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Seokmin despertó sollozando en medio del llanto. Su corazón palpitaba rápido y su pecho dolía un poco. En su sueño había hablado con Jisoo. Desde que era pequeño se prometió a sí mismo que no permitiría que nadie lo alejase de su amigo porque ellos estarían juntos para siempre. Irónico fue que él mismo había roto su promesa. Seokmin vio los ojos de Jisoo, lo tristes que estaban y le ardió el alma. Pero, Seungcheol había hecho lo correcto y él quería hacerlo también. Le parecía egoísta quedarse con alguien que merecía tener una vida, una familia y más amigos. Quizás fue la peor decisión de su vida o la mejor de todas, pero lo hecho hecho está y su despedía fue real.

No iba a desear por volver el tiempo atrás. No iba a pedirle a la vida que Jisoo volviera. No iba a hacer nada al respecto. Seokmin confiaba plenamente en su instinto, y si la vida los quería ver juntos de nuevo entonces sus caminos se volverían uno. No iba a forzar nada. No quería hacer encajar una llave en una puerta equivocada. Las cosas funcionaban mejor cuando iban a su propio ritmo. Y así sería aunque doliese.

Y vaya que dolía.

Seokmin notó que sus sollozos eran algo ruidosos por lo que salió de la habitación. La pijamada había acabado temprano debido a las clases, pero eran las cuatro de la mañana aún y no podía hacer ruido. Por suerte la sala estaba sola al igual que el sofá. Pensó en dormir ahí las dos horas que quedaban.

Eso hasta que minutos después sintió el lado izquierdo del sofá hundirse, unos brazos rodearon sus hombros atrayéndolo en un abrazo de oso de esos que te hacen olvidar hasta el día. No protestó ante el tacto sino que se dejó llevar cerrando sus ojos acostándose más hacia la persona. Seguía llorando pero esas lágrimas comenzaron a desaparecer a medida que se quedaba dormido. La persona había estado acariciándole la cabeza desde hace rato provocándole el sueño. Iba  agradecer la ayuda pero las palabras no salieron de su boca y su mente se vació por completo al entrar en un sueño profundo.

[...]

En medio del almuerzo, Seokmin jugueteó varias veces con su comida sin real interés. La conversación de su hermano y mejor amigo parecía más entretenida.

– A pesar de que haya sido una alucinación, estoy feliz de que hayas pasado una gran aventura y que pudieras pasar más tiempo con Hannie. – la voz de Seungkwan se escuchaba melancólica pero alegre.

– Tú estuviste muchas veces en esas alucinaciones.

– Cuéntame sobre mis hijos y ese chico, ¿Velno? Lo mencionaste hace unos días.

– Vernon, él era tu esposo. Tenían dos hijos muy hermosos, la niña mayor se llamaba Jasmine y el niño era Soohyu. Tenías una familia realmente hermosa, veía lo enamorado que Vernon estaba. Lástima que no es real...

– Quizás algún día pueda conocer a mi Vernon y podremos tener una hermosa familia, tal y como la imaginaste.

– ¿Crees que pueda pasar?

– Vamos Cheol, no hay duda en que los sueños se pueden cumplir si lo haces de corazón.

Minutos después Minghao apareció junto a Mingyu y Wonwoo, los tres parecían discutir sobre cuál fruta era la mejor de todas. Temas absurdos que ellos hacían la mayor maravilla. Al sentarse en la mesa redonda bombardearon a sus amigos sobre el mismo tema de frutas.

– Debes aceptar que las fresas son mejores que las naranjas. – continuó Minghao mientras comía uvas verdes.

– Sueñas. Las naranjas son una bomba de deliciosidad. – contraatacó Wonwoo probando las uvas.

Los hermanos miraron a sus amigos por unos largos segundos. Este sí era el mundo en donde debían quedarse. Era simple pero apreciado. Realista pero con un toque mágico cada vez que el grupo estaba junto. Era un sentimiento hermoso que comenzaría a ser distinto ahora que Jisoo y Jeonghan no estaban. Pero estarían bien.

Sí, lo estarían.

O eso creían.

Debían ser fuertes, sonreírle a la vida y a sus problemas. Los gritos, el silbido, los susurros, nada de eso era más fuerte que ellos aunque algunas veces ganasen. Podrían ser débiles pero tenían refuerzos. Refuerzos que estarían con ellos de por vida. Y eso era lo que los mantenía de pies.

[...]

– Deja ver si entendí bien. ¿Minghao y yo estábamos juntos? ¿Y teníamos un hijo? – los hermanos asintieron por vez número mil. – Estoy seguro que el niño salió a mí de guapo.

– Era adoptado, ¿cómo se va a parecer a ti? – bufó Minghao al beber de su taza de café.

– En este mundo existen las casualidades y probabilidades, nunca se sabe.

– Así que, en otras palabras, estás diciendo que me fuiste infiel para tener un niño, luego adoptarlo diciendo que no es tuyo para que así se parezca a ti y restregármelo en la cara en otra vida, ¿es eso?

– Vaya, leer tanto libro te vuelve muy imaginativo, ¿no crees? – Minghao alzó sus hombros sin responder más.

– Me alegra que hayan visto partes de nosotros que ni siquiera nosotros conocemos. – habló Wonwoo. – Es increíble el cómo ustedes son considerados locos cuando en realidad ven las cosas más asombrosas e inexplicables jamás vistas. Ustedes son magníficos.

– Hay que aceptarlo. He leído muchos libros durante mi vida, he conocido variedades de personas y jamás había conocido a personas como ustedes dos. Deberían escribir su propia historia, estoy seguro que de tan increíble que suena nadie les creería. Pero, tranquilos, solo ustedes deben creer en sí mismos, los demás no importan.

– Me encantaría leer algo así, aunque no me gusta leer mucho, ¿podrían escribir un cuento para niños? – dijo Mingyu mostrando su queja recibiendo risas en respuesta. – No dije nada gracioso...

La casa de los Lee había sido el lugar de reuniones después de la escuela desde hace una semana. Juntos hacían la tarea para luego hablar de las aventuras que los hermanos habían tenido que pasar. Era una costumbre que no los aburría, de todas formas no era la primera vez que lo hacían. Llevaban toda la vida juntándose en las casas de los otros, sus padres estaban acostumbrados a las visitas que ya cada uno era parte de la familia del otro. El sentimiento era hermoso, saber que eran bienvenidos en las casas de sus amigos. El saber que las puertas estaban abiertas para la aceptación, lugares en donde ninguno era juzgado, donde existía el amor. De esos lugares de los cuales nunca se quiere escapar un espíritu soñador. El sentir de un hogar.

Seokmin gritaba de alegría por dentro, cuando estaba en su alucinación no sabía que esta era su vida. Se había olvidado de lo que lo mantenía de pie, se había olvidado de la fortaleza que sus amigos le daban. Había olvidado que Jisoo no era algo creado de ahora para ahora. Su amigo, su Jisoo había estado con él por años y no había nada más que amase en ese momento que el haber regresado.

E.

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Holaaa, ¡gracias por leer!

¡El próximo capítulo es el penúltimo!

¿Les va gustando la historia? Sé que muchas cosas son confusas, pero responderé a cualquier duda próximamente.

De nuevo, ¡gracias por leer!

Nos leemos luego~

Voces [Seoksoo/Jeongcheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora