Capítulo 33. Infierno.

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«Inferno»

—No entiendo —confesé mientras miraba a mi alrededor

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—No entiendo —confesé mientras miraba a mi alrededor.

—Debes comprender que el infierno tiene demasiadas dimensiones y seguramente nosotros estamos en la de Sunforest. Tal vez fue aquí donde Enzo se escondió todo este tiempo.

—Entonces, ¿Sunforest tiene su propia versión de un infierno?

—Algo así —admitió—. No existe un solo infierno, existen muchos. Digamos que cada universo tiene el suyo, pero todos son uno mismo. Es algo complicado de entender.

—No necesito entenderlo —aclaré—, solo necesito saber si Ami está aquí.

—Averigüémoslo.

Miré a mi alrededor con atención y alcancé a notar algunas ligeras diferencias en el bosque en el que estábamos. Para empezar, todo estaba mucho más oscuro. Los árboles parecían sin vida y no lo había notado en un principio por la falta de luz, pero sus troncos eran completamente negros... al igual que el cielo. No había colores ni estrellas, todo parecía estar sumido en una atmósfera de muerte. Un escalofrío me recorrió ante el aire gélido que dominaba en ese lugar, se trataba de un frío intenso que se te metía debajo de la piel y penetraba hasta tu corazón.

—Ya lo notaste, ¿verdad? —preguntó Arus aún dentro del cuerpo del demonio.

—Si —susurré y lo miré de reojo—. ¿Permanecerás dentro del demonio?

—Podríamos necesitarlo.

Asentí, algo distraído.

—No siento a Amira, ¿tú?

—No, pero eso no significa que no esté aquí. Tal vez este demonio pueda guiarnos hasta ella.

«¿Ami?» —la llamé mentalmente, esperanzado, pero no recibí ninguna respuesta.

El gruñido de Arus me distrajo en ese momento, se llevó una de sus manos a su cabeza y presionó su frente.

—¿Estás bien?

—Si —exhaló—. Es solo esta fuerza maligna.

—Tal vez deberíamos darnos prisa.

Arus asintió y comenzamos a recorrer el bosque, con precaución ya que no sabíamos que nos podríamos encontrar. El infierno de Sunforest era extraño, silencioso... y conforme los minutos pasaron lo comprendí. Ahí el bosque estaba muerto, no había vida y por lo tanto, tampoco magia. Y eso era lo peor que le podría pasar al verdadero Sunforest, que toda nuestra esencia muriera dejando un bosque como ese. Además, el frío comenzaba a entumecer mi cuerpo, congelándome por dentro.

Ahora entendía porque ese era un maldito infierno.

Arus se paró en seco y sujetó su cabeza con ambas manos. Soltó un fuerte y gutural grito, haciéndome temblar de pronto.

Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora