Déjame ir...

110 5 3
                                        

Pasé por la puerta, y lo primero que hice fue ir directa a la cocina. Cogí una botella de dos litros de agua y la bebí en diez minutos. Abrí la alacena y empecé a comer galletas de chocolate. Cuando me cansé de comer y de todo, me tumbé en el sofá, y puse una mano en mi frente, para tapar mis ojos de la luz. Ron se apoyó en el sofá, y me apartó un mechón de pelo que caía por mi cara.

-Dy... ¿te encuentras bien? Me tienes preocupado...

-Sí, no te preocupes...

Me incorporé, quedando sentada en el sofá. Ron se sentó a mi lado.

-Dy, sabes que puedes contarme lo que quieras...

-Ron, no hay nada que contar... sólo quiero que esto termine de una maldita vez...

-Pues tendrás que esperar a que pillen a tu padre..

-¡De eso nada!

Me puse de pie, dándole la espalda. No iba a esperar. Lo había hecho durante dos semanas, seis meses, dieciséis años... no podía esperar más.

-¿De qué estás hablando, Dy?

-Iré a por él. No me importa cómo, pero tengo que cogerle...

-¡Estás loca! ¡Ni en broma!

Me giré, mirándole enfadada. Él me miraba, entre preocupado y enfadado. Pero no podía retenerme. Tenía que hacerlo, buscar a mi padre y acabar con todo esto.

-Ron.. él me quiere a mi... no voy a exponer a nadie más... no por mi

-¿¿Quieres dejar de ser así?? ¿¿No te das cuenta que no puedes hacerlo todo tú sola?? ¡¡Nos necesitas!!

-¡Ron! ¡¡No necesito que acabéis en el hospital por mi culpa!!

-¡Pero es que no tiene por qué ser así! Pero si tú te entregas, ¡¡ten por seguro que acabará contigo!!

-¡Ronald, por Dios! ¡¡Tengo que hacerlo!! ¡Nadie puede ponerse en mi lugar ahora mismo!

-¿¡Por qué quieres hacerlo!? ¿¡¡Por qué quieres arriesgarte a que te mate y dejarme solo en este asqueroso mundo!!?

Eso me llegó. Muy hondo. Sentí que todo el dolor en mi estómago subía lentamente a mi pecho, a mi corazón. ¿Por qué no entendía él que lo que quería evitar era esa misma situación? Mi cuerpo comenzó a hacerse pesado... descendí al suelo, donde rompí a llorar. Ron me quiso abrazar, pero me negué. Él forcejeó conmigo, hasta que me rendí y le abracé con fuerza.

-¿Por qué no lo entiendes, Ron...? Tengo que hacerlo...

-Dy, comprendo que quieras hacerlo, y salvarnos... pero lo que tú tienes que entender es que no puedes ir sola... no pienso permitirlo...

-Yo no pienso permitir que estés en peligro por mi culpa...

-Pues a ver cómo lo solucionamos porque sola no te dejo ir, y punto

Le miré triste, pero él sonreía. Me dio un beso en la frente, y me mantuvo junto a su pecho, donde escuchaba sus hermosos latidos. Cuando nos calmamos, me puse de pie, y recordé el sobre. Lo abrí, en la presencia de Ron, y saqué el CD. Tenía mi nombre en la tapa. Lo puse en el reproductor de música, y lo puse a sonar.

Me puse realmente triste al escuchar aquella canción. Ron no entendía aquello, pero no se movió. No dijo nada. Aquella canción, del grupo The Police, la cantaba mi padre, cuando era pequeña. 'Every breath you take'. Cada vez que respires. Era una clara advertencia. Mi padre, cuando escuchaba aquella canción, me recordaba que siempre estaría a mi lado, vigilando mis pasos para que nunca estuviera sola. Pero esta vez, la advertencia iba por otro camino. Quería hacerme saber que iría a por mí, fuese como fuese. ¿Pero por qué aquella canción? No podía procesar más información en aquel momento, y apagué todo. Me sequé las lágrimas, pasando la manga de mi chaqueta por mi cara. Sin decir nada más, me fui a la cama, dejando allí plantado a Ron en la sala.

Criminal mindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora