«Portal»
Alcancé a escuchar un fuerte golpe que me sonó algo lejano, pero mi mente aún se encontraba enterrada en lo más profundo. Mi mejilla estaba helada y un escalofrío me recorrió, ¿por qué estaba haciendo tanto frío?
El rostro de Enzo apareció en mi subconsciente y los recuerdos llegaron a mí lentamente. Abrí los ojos de golpe.
¡Amira!
Con un poco de trabajo logré hincarme en el suelo y miré a mi alrededor. Estaba solo en el vestíbulo del castillo. Otro golpe me sobresaltó, esa vez se escuchó más cercano. Miré a través de una de las ventanas reventadas y un mal presentimiento me invadió al ver el cielo entre rojo y negro. Algo estaba sucediendo.
Ignorando el dolor de mi brazo izquierdo, me puse de pie de un solo salto para salir al bosque. Abrí la boca al encontrarme con un verdadero apocalipsis.
El cielo estaba pintado de rojo y nubes negras caían como remolinos hasta el suelo del bosque. El aire soplaba tan fuerte que los árboles se doblaban tanto que parecía que iban a romperse. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Qué estaba pasando en el bosque?
Había un óvalo enorme frente a mí que giraba entre chispas rojas y no tardé en comprender que se trataba de un portal. Sunforest estaba siendo atacado y todos los forestnianos se encontraban en peligro. Amira y Jared también.
Con un salto me paré frente al portal y observé mi reflejo. Era un espejo grande, con el doble de mi altura. Me costaría cerrarlo, pero tenía que hacerlo.
Una criatura cruzó el portal en ese momento. Era alto y algo de piel negruzca le colgaba de los huesos. Tenía dos cuernos en el cráneo y un par de ojos rojos tan brillantes que parecían fuego. Lo miré con la boca abierta y entonces comprendí todo.
—Este es un portal hacia el infierno.
Nunca había visto uno antes, pero estaba seguro de que esa criatura era un demonio. No lo pensé dos veces y ataqué con un rayo de luz blanca, el demonio gritó al quemarse con el contacto pero se mantuvo en pie y humo negro comenzó a salir de sus dedos.
—Maldita sea.
Di un salto para apartarme, no permitiría que ese humo volviera a noquearme de nuevo. Utilicé todas mis energías para lanzar un nuevo rayo mientras aún estaba en el aire, cayó sobre su cabeza y lo partió a la mitad, convirtiendo su cuerpo en cenizas.
Caí sobre el césped y el alivio me duró tan solo unos segundos, ya que dos nuevos demonios cruzaron el portal en ese momento. Uno de ellos me tomó desprevenido y alzó sus garras hacia mí. No alcancé a quitarme a tiempo, las puntas alcanzaron a rasguñar mi estómago.
Me abracé la herida y noté mi mano llena de sangre. No tenía la energía suficiente para enfrentarlos solo.
Entonces, comprendí que no lo estaba. Dos lobos saltaron por encima de mi cabeza y cada uno cayó sobre un demonio. Miré a mis espaldas y sonreí al encontrarme con una manada de enormes lobos blancos corriendo hacia mí. Uno de ellos pareció reconocerme, ya que se detuvo y me miró directamente a los ojos.
«Hemos venido a cerrar el portal»
Asentí con la cabeza, un poco sorprendido ante su oportuna aparición.
—Yo me encargo.
«Te cubriremos»
Me puse de pie, concentrándome en el espejo. Los demonios siguieron entrando pero los lobos los mataban antes de que llegaran a mí. Alcé mis dos brazos en dirección al portal, doblando el derecho cerca de mi pecho y el izquierdo lo dejé extendido, haciendo un círculo en el aire en dirección contraria a las agujas del reloj.
Necesitaba toda mi concentración para lograrlo. Sentía la energía del portal tensando mi brazo y una punzada en mi hombro me recordó que estaba herido. Gemí ante el dolor, pero no me detuve. Si no cerrábamos ya ese portal Sunforest sería invadido y estaríamos perdidos.
Algunos lobos se alzaron sobre sus dos patas y comenzaron a recuperar su forma original. Me puse un poco nervioso cuando se acercaron a mí.
«Tranquilo. Te ayudaremos»
Dos manos hechas de humo gris se colocaron en cada uno de mis hombros. Estaban heladas. Exhalé lentamente, intentando no perder la concentración y continué con mi trabajo. Sentí un cosquilleo y observé en nuestro reflejo que el hada había comenzado a brillar.
Una extraña calidez comenzó a recorrer mi cuerpo, llenándome de energía. El dolor físico de mi cuerpo continuaba, pero me sentía un poco más fuerte y comencé a girar mi brazo mucho más rápido. El óvalo comenzó a reducirse lentamente.
Volví a ponerme nervioso al escuchar más golpes y fuertes explosiones no muy lejos de donde estaba. En alguna parte del bosque se estaba suscitando una batalla y me pregunté si Amira estaría bien, ¿dónde estaba Enzo?
Aproveché la energía que el hada me estaba aportando para acelerar las cosas. Ya eran muy pocos los demonios que alcanzaban a entrar por el portal, por lo que los lobos me rodearon, esperando pacientemente a que el óvalo se cerrara por completo.
El hada que estaba tras de mí soltó mis hombros en cuanto las últimas chispas rojas desaparecieron junto con el espejo. Caí de bruces, respirando agitadamente. Tanto el brazo como el estómago me dolían, pero tenía que ignorarlos.
—Gracias —dije en voz alta. No lo habría logrado sin ellas, tenía que admitirlo.
«Están en el claro» —respondió una de las hadas.
Desaparecí de inmediato.
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Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]
Fantasy«Crucé mis brazos y observé algunos segundos el cielo. Hace poco que había anochecido y pinceladas de distintos colores pintaban la noche oscura. Nunca me cansaba de ese espectáculo. Ni de ese cielo. Ni de esa paz. Hacía ya seis años que Isis había...