«Alberca de pelotas»
—Conozco a un lugar que le encantará a Jared —dijo Raúl emocionado mientras caminábamos por la calle—. Tiene juegos.
—No llevarás a mi hijo a un Mc Donalds —advirtió Amira.
No tenía idea de que era un McDonalds, pero si Amira lo prohibía yo estaba de acuerdo con ella. Podría ser peligroso. Jared subió su cabecita y me miró como si tampoco entendiera absolutamente nada de la conversación. Yo me encogí de hombros.
—¿Qué tiene de malo McDonalds? —preguntó Raúl con la mano de Ana entrelazada en la suya—. A los niños les encanta.
—Pero la comida es asquerosa. No quiero que Jared pruebe la comida chatarra.
—Pero la comida chatarra es deliciosa —insistió, como si Amira estuviera loca.
—Quiero ir a McDonalds —dijo Jared, muy seguro.
—Mamá dice que no —le respondí. No había nada que yo pudiera hacer cuando Amira decía que no.
Jared hizo un puchero adorable, pero ni siquiera eso lograría que yo me metiera con la decisión de Amira en este momento.
—No iremos a McDonalds —aclaró Raúl cuando Ami lo fulminó con la mirada— solo estaba defendiendo un punto. No te preocupes Jared, iremos a un lugar mucho más divertido.
Nuestro pequeño interrumpió su puchero para suplirlo con una sonrisa, quitándome a mí un peso de encima. No podía ver esa carita durante mucho tiempo.
Entramos a un restaurante colorido y con mucha gente sentada en las mesas. A pesar de que físicamente éramos iguales a los humanos, no pude evitar sentir que Jared y yo no encajábamos en ese lugar. Ami debió notar mi ansiedad porque me abrazó por la cintura y se quedó cerca de mí.
Tras esperar algunos minutos, nos sentamos en una mesa para cinco personas. Raúl quedó frente a Amira y yo delante de Ana, con Jared sentado a mi derecha. Una mujer nos entregó lo que pensé que sería un menú. Ya había escuchado la dinámica de estos lugares gracias a Dandelion.
De reojo, alcancé a ver como Ami se quitó su anillo disimuladamente para guardarlo en su pantalón.
«¿Todo bien?» —me preguntó mentalmente.
«Supongo» —respondí mientras evaluaba el menú, algo confundido.
«Estás mirando los postres» —me dijo y su mano tomó mi menú para girarlo con disimulo.
La otra parte era igual de confusa.
«Tal vez deberías pedir algo por mí» —sugerí.
«Bien, lo haré» —aceptó ella—. «Finge que lo lees otro rato»
Mis ojos se deslizaron por el menú con curiosidad mientras Raúl y Ana murmuraban poniéndose de acuerdo con su comida, comenzaba a aburrirme cuando mis ojos encontraron algo conocido. Automáticamente sonreí.
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Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]
Fantasía«Crucé mis brazos y observé algunos segundos el cielo. Hace poco que había anochecido y pinceladas de distintos colores pintaban la noche oscura. Nunca me cansaba de ese espectáculo. Ni de ese cielo. Ni de esa paz. Hacía ya seis años que Isis había...