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Seokmin

Contarle lo que sucedió con sus padres a Seungcheol fue fácil, la reacción que tuvo luego de eso no tanto. Estuvo por dos horas en la habitación que le prestaron, los niños iban a tocarle la puerta de vez en cuando pero él seguía empeñado en quedarse acostado sin querer moverse. Seokmin supuso que se sentía culpable por haber sido un poco irrespetuoso con sus progenitores.

Los chicos, después de las dos horas, decidieron dejarlo en paz. Arrastraron a Seokmin hasta las afueras de la casa junto con los niños. Wonwoo fue el primero en correr con una bolita de nieve para lanzársela a Mingyu. Minghao lo vio, copiando su acción lanzó otra bolita más a Seungkwan. Entre todos se lanzaban bolas nieve provocando que terminaran cayéndose explotando en risas. Los más pequeños hacían ángeles en el suelo invitando a Seokmin, un poco inseguro se decidió unir a todos. Al rato, cuando estaba un poco cansado de tanto reír, quiso pararse del suelo y entrar a la casa. Sin embargo, sintió algo frío y pequeño darle en la espalda.

– ¡Seungcheol! ¿Cómo te atreves? – y por un momento dejó a un lado lo de estar cansado. Su hermano estaba sonriendo mientras corría de él. No podía pedir más.

Habían pasado al menos una hora jugando, Vernon también se había unido los últimos cinco minutos.

– Papi, ¿te gusta mi casita? – preguntó Jasmine. Seungkwan vio la casa dibujada entre la nieve y sonrió.

– Está muy bonita. – despeinó sus cabellos rebeldes para luego abrazarla por la espalda. Los hermanos miraron el simple dibujo y recordaron lo que fueron a buscar desde el principio.

La casa de los dibujos... Tenemos que volver al bosque.

Seungcheol... – el pelinegro asintió con los ojos cerrados entendiéndolo. Al parecer ambos estaban en la misma página después de todo.

– Chicos, creo que Seokmin y yo debemos irnos.

– ¿Qué? ¿Tan pronto? – Jasmine se alejó de su padre con un puchero. – ¿Por qué se van?

– Debemos buscar algo que perdimos... – fue lo único que Seokmin logró decir.

Su cuerpo comenzó a sentirse extraño, pero si su conocimiento no fallaba, iba a soñar despierto otra vez. Se había vuelto en una costumbre.

Los sonidos exteriores fueron sustituidos por silencio, el lugar donde estaba era distinto; el bosque volvió. Los árboles estaban sin hojas llenos de nieve y los pequeños animales dejando sus pisaditas por el camino.

Seokmin enfocó su mirada hacia al frente. La pequeña casa que Jasmine había dibujado era la misma que alguna vez pudo ver en unos de sus tantos sueños. Sin embargo, esta vez era diferente de cierta manera. Habían más personas adentro, pero era imposible ver quiénes.

– Todo a su tiempo.

– ¿Por qué no puedo verlos? – Jisoo lo miró con una leve sonrisa, se acercó a él, su palma derecha bajó desde su frente hasta la barbilla obligándolo a cerrar los ojos.

– Enfócate en tu audición. ¿Qué escuchas?

Risas. Eran risas bastante conocidas. Seungkwan, Minghao... todos estaban ahí adentro. Pero, ¿por qué soy el único afuera?

– No eres el único. De todas maneras, el tiempo no ha llegado. – abrí mis ojos.

– Quisiera saber qué es el tiempo, quisiera entenderte pero no me lo permites. ¿Tiempo para qué?

– Cariño, tu paciencia no puede agotarse. Debes permanecer fuerte en esto.

– ¿Cómo podría si no entiendo nada? Me das una misión sin instrucciones y sin dirección. Jisoo, necesito que seas sincero conmigo, no puedo seguir de esta manera.

– Cuando un niño recibe un juguete ignora las instrucciones y se las ingenia para hacer funcionar el objeto. A medida que crece las ignora porque le parecen aburridas y cuando llega a la adultez las deja a un lado porque no le sirven ya que nunca las utilizó. Tú eres igual, nunca has necesitado instrucciones para hacer las cosas porque sigues tu instinto. Eres de las personas que siguen su corazón, dime ahora, ¿por qué alguien externo como yo debería decirte qué hacer?

– Porque no sé a dónde quiere ir mi corazón. No tengo dirección. No puedo siquiera respirar bien.

– Ven aquí. – se acercó encerrándolo en un abrazo. Era un abrazo reconfortante. Las manos de Jisoo sobaron su espalda lentamente mientras sus barbillas descansaban en el hombro derecho del contrario. – El tiempo de saber y aclarar tus dudas está más cerca de lo que piensas. No te desanimes cariño, entiendo tu estrés pero debes confiar en mí. Pronto todo esto pasará y será un simple recuerdo.

– Hablas muy bien del futuro, ¿acaso eres de allá? – soltó una risa pequeña cuando se alejó un poco de Seokmin.

– El futuro es incierto. Si fuera del futuro estoy seguro de que ya lo hubiese cambiado. – Sus ojos soltaban un brillo especial que provocó una reacción extraña en el corazón de Seokmin. Sintió taquicardia.

¿Por qué se sentía así?

– ¿Alguna vez entraré a esa casa?

– Créeme que tú mismo abrirás esa puerta. – sonrió. Seokmin repitió la acción. No sabía qué haría pero, Jisoo era como un antidepresivo que lo ayudaba cuando más lo necesitaba. Sintiendo que aunque el mundo se le cayera encima, aún así estaría Jisoo ahí para socorrerlo.

Voces [Seoksoo/Jeongcheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora