29°

224 53 0
                                    

– Seungcheol, deberías comer algo. – incitó Mingyu.

– Quiero ver a Seokmin. – el par de esposos se miró indeciso por unos minutos.

– Acabas de despertar, tus piernas llevan dos meses en la misma posición, no creo que caminar sea lo correcto.

– Al menos hasta el baño entonces. Si puedo caminar hasta allí podré caminar hasta él. Por favor... – persuadió cumpliendo su propósito.

Con cuidado tocó el piso frío. Arrastró consigo la máquina que marca los latidos de su corazón con él. Al llegar al baño miró su reflejo en el espejo. Y su corazón pareció detenerse por un momento. ¿Habían vuelto?

Sus tatuajes estaban ahí, cada uno de ellos brillaba como todo un protagonista de película, hasta la espada con el candado y las cadenas que Seokmin había dibujado. Incluso su cabello rubio. Todo estaba de vuelta. Hace dos meses hubiera estado feliz de ver su apariencia así, estuviera saltando de alegría. Pero, ahora lo veía y le asustaba. No reconocía a esa persona frente al espejo. Sentía que era alguien ajeno que observaba a través de sus ojos. Como si no perteneciera a ese cuerpo, no a esa vida.

El tema del coma pasó a segundo plano cuando su mente hizo corto circuito. ¿Siquiera recordaba algo de esta vida? Si este lugar era su verdadera casa, ¿por qué no podía acordarse de su casa, de su trabajo o lo que sea que hacía? No existía nada en su mente, solo el anhelo de regresar con Jeonghan, con sus amigos y esconderse del mundo.

– ¿Vamos con Seokmin?

Sus pasos eran lentos pero firmes. Sus ojos enfocados en el suelo sin querer observar a los demás mientras caminaban por el pasillo blanco. No merecía sus miradas, sus sonrisas, no las quería. Eran extraños, él era el mayor de ellos, este no era su mundo. Y lo que dolía realmente era que sí lo era.

– ¡Seungcheol! – Seokmin estiró sus brazos en búsqueda de un abrazo gigante que solo su hermano sabía dar. Fue recibido. Seokmin hizo espacio en su cama para que ambos se acostasen y pudieran desayunar mientras los otros tres observaban desde el pequeño sofá para visitas.

– Empiezo a pensar que los locos nunca mienten. – dijo el ahora rubio con una risa sarcástica. – ¿Crees que ahora sí estemos locos?

– Jisoo una vez me dijo que los lunáticos son las personas más normales del mundo. Ser loco jamás ha sido un pecado, ¿cierto?

Ambos rieron. Los cinco charlaron sobre cosas triviales para avivar un poco el ambiente. Luego se amargarían las vidas con temas serios. Mingyu habló de una pequeña travesura que hizo Mihyu hace unos días en donde tiró toda la harina por la cocina mientras Mingyu hacía un pastel de chocolate. Seungkwan habló del nuevo vestido de Jasmine y los nuevos zapatos de tap del pequeño Soohyu. Sonrisas en medio del caos.

– Por cierto Seok, le dije a... – Joshua cerró su boca con rapidez al ver a los cuatro inquilinos nuevos del cuarto. – Vaya, que sorpresa...

– Joshua, qué agradable verte.

– Que agradable tu presencia Minghao. – sonrió. – De todas maneras. Seok, cariño. Hablé con papá, le dije que no querías quedarte en la casa de playa y él sugirió quedarnos en la del bosque. ¿Qué tal?

Seungcheol sintió su piel erizarse con tan solo escuchar la palabra bosque. Aún más cuando dijo casa. Seokmin se sentía igual, era un sentimiento muy familiar.

– ¡Joshua no encuentro a... ¡Seungcheol! Dios, ¿por qué te fuiste así de la nada? ¿Sabes lo asustado que me dejaste? – Jeonghan ni siquiera miró para los lados, simplemente se acercó a Seungcheol dándole un abrazo sofocador, uno que lo incomodaba.

– Jeonghan, déjalo respirar por Dios. Estás siendo dramático. – habló Seungkwan.

– ¿Y ellos qué hacen aquí? – la voz de Jeonghan sonó hostil.

– Suenas enojado. Nosotros estamos visitando a nuestros amigos, ¿qué hay de malo en eso? No vinimos a verlos a ustedes.

– Joshua, te dije que no me sentía con ánimos de salir a ninguna casa. Agradezco que quieras distraerme pero, tengo que decir que no. – esa era su respuesta. Joshua miró con detenimiento a Seokmin, exasperó poniendo sus ojos abiertos.

– Te estás poniendo difícil. Espero que no estés actuando de esta manera porque tus amigos están aquí, ellos no han estado para ti en las buenas y en las malas, espero que esta no sea una manera de pagarme mis buenos tratos. No creo que tus padres hayan criado un malagradecido.

– Es mejor que te vayas antes de que este plato salga volando de las manos de mi esposo. – advirtió Minghao. Joshua se puso de pie y se fue cerrando la puerta con fuerza.

– Seok, perdona sus palabras, está algo alterado. No creo que haya dormido en días, el estrés lo ha de haber vuelto loco. Iré a hablar con él. – Jeonghan posó su mano derecha en el hombro del mencionado con una sonrisa ladeada.

Los hermanos respiraron todo lo que pudieron. La mirada hacia el futuro se veía incierta, había una laguna enfrente, una red imposible de traspasar. Sus pensamientos comenzaron a ser negativos, tal como una telaraña que atrapaba todo lo que encontrase en el camino, así hacían sus pensamientos negativos con los positivos. Querer la vida que tuvieron hace una hora cuando lucharon tanto por regresar a esta... sonaban hipócritas. Probablemente lo eran. Pero, regresar parecía ser su única fuente de felicidad. Volver podría ser la recuperación total de su felicidad. Un nuevo comienzo. El futuro anhelado por ambas almas atrapadas.

Recuperar lo que habían perdido pero, ¿cómo se recupera algo que se había perdido y que anhelaban quitar de su vida? ¿Cómo se recupera algo que rechazaron?

E.

Voces [Seoksoo/Jeongcheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora