es cierto, es una tontería que inventé como apoyo para darle estructura. Basándome en que sólo lo mencionan como uno de los componentes que participan en la iluminación de las luciérnagas, tanto como lo hacen el oxígeno, el calcio y la luciferina.

Palabras: 503

💀💀💀

Llevaban años encerrados en el Asilo Arkham, una pesadilla compartida, pero estaban juntos y dentro de esos fríos muros, no tardaron en calentarse uno al otro, floreciendo así, su relación.

Se habían acostumbrado a mantener cierta rutina, esperando por el momento adecuado para fugarse. Oswald no fue ajeno al nerviosismo y las ausencias de Ed en las noches previas. Por lo que se alegró de tenerlo abriendo su celda esa noche, a escondidas, invitándolo a salir.

Corretearon por los pasillos, llegando al jardín del asilo. Nygma lo guio a un rincón oscuro. Oswald inquieto, lo siguió.

—¿Edward, qué haces? Creí que escaparíamos esta noche.

—¿Escapar? Oh, no. Lo siento, no he descubierto cómo burlar el mecanismo de la entrada. Sólo quería enseñarte algo.

Oswald a punto de protestar, respiró el frío de la noche, tragándose su desilusión, decidió disfrutar la pequeña salida privada. Así que no rechistó ni siquiera cuando Ed le cubrió los ojos con sus propias manos, llevándolo.

—Soy amiga de la luna, soy enemiga del sol. Si viene la luz del día, alzo mi luz y me voy ¿Qué puedo ser?— le susurró al oído, retirando sus manos.

El Pingüino adaptando su vista a la oscuridad, soltó un jadeo sorprendido. Ante sus ojos, frente al muro del asilo, estaba un grupo de luces amarillas parpadeantes formando la inconfundible silueta de un corazón, iluminando tenuemente el sitio en el que se congregaban.

—¿Son luciérnagas?— preguntó incrédulo— ¿Cómo lo hiciste? Ed es hermoso, nunca había visto tantas juntas.

—No fue fácil— admitió con una enorme sonrisa— estos coleópteros son fascinantes, he estado observándolos y me parece que se encuentran particularmente atraídos por el magnesio— explicó, dando unos golpecitos en el tabique más cercano—es posible que los ladrillos de esta parte del asilo contengan más carbonato de magnesio que el resto, porque sólo se reúnen de este lado.

—Es impresionante...

—Lo sé, ¿sabes? Según la especie, generan distintos colores, sus luces pueden ser amarillas, rojas, naranjas o incluso verdes, pero aquí sólo llegan amarillas.

El Pingüino impresionado se acercó más para contemplarlas —¿Ed... están adheridas al muro?

—...sí, tuve que hacerlo o no conservarían esa forma— justificó— estuve rayando el ladrillo y con un poco de papel atrapamoscas hice el truco.

—No sé cómo consigues disfrazar un acto cruel con un gesto tierno— se burló el Pingüino, conmovido.

—Lo dice el hombre que me escribió una nota de amor en el torso de un desafortunado compañero.

—Oh, vamos. Quería ser original, Ed.

—Y lo fuiste, desde entonces he buscado la manera de devolver el detalle— confesó abrazándolo por la espalda, apoyando su barbilla en la cabeza del pelinegro.

—¿Sabes por qué brillan?

—Esperaba que lo preguntaras. Es un proceso bioquímico interesante, la enzima luciferasa, metaboliza un pigmento...

—Ed.

—De acuerdo, el fin de brillar es por el apareamiento, según el ritmo de los destellos, llaman a su compañero, esa es su técnica de seducción...¿crees que funciona?— le cuestionó presionando su agarre.

Oswald gruñó complacido —Sí, y no sólo a los insectos, Ed.          

GOTHAM EN FICTOBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora