Capítulo 47. Plan.

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«Plan»

Cuando la negrura se disipó, lentamente volví a sentir mi cuerpo

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Cuando la negrura se disipó, lentamente volví a sentir mi cuerpo. Estaba recostado sobre algo suave y cálido. Mis manos se cerraron sobre una sábana y me removí un poco para acomodarme en mi lugar. La verdad ahí estaba muy a gusto, me sentía descansado y en paz, pero conforme los minutos pasaron los recuerdos comenzaron a volver lentamente a mí.

Abrí los ojos, de pronto inquieto. Un montón de dudas comenzaron a taladrarme la cabeza, ocasionándome una punzada de dolor. Miré a mi alrededor y descubrí dos cosas: me encontraba en la habitación del castillo y no estaba solo. Jared yacía recostado a mi derecha, con la boca ligeramente entreabierta y profundamente dormido.

Me tranquilicé un poco al verlo y comprobar con mis propios ojos que él estaba bien. Quise pasar mi mano por su cabello y abrazarlo con fuerza, pero decidí que por el momento lo mejor sería no despertarlo.

Me puse de pie, aún confundido. La última vez que había visto el castillo, un dragón plateado había derribado gran parte de él mientras el bosque estaba siendo consumido por el fuego. Me acerqué a la ventana y aparté la cortina para mirar el anochecer. Todo parecía normal, como si mis recuerdos se trataran tan solo de un sueño.

—Amira... —susurré con la boca seca.

¿Todo había sido una ilusión? ¿O en verdad la habíamos recuperado?

Salí de mi cuarto a toda prisa, solo para descubrir que el pasillo estaba en silencio. Corrí por él, intentando encontrar una pista de lo que había sucedido. O a alguien que me lo explicara.

«Dandelion» —lo llamé mentalmente.

Pero no acudió. Llegué al final del pasillo y bajé las escaleras casi trotando, iba tan rápido que pude haber chocado con ella, pero al verla mi cuerpo se quedó paralizado e inmóvil unos dos escalones más arriba.

Amira se sobresaltó al encontrarse conmigo, pero sus ojos se suavizaron al reconocerme y pude comprender, con verdadero alivio, que era ella. Traía su largo cabello recogido en una trenza y un ligero vestido de tul blanco caía hasta sus tobillos, dejando sus pies descalzos a la vista.

— Joham —dijo con anhelo— por fin.

Acortó la distancia entre nosotros y me envolvió con sus brazos. Yo enredé los míos en su cintura y suspiré al oler la combinación de vainilla y flores en su cabello. Eso lo volvió mucho más real de lo que ya era. Acomodé mi barbilla sobre su cabeza, dejando que su cercanía me tranquilizara.

—Estás aquí —dije aliviado. Ella acarició mi nuca en respuesta, consolándome.

—Lo estoy —me aseguró y se apartó un poco para mirarme a los ojos—. ¿Cómo te sientes?

—Algo confundido —admití y al tenerla tan cerca, pude notar el cansancio y la tristeza de sus ojos azules—. ¿Está todo bien? —pregunté preocupado.

Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora