Capítulo 14. Deja Vú.

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«Deja Vú»

Cuando llegamos a la cascada había otros dos lobos esperándonos

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Cuando llegamos a la cascada había otros dos lobos esperándonos. Al parecer, Arus sobreprotector se había enterado de nuestro paseo. Amira me lanzó una rápida mirada pero yo me sentía muy tranquilo desde la mágica demostración de Jared.

Me senté sobre el césped mientras observé a Raúl cargar a Jared para sumergirse de un salto en el agua. Sonreí al escuchar la risa de mi hijo, tal vez debería venir más seguido a estos paseos.

Ami se quitó su playera negra. Traía puesto el pequeño top de un bikini rojo y la miré, completamente hipnotizado. Observé su mano izquierda y noté que no traía puesto su anillo.

«¿Vas a nadar con eso?»

Ella giró su cabeza para lanzarme una mirada divertida.

—¿Vas a regañarme? —dijo retándome.

—No —respondí—. «Pero voy a disfrutar la vista»

Ella sonrió con algo de pena, sus mejillas se colorearon un poco combinando perfectamente con su bikini.

—¿Vienes? —preguntó de manera tímida.

—Aquí te espero.

La vi sumergirse en un clavado, sin necesidad de quitarse el short de mezclilla. Con un par de brazadas llegó hasta Jared y Raúl. Tenerla lejos me ayudó a pensar con un poco más de claridad, ¿por qué no traía puesto su anillo? Ella nunca se lo quitaba cuando salíamos y mucho menos debería hacerlo con el regreso de Enzo.

No quería arruinar la diversión en ese momento, pero se lo preguntaría más tarde.

Desperté cuando sentí su cuerpo pegarse al mío, ¿en qué momento me había quedado dormido? Ella pasó su pierna por mi cadera y se recostó en mi hombro

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Desperté cuando sentí su cuerpo pegarse al mío, ¿en qué momento me había quedado dormido? Ella pasó su pierna por mi cadera y se recostó en mi hombro.

—Amor, estás mojada.

—Lo sé —respondió como si yo acabara de decir algo muy obvio—. ¿Puedes ayudarme con eso?

—Claro.

Troné mis dedos y ella se secó inmediatamente. Había aprendido a hacer eso especialmente para Ami, ya que no quería que se enfermara.

—Así está mejor —admití abrazándola, su piel estaba fresca—. ¿Qué tal está el agua?

—Deliciosa —dijo con un tono demasiado meloso que no dejé escapar—. ¿Sabes que estaba recordando?

—¿Qué? —pregunté acostándome de lado para quedar frente a frente.

—Aquí nos dimos nuestro primer beso.

Sonreí al recordarlo. Nunca le había confesado lo asustado que yo estaba en ese momento. Comenzaba a comprender mis sentimientos hacia ella y estaba en medio de una guerra interna. No sabía si aceptarlos o negarlos, pero cada día se volvía más difícil fingir que esa niña no me provocaba nada y que no me moría por besarla.

Fue ese lugar en donde reuní la valentía suficiente para por fin hacerlo.

—Lo recuerdo perfectamente —le dije—. ¿Te gustaría repetirlo?

Sus ojos brillaron.

—¿Qué tienes en mente?

Tomé su cintura y aparecimos en lo más alto de la cascada. El aire levantó su cabello y lo enredó, al mismo tiempo que abrió mucho sus ojos azules al descubrir mis intenciones. Intentó echarse a correr, pero amarré mis manos en su estómago, deteniéndola.

—No me refería a esto —respondió luchando contra mis brazos, pero alcancé a notar su diversión.

—¿Ah no? ¿Entonces a qué te referías? —pregunté haciéndome el tonto.

Me agaché para recoger sus piernas y cargarla, dando un paso hacia el borde de la cascada y teniendo un pequeño deja vú.

—Joham —dijo con advertencia.

—Amira.

Con un salto nos dejé caer, divertido ante su grito. Nos sumergimos juntos en el agua y esa vez no permití que se separara. Ami se abrazó a mi cuello y pataleé para volver a la superficie, ella respiró hondo y me miró fingiendo enojo.

—¿Cómo la primera vez? —me burlé.

Ella negó con la cabeza y se sujetó de mi nuca para plantarme un beso, ¿en dónde había quedado esa rubia tímida de hace seis años? Abrí mi boca y atrapé sus labios mojados ferozmente. Besarla era delicioso y faltó muy poco para olvidarme de que teníamos compañía.

Nos salpicaron con agua y eso logró separarnos. Le lancé a Raúl una mirada de advertencia, pero él rápidamente señaló a Jared, a quién estaba cargando.

—Y lo hice con magia, papi —confesó con una enorme sonrisa que dejó ver casi todos sus dientes.

—¿Ah si, travieso?

Con magia, levanté una pequeña ola que lo sumergió unos segundos. El cabello mojado cayó sobre sus ojos y lo apartó con una risita.

—Ven para acá —le dije, tomándolo de los brazos de Raúl.

Jared y yo nadamos y jugueteamos un rato en el agua, enseñándole a hacer más magia. Ami volvió a salir y se recostó para disfrutar de los cálidos rayos de sol que alcanzaban a filtrarse por los árboles. Raúl la acompañó. Fue increíble la paz que sentí en ese momento, sabiendo que toda mi familia estaba a salvo. Bueno... y el inmune también. 


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Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora