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Seungcheol

– ¿Cómo sabes de ellas? – el rostro del chico se volvió melancólico.

– Solía escuchar una. Era la voz más perfecta que alguna vez pude escuchar. Rápida pero cautelosa, sin quejas pero quisquillosa, alta con un tono bajo. Una sinfonía. La oí cuando me golpeaban en aquel callejón. Cuando mi debilidad no me dejaba moverme. Pensé que el oxígeno comenzaba a dejar mi cerebro y gracias a eso oía la voz de un ser inexistente decirme que la ayuda vendría en camino. Me decía que todo mejoraría y que no sufriría más.

– ¿Alguna vez dejaste de oírla?

– En realidad no. Las voces se quedan por siempre, hasta el día de tu muerte.

– ¿Qué puede pasar si ignoro la voz?

– Si ignoras la voz, digamos que es posible, no podrías vivir en paz. La voz te sigue a donde quiera que vayas, después de todo "vive" en tu mente. Las voces llegaron para ayudar dependiendo lo que hayas pasado. Cada mundo es diferente por lo que existen diversos propósitos.

– ¿Todos tienen una voz?

– Se dice que solo aquellos que la permiten escapar. Al dejarla escapar dejas que una parte muerta de ti recobre vida y salga a la luz. Aunque no deben haber más de 4 personas en el mundo con una voz dentro de sus cabezas que tiene vida propia.

– ¿Tú la ignoraste? – el pelinegro dejó de responder. Sus ojos se apartaron de los hermanos centrándose en el agua cristalina frente a él.

– Como dije, es imposible. Por esa voz me metí en problemas ciertas ocasiones, me volví otro yo y dejé de ser tímido ante la tormenta. Diariamente hablaba con ella, me conectaba más, me volvía dependiente. Hasta que un día, sin darme cuenta, me había convertido en la voz. Ella dejó de estar en mi mente. Se transformó en mí. Le di una forma, le di un hogar, ahora pienso tal y como la voz lo haría. Los consejos que necesito, los abrazos que nunca recibí antes de los 10 años, el amor propio y la autoridad para negar a la sociedad. Todo eso se fue con el antiguo Minghao. Ahora estoy yo, el que no busca problemas y lleva una vida plena. Sé que suena aterrador pero no es como que mueres para convertirte en otra persona. Cambias por voluntad propia. Son las decisiones que tú mismo escoges las que provocan la diferencia.

Jeonghan, ¿alguna vez esto pasará con nosotros?

¿Tuviste algo que te ayudara en el camino además de las palabras que te decía? Yo traigo conmigo este cuaderno. Dibujo todo lo que siento.

– Cantaba. Usaba mis cuerdas vocales para guiarme en la oscuridad o cuando me sentía perdido. – a lo lejos se escuchó la voz de Mingyu interrumpiendo la conversación para decir que la comida estaba lista y que fueran a comer. – Oh, ¿vienen? –  Seungcheol miró a su hermano por unos breves segundos y negaron a la vez. Su hambre había desaparecido de la nada y no había vuelto.

Se despidieron de Minghao y Mingyu prometiéndoles que se volverían a ver y que vendrían a visitarlos cuando tuvieran tiempo. La pareja encantados de tenerlos de vuelta se despidieron no sin antes darles una mochila a cada uno con merienda, un par de ropa nueva a cada uno y dos botellas de agua, incluyendo otras cosas útiles de primeros auxilios. Incluso el pequeño Mihyu le regaló tres lápices con punta a Seokmin. No querían aceptarlas pero no les permitieron devolverlas.

Y sin más se fueron.

– ¿A dónde vamos ahora Seung? No hay forma de poder volver a casa, no tenemos manera de regresar. – y era cierto. Llevaban días caminando, días lejos de su hogar para que al regresar ya no tuvieran siquiera uno. Sabía que al ser el hermano mayor tenía un poco más de responsabilidad de guiar a Seokmin pero, ¿cómo podría guiar una persona a otra cuando ni siquiera hay un plan? Es como tener una orden mas no saber ejecutarla.

Más tarde, las nubes del cielo se juntaron para hablar de las demás, criticaban y se reían eso antes de que una de las nubes se enojara. Su enojo causó un cambio de color en su tono, la rabia que sentía hizo que cayera una lágrima de dolor tras otra. Estaba tan corrompida que contagió a otra de las nubes provocando una epidemia de contagios, todas las nubes lloraban tal como un bebé recién nacido. No había paraguas que aguantara tanto dolor ni un techo para cubrir las lágrimas del sufrir.

Los hermanos corrieron buscando refugio. Cerca de ellos había un árbol lo suficientemente grande para cubrirlos y taparlos de la lluvia. Tenía hojas gruesas y grandes, un tronco ancho y viejo, todas sus raíces sobresalían de la tierra y el olor a grama se hizo presente.

¿Sabes algo sobre lo que le pasó a mi casa? ¿Tienes alguna idea de lo que les pasó a mis padres?

« Todo tiene su tiempo. Adelantar significaría regalar la respuesta. Enterarte de las noticias por la boca de alguien más hace que afecte o dure más en tu cabeza que si tú mismo lo descubrieras solo. »

¿Entonces sí sabes? ¿No puedes decirme?

« Creo que ya pasamos por esa parte pero te lo recordaré. Sé todo de ti. Si te digo todo lo que sé no terminaría en un solo día además de que no me creerías enseguida. Eres inteligente. Las preguntas de tu vida tendrán una respuesta, siempre y cuando sepas esperar. Adelantar la información causaría un problema en tu cerebro y negarías tu propia sabiduría. Déjale el control al tiempo y él te contestará. »

A veces detestaba que Jeonghan tuviera razón pero gracias a él había llegado tan lejos, estaba en deuda.

Cuando dejó de llover salieron de su escondite, la oscuridad del día había llegado. Era difícil enfocar bien la vista en plena oscuridad, para su suerte la pareja les había entregado una linterna a cada uno por lo que caminar en la noche no será un problema, al menos no por ahora.

El suelo cambió de plantas y vegetación a piedras y tierra mojada. En medio del camino se veían unas piedras muy grandes salir de la tierra. ¿Saliendo de la tierra? Apuntó la luz de la linterna hasta la extraña figura lejana, tuvo miedo de descubrir lo que sea que fuera, al menos la suerte estuvo de su lado ésta vez. Eran lápidas.

– Estamos en el cementerio general. Aquí se encuentran únicamente las personas que vivieron en las casas de la villa Chun. – recordó Seokmin al mirar cada nombre dibujado en las lápidas. – Tengo el leve presentimiento de que tenemos que leer cada uno de los nombres.

– ¿Sospechas de la muerte de alguien conocido?

– No sospecho. Jisoo me lo dijo.

– ¿Y por qué Jeonghan no me dice nada? – alzó los hombros como respuesta. Fue lápida por lápida, no reconocía a ninguna de las personas bajo tales nombres. – ¿En serio conocemos a alguien de aquí? – miró a su hermano. Seokmin tenía los ojos rojos y pudo verle una lágrima bajarle por la mejilla.

– Seok...

– Están aquí.

– ¿Quiénes?

– Mamá, papá y...

– ¿Abuela? – la cabeza de su hermano se movió de lado a lado en negación. – ¿La hermana de mamá? – seguía negando esta vez con más velocidad. – ¿Entonces qui...

– Seungkwan.

« ¿Me hubieras creído si lo decía antes? »

Voces [Seoksoo/Jeongcheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora