KISAENG|| Hyunmin -αdαpтαcιóɴ

ᴛᴡᴇɴᴛʏ ғᴏᴜʀᴛʜ ɴɪɢʜᴛ

— ¿Qué pretendías hacer al golpearlo? —empujé con mucha fuerza a Changbin, logrando apegarlo a la pared.

Él miró a ambos lados; nos encontrábamos en un callejón vacío y sin ningún ser viviente a excepción de los animales callejeros que vivían o pasaban por ahí. Suspiró y semi rió antes de mirarme y volver a reír.

Todo pasó tan rápido después de eso, su puño en mi rostro y mis manos apoyadas en el frío suelo, éstas me habían servido como soporte de mi peso y amortiguador de cualquier posible golpe que pude haber sufrido al caer.

— ¡Tú querías que consiguiera tus respuestas y eso hice! —me gritó—. Los golpes solo fueron un extra porque la zorra se metió con Lia y tú bien sabes que con mi esposa nadie se mete —dijo lo último en un tono demasiado molesto.

Pasé la yema de mis dedos por mi labio inferior, sentía la sangre correr por mi piel y en gran parte de mi cavidad bucal. El asco invadió mi cuerpo, al igual que mis ganas de vomitar.

— ¡NO TE HAGAS EL MARIQUITA, HWANG! —volvió a gritar, y las ganas de escupirle no me faltaron —Descubrí que la "princesa"... —hizo comillas con sus dedos —, de tus ojos no es nada más que una pobre puta al igual que ese enano de mierda.

Entonces, solo entonces dejé de pensar y de saber cómo hablar. Lo sabía, pero quería escucharlo por su boca, quería que... ¡Mierda! Yo no quería escucharlo ni de su boca ni de la de Changbin, quería que esto no fuera real y que ese hermoso chico no haya andado de cama en cama.

En lo más profundo de mi ser esperaba que Seungmin solo fuera mío, de nadie más. Mi forma de pensar estaba mal, puesto que tenía una esposa e hijos, pero no podía evitarlo. No podía evitar dejar de pensarlo.