Capítulo 7. Sorpresa.

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«Sorpresa»

Amira ya no tenía nada de color en su rostro

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Amira ya no tenía nada de color en su rostro. Estaba blanca como la nieve y sus labios entreabiertos no se movían. Yo no podía apartar la vista de ella, esperando pacientemente a que Samara y Thiago terminaran de curar su cuerpo.

La sanadora se dejó caer sobre el pasto, exhausta. Intercambiamos una breve mirada y ella asintió.

—Hemos terminado.

Ansioso, miré hacia Arus. El hada volvió a ponerse junto a Amira y tomó sus dos manos para cruzarlas sobre su corazón. Metió el anillo entre ellas y me miró, con ojos muy serios.

—Comprendes que esta es una oportunidad única que no se volverá a repetir, ¿verdad?

—¿A qué te refieres?

—Si Amira vuelve a morir será para siempre. No puedo repetir este hechizo o corromperá su alma inevitablemente.

—Entiendo —acepté nervioso.

—Debemos hacerlo bien, porque solo tenemos una oportunidad. Si no funciona a la primera la habremos perdido.

—Maldita sea Arus, deja de ponerme nervioso.

—Es importante que entiendas las consecuencias.

—Ya las entendí, ¿podemos hacer esto antes de que sea demasiado tarde?

Arus me miró con un gesto que no pude descifrar. Seguramente no estaba acostumbrado a que alguien le hablara así, pero pareció dejarlo pasar.

—Liberaré su alma —anunció lentamente— y pueden pasar dos cosas. Amira podrá volver a su cuerpo o seguir adelante. Esta también es su decisión. Si quieres puedes llamarla durante el hechizo, ella te escuchará.

Asentí, con la boca seca.

Él puso sus manos sobre las de Amira y cerró los ojos. Un ligero brillo plateado emanó de ellas, contagiando todo el cuerpo de Ami. Respiró hondo.

—Animus tuus sit liberari —pronunció en voz alta.

Contuve la respiración, pero no sucedió nada. Clavé mi vista en Ami, esperando algún cambio o movimiento.

—Animus tuus sit liberari —repitió Arus, concentrado.

El viento comenzó a soplar de pronto, moviendo las copas de los árboles y levantando algunas hojas que estaban en el suelo. El cabello de Ami también se alzó, con los rizos flotando por el aire.

—Animus tuus sit liberari. ¡ANIMUS TUUS SIT LIBERARI!

Miré a Arus preocupado, ¿algo iba mal? Su frente se frunció y sus brazos se tensaron, tal vez era un hechizo complicado de mantener.

Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora