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Seokmin

Una pequeña villa. Sus ojos pasearon por las humildes construcciones del lugar. Eran casas de tamaño reducido hechas de madera, cada una con un toque especial a las afueras; unas tenían un color más llamativo que otras, algunas tenían letras escritas en las entradas informando a quienes pertenecían y algunas tenían dibujos en las puertas, flores, tazas de café hasta un árbol que cubría todo el espacio.

Habían niños corriendo alrededor de las casas con pequeños avioncitos de madera. Sus ropas se veían muy bien, no había ningún hoyo o raya en las telas y cada par de zapatos estaba nuevo. Sus madres corrían detrás de ellos, no para regañarlos sino para jugar con ellos. Al igual que sus hijos, sus ropas y zapatos estaban en perfectas condiciones. La villa era un lugar acogedor con vibra familiar y amor en el aire.

Desde donde estaban parados pudieron ver el lago Liu. Lugar donde en el pasado sucedieron muchas guerras, el lago quedaba en la línea invisible que dividía ambas ciudades; La ciudad Chun y la ciudad Hao. Era un lago majestuoso de agua casi cristalina, decían que la temperatura del lago era imposible de calentar si se mantenía dentro de su hábitat natural, sin embargo, uno de los hombres de Hao tomó un vaso, bebió del agua y murió al cabo de unos días. El agua al ser extraída se calentó hasta hervir quemando toda su lengua y tráquea dejándolo muerto por deshidratación.

Habían llegado a la tierra de leyendas.

– ¿Quiénes son? – una chica de al menos unos 7 años apareció frente a ellos comiendo una manzana, su cabellera negra tapaba medio brazo derecho dándole una apariencia aún más joven. – No parecen de aquí, papá los podría sacar a patadas. – sus piernas se movieron al mismo momento que hablaba, parecía mostrarles un paso de karate. – Vaya eres lindo. – dijo mirando a Seungcheol embobada por la vista. – Wow, ¡tú también eres lindo! – Los hermanos mostraron una leve sonrisa por la ternura de la menor. – ¡Papi! ¿Nos podemos quedar con ellos?

– Wow pequeña, tomas muy a la ligera este tema de traer gente, ¿cuáles son las probabilidades de que ellos no sean personas malas? – un chico de proporciones afiladas y casi asimétricas se acercó hasta la pequeña. El cabello del hombre era todo lo contrario que el de la niña; era de un color dorado y se movía lentamente debido al viento. Incluso su sonrisa era alineada acompañada de un par de labios finos rosados.

– ¿Cuáles son las probabilidades de que ellos sean buenos? – contraatacó la menor con una sonrisa de oreja a oreja. Al parecer su padre estaba siendo pagado con la misma moneda.

– Ve y juega con tu hermano. – asintió y trotó su camino hasta dar con un niño de cabellos negros ondulados y piel de porcelana que jugaba en la tierra. El hombre los miró seriamente cuando la niña desapareció de su círculo. Tenía una mirada fría, calculadora y atenta.

– No tenemos ninguna intención de hacer daño, no se preocupe. Realmente necesitamos su ayuda. – habló deprisa a punto de trabarse. –  Mi nombre es Seokmin y este de aquí es mi hermano Seungcheol. Nosotros...

Lo interrumpió. – Llegaron muy rápido... ¿Están bien? – la mirada del chico se suavizó dejando a Seokmin confundido. ¿Por qué cambió tan de repente? – Vengan, entren a la casa, necesitan descansar de ese viaje tan largo.

– ¿Debería confiar en esta persona?

« Preguntas eso cuando se supone que sea él quien desconfíe de ustedes. »

Lo sé pero aún así no acostumbro conocer personas confiables. Los amigos de mi padre eran personas hipócritas y sus hijos de tal palo tal astilla. ¿Hay algún truco para saber cuándo confiar en alguien?

Voces [Seoksoo/Jeongcheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora