Capítulo 15. Anillo.

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«Anillo»

—Deberíamos irnos antes de que anochezca —comenté

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—Deberíamos irnos antes de que anochezca —comenté.

Ami asintió, estando de acuerdo. Entre la magia y el nado, Jared había caído rendido desde hace una media hora. Lo cargué con una mano y con la otra tomé a Amira para poder desaparecer junto con Raúl. Ya era algo tarde para volver caminando. Los lobos nos siguieron.

Aparecimos en la cabaña. Amira y Raúl se miraron con tristeza, era hora de despedirse. Me dirigí hacia la habitación para darles un poco de privacidad. Nunca había sido fan de su amistad, pero secretamente me alegraba que Ami tuviera a alguien más en quien apoyarse cuando lo necesitaba. Incluso si ese alguien era Raúl.

Cambié a Jared y lo recosté en el centro de la cama. Su rostro estaba tan tranquilo cuando dormía que alcancé a sentir un poco de envidia. Peiné su cabello hacia atrás y besé su frente. Uno de mis miedos más grandes cuando me enteré de que Ami estaba embarazada por primera vez, justamente había sido no poder otorgarle toda esta felicidad a mi futuro hijo. A mí me había tocado vivir sin padres y no quería que el ciclo se repitiera. No soportaría que Jared sufriera de la misma manera.

Lo arropé con cuidado de no despertarlo y bajé un poco la luz para que pudiera descansar. Salí de la habitación, dejando la puerta emparejada para poder escucharlo si despertaba.

Amira y Raúl estaban en medio de un fuerte abrazo. Él se separó cuando me escuchó entrar y por un segundo me pregunté cuánto miedo me tendría el inmune, pero casi de inmediato le resté importancia. Era mejor así.

Él le dedicó una sonrisa a Amira y tomó la llave que estaba colgada en su cuello. A pesar de eso, el humano se veía un poco preocupado.

—Por favor, mantenme informado sobre Enzo —pidió en voz baja, pero alcancé a escucharlo sin siquiera esforzarme.

—Claro —aseguró Amira—. Tú trata de no preocuparte por eso, estaremos bien —aseguró ella con una tranquilidad envidiable.

Raúl la miró como si no le creyera, pero conocía a Amira y sabía que esa era una batalla que él no ganaría.

—Te veré pronto.

—Eso espero.

Utilizó la llave para volver a casa y Amira soltó un largo suspiro en cuanto se quedó sola, ¿debería preocuparme?

En silencio me acerqué a ella y el alivio me recorrió cuando me recibió con una sonrisa. Me abrazó por la cintura y recargó su sien en mi pecho.

—Gracias por haber insistido en tener este día —me dijo—. Y gracias por habernos acompañado. Fue perfecto.

Yo también sonreí, acariciando su cabello.

—Trataré de acompañarlos más seguido —prometí.

Sunforest 2. Joham Rey. [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora