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Seokmin

La dirección los llevó hasta esa casa más apartada de la ciudad. Era la única en medio de la nada. Afuera de esta había una pequeña silla mecedora y encima de ella había un pequeño niño que jugaba con un cachorro.

– Hola pequeño, ¿están tus padres en casa? – preguntó Seokmin aún lejos del niño. Amaba jugar con ellos pero si no los conocía prefería mantener algo de distancia. No deseaba espantarlos.

El pequeño asintió y corrió dentro de la casa con el animal en manos. Al cabo de un minuto se pudo apreciar la imagen de un chico bastante alto, piel algo bronceada y cabellos negros largos. Tenía al niño en sus brazos con la pequeña figura del cachorro detrás de él.

– ¿En qué podría ayudarles? – incluso su voz era algo profunda.

– Eh, sí, hola. Mi nombre es Seokmin y éste es mi hermano Seungcheol. Queríamos saber si estaría dispuesto a respondernos una pregunta.

– Si conozco la respuesta con gusto responderé. Suelta la sopa.

– Queríamos preguntarle sobre el incendio que ocurrió hace algunos años en una de las residencias de la villa más arriba de la cuesta. – el personaje frente a ellos tensó sus músculos faciales. Soltando al niño, diciéndole que buscase algo, se sentó en la silla mecedora. Los invitó a que se sentasen a su lado. – ¿Alguna vez esa fue la residencia de los señores Choi? – el ceño del hombre frente a ellos se frunció. Parecía intentar recordar alguna persona con tal apellido pero ninguna bombilla prendía.

– Lo lamento pero ningún Choi ha vivido aquí desde una década y media. Mucho menos en esa casa.

– ¿Me está diciendo que la casa en donde me crié nunca fue nuestra? – Seokmin quería llorar, no por el hombre frente a él ni por la situación. Sino por la impotencia de no tener sus propias respuestas, por no poder controlar lo que pasa.

– Me temo que sí. – el hombre frente a ellos bajó la cabeza en forma de disculpa.

Un hombre de cabellos negros como el cielo en medio de la noche apareció de dentro de la casa con el pequeño de nuevo en manos. Miró a los nuevos con extrañeza para luego dedicarles una sonrisa única en su clase.

De repente, el hombre de la piel bronceada se puso de pie. – No puedo creer que no me he presentado. Un gusto, soy Kim Mingyu. Este pequeñín de aquí es mi hijo, Mihyu y mi esposo.

– Un gusto, Minghao. – el chico de cabellos negros alargó su brazo para dar una bienvenida oficial pero ninguno de los hermanos pudo siquiera parpadear. ¿Podría tener conexión? ¿Podría ser él el niño que tuvo participación en aquel fuego? – Sé lo que piensan. Y sí, soy yo. – alejó su mano para acomodarse el cabello. Soltando al pequeño caminó hasta su esposo para sentarse junto a él. – Es cierto que era un pequeño niño cuando todo eso pasó e incluso estaba apunto de morir.

– ¿Cómo lograste sobrevivir? – preguntó Seungcheol inocentemente.

– Es una larga historia pero la resumiré. – Su esposo notó el dolor que le causaba contar esa historia de nuevo, pasó ambas manos por los brazos del contrario sobándolo. – Los bomberos habían llegado. Tenían mi cuerpo en una de las camillas del hospital donde me declararon muerto. Cuando cayó la noche, a pesar de que no tenía fuerzas logré salir. No podía correr y mucho menos caminar. No había comido en dos días y mi sed era inmensa. Logré llegar a un callejón, era detrás de un restaurante. Al entrar por él para buscar comida fui golpeado por otros niños más grandes que yo. Todos buscábamos lo mismo pero al estar débil no pude defenderme. Caí desplomado en el suelo sin poder moverme. Había perdido mucha sangre debido a las patadas y puños, lloraba por la impotencia y el dolor. ¿Saben ese sentir cuando sienten que están lejos de casa? Así me sentía. Quería retroceder el tiempo para volver pero sé que si eso fuera posible no estaría en donde estoy ahora. – hizo una pausa para tomar al pequeño en sus brazos y sentarlo sobre su regazo. – Estuve en ese estado por treinta minutos, quizás menos, quizás más. Quién sabe, cuando sientes que mueres y que el mundo se te viene abajo no piensas realmente en los minutos que gastas respirando. Mi ayuda había llegado luego de ese tiempo. Recuerdo claramente el cómo Mingyu había ido personalmente a botar algo en los basureros del callejón junto con su padre. Incluso escuché que le dijo "soy un hombre independiente como papi". – rió dejándole un leve beso en la mejilla de Mingyu en forma de disculpa por burlarse de él. – Ambos se me quedaron mirando de la sorpresa y no dudaron en llevarme al hospital. Esta vez era un hospital diferente, me trataron mejor y ellos se quedaron conmigo, no me dejaron. Me mantuvieron con ellos desde mis diez años y nunca pude agradecerles por todo lo que hicieron conmigo.

– Vaya, no puedo imaginarme el dolor que debiste sentir... – habló Seungcheol algo incómodo. Amaba que las personas hablasen con él y le contaran cómo se sentían pero cuando intentaba ponerse en su lugar teniendo empatía no era fácil.

– Tranquilo, mi dolor fue recompensado con una vida plena y feliz. La última pieza que unió todo mi rompecabezas fue esta hermosa criatura. – tomó a su hijo en brazos alzándolo a su altura dándole un casto beso en la frente. – Y ustedes. ¿Cuándo fue la última vez que estuvieron en esa casa? No pude dejar de escuchar la conversación y por lo que oí esa era una casa muy especial para ustedes.

– Es una historia larga llena de muchos enredos. Lo que puedo resumir es que estuvimos fuera de la ciudad por 3 días y al regresar esto fue lo que nos encontramos. – respondió Seungcheol.

– ¿De qué huían? – preguntó Mingyu.

– No no. No huían de algo, huían de alguien. – respondió Minghao luego de mirarlos a los ojos con mucho detenimiento. – Es cierto que este pueblo ha tenido muchas rarezas durante los años, nunca imaginé ver una tan fuerte frente a mi. Si nos permiten estaríamos feliz de ayudarlos. – sonrió. Soltó a su hijo dejándolo jugar con su mascota. Los ojos de un padre orgulloso brillaban.

– Sería muy amable de su parte pero no queremos ponerlos en problemas. Además, Seungcheol y yo hemos estado recibiendo un tipo de ayuda en el camino. No queremos que se preocupen. – anuló la parte en donde hablaba de las voces. No quería que los tacharan de locos cuando apenas los conocían.

– Hey, nunca está demás recibir ayuda extra. En un futuro nos volveremos a encontrar, después de todo la vida tiene una manera extraña de funcionar. Pero, tranquilos, por ahora Mingyu y yo estaremos aquí y si necesitan de nosotros no se preocupen, encontraremos su camino hasta dar con ustedes. – culminó su charla con una sonrisa gigante.

Dispuestos a irse se pusieron de pie. Observaron al pequeño Mihyu y su cachorro. Mingyu les había dicho que terminaría de cocinar uno de sus platillos preferidos, les dijo que podían quedarse a comer si deseaban. Minghao era el último. El antes mencionado les pidió que lo siguiesen hasta el lago que quedaba a cinco minutos de su casa. Los chicos extrañados lo siguieron; El camino había sido silencioso escuchándose únicamente los pasos encima del camino rocoso. Al llegar Minghao se acuclilló tocando el agua con un simple dedo, sonrió de lado sin mostrar sus dientes y los miró a los ojos. Tomó aire y soltó lo que tanto tenía aguantado.

– Por más que quieran les quiero pedir un favor inmenso. – se reincorporó aún sosteniendo la sonrisa. – No las ignoren.

– ¿Ignorar qué?

– Las voces Seokmin.

Voces [Seoksoo/Jeongcheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora