Justo como Olivia sugirió.
Elliot amaneció con mucho ánimo, después de hacer café y una larga rutina de flexiones de pecho y abdominales, salió rumbo a la que fue su casa por mas de 14 años.-¿Papá? - al escuchar los sonidos de un auto frente a la casa, una de las mayores de las Stabler, Kathleen, se asomó por la ventana - sí, es papá - confirmó al verlo acercarse por la acera - ¿qué hace aquí?
-¡Qué importa! - gritaron los gemelos. Corrieron a la puerta - ¡Papi!
-¡Hola amores! - Se agachó para recibir a sus gemelos con un abrazo.
-¡Papito, que alegría verte! - añadió Elizabeth besando sus mejillas.
-Si, papi. Te extrañamos mucho - dijo Richard.
-También los extraño mis niños.
-¡Papá, hola! - saludó Kathleen.
-Hola cariño - la abrazó y la besó.
-No te esperábamos... ¿cómo estás? Me alegra verte.
-Vengo a llevarlos a la escuela, Si quieren.
-¡Claro que queremos papi! - Elizabeth tomó su mano y lo guió dentro de la casa - ven, vamos a desayunar.
-Espera, cariño... no creo que sea...
-¿Buena idea? - agregó Kathy.
-Kathy... hola.
-Hola... siéntate, acompañanos a desayunar.
-¿Enserio?
-Claro, no tengo ningún problema - dio vuelta.
-Espero no llegar tarde... muero de hambre.
-¡Maureen! - gritaron los gemelos.
-¡Hey, enanos! - los saludó.
-Hola, hija.
-¿Papá? - la mayor de los Stabler entró sin darse cuenta de la presencia de su padre - ¿qué haces aquí?
-Nos va a llevar a la escuela - añadió Elizabeth - pero vamos a desayunar, muero de hambre...
-Buena idea.
Todos se ubicaron en la mesa, Elliot no sabía muy bien donde sentarse, hace meses que firmó los papeles del divorcio y antes de ello la situación con Kathy era difícil al punto de llevarse a los niños, pero ahora que volvió a establecerse en New York pensaba mucho en como actuar con ella.
-¡Papi, hoy tengo entrenamiento de fútbol! - grito Elizabeth cuando se hallaron frente a al escuela.
-No podrías nisiquiera tocar el balón.
-Eres un tonto, Richard.
-No digas eso, Dickie, tu hermana es muy buena jugadora.
-La agarran de pelota.
-¡Ya Richard!
-Bueno, niños.
-Siempre hacen lo mismo - Kathleen puso en blanco sus ojos.
-¡Ya vamos!
-¡Adiós papá!
-¡Nos vemos amores! - besó la frente de sus hijos, los miró correr a la entrada fascinado por el tiempo que compartió con ellos.
Antes de ir a la Unidad, pasó por la cafetería favorita de Olivia, ya eran pasadas de las ocho, era obvio que ya estaba en su escritorio.
-¡Buenos días! - saludó con una gran sonrisa. Puso los dos café en su escritorio y se quitó el saco. El escritorio de la morena estaba vacío - ¿Olivia no ha llegado?