Capítulo 45. Poder.

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«Poder»

Todo pasó tan rápido que tardé en comprenderlo

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Todo pasó tan rápido que tardé en comprenderlo. Recuperé la movilidad mientras aún gritaba y me lancé hacia adelante para sujetar a mi hijo. Por un segundo pensé que yo milagrosamente había logrado liberarme del hechizo de Ami, pero cuando la vi atravesarse frente a nosotros entendí que no fue así.

Ella me había liberado.

El fuego se movió tan rápido que lo único que pude hacer fue abrazar a Jared y girarme para protegerlo con mi cuerpo. No sabía que esperar a continuación, pero me sorprendí cuando no sentí nada y entonces verdaderamente comprendí lo que acababa de suceder: Amira se había atravesado entre el fuego y Jared.

Giré el cuello para comprobar que lo que acababa de ver era completamente real. Ella tenía sus brazos extendidos hacia arriba, protegiéndonos con un enorme campo de fuerza dorado y manteniendo el fuego lejos de nosotros.

Estaba tan impresionado por la reacción de Amira que ni siquiera pude moverme. Ella utilizó su magia para redirigir el fuego y el dragón se vio obligado a volar para escapar de su propio ataque.

En cuanto logró alejarlo de nosotros, Ami se dejó caer de rodillas y apoyó sus manos sobre el césped, con todo su cuerpo temblando. Jared también alzó su cabeza para averiguar qué había sucedido y lo escuché suspirar al descubrir que todos estábamos a salvo.

—Mamá.

Amira alzó la vista al escucharlo y nos miró con tanto alivio que estuve a punto de desvanecerme. Ella nos había salvado, ¿qué significaba eso? ¿Cómo podía estar seguro de que esta vez sí había vencido su control mental?

—Te amo —pronunció sin apartar la vista de mis ojos y tras decir esas palabras, se soltó a llorar.

Me quedé inmóvil al escucharla, pero Jared logró escapar de mi agarre para correr hacia ella y yo no lo detuve. Ami extendió sus brazos y lo abrazó con fuerza, sin dejar de llorar. Hundió su rostro en el cabello de nuestro hijo, por eso sus siguientes palabras sonaron amortiguadas.

—Lo siento tanto...

—¿Ami? —pregunté y al pestañear, noté las lágrimas correr por mi rostro.

—Soy yo —dijo alzando su cara para mirarme de nuevo.

Me levanté como pude para dejarme caer a su lado y abracé a ambos con fuerza. Nos quedamos así un momento, completamente envueltos en nuestra burbuja de amor. Con mis manos busqué su rostro y lo jalé hacia mí para que nuestros labios chocaran con la desesperación de reconocernos, nuestro beso sabía salado porque ninguno de los dos podía parar de llorar.

Ella se separó para recuperar el aire y yo continué besando sus mejillas, su frente, su nariz, su pelo.

—¿Estás bien? —me preguntó con preocupación.

Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora