Capítulo 27

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P.D.V LOUIS.

Ayer según llegué a casa me metí en la habitación. Sabía que mi madre intentaría convencerme en que no le perdonase, que le olvidara.
En estos momentos no quería saber nada de él. Seguía queriéndole, pero sabía que no podía volver a estar con él, no podría volver a confiar, y en una relación si no hay confianza no hay nada.
Apagué el móvil, ya que no paraba de recibir mensajes de Mark, y no estaba para más dramas.
- Hijo, saca el pan del horno- dijo mi padre sacándome de mi trance.
Asentí, abriéndolo y sacando la bandeja con cuidado, dejándola en el mostrador.
Cogí tres barras, quemándome las manos.
- ¡Mierda!- exclamo, dejando caer las barras al suelo.
- Louis, ¿estás bien?- dice mi padre acercándose rápido, ojeando mis manos- ¿Cómo se te ocurre quitarte los guantes?
Coge un trapo húmedo y lo pasa por mis manos, notando alivio.
- No me había dado cuenta- susurro- gracias.
- Vete a casa, necesitas descansar.
- No, de verdad, puedo seguir.
- Louis- dice serio- ve a casa, de verdad.
Asiento, agradeciéndole con la mirada y quitándome el delantal, cogiendo mi chaqueta y saliendo de la tienda, despidiéndome de mi padre.
La verdad que lo que menos me apetecía era estar en casa. No quería comerme la cabeza y terminar llorando, otra vez no.
Saqué el móvil del bolsillo y lo desbloqueé, llamando a Becca.
- Louis, ¿cómo estás?
No tuve tiempo de hablar bien del tema con ella, ya que ayer no quise hablar con nadie más, pero todos tenemos móviles y ordenadores, era inevitable que la gente haya visto la noticia.
- ¿Estás haciendo algo importante?
- No, estoy tirada en el sofá viendo la tele, ¿quieres que nos veamos?
- Sí por favor.
- Te mando ubicación de una cafetería que hay en el centro muy buena.
- Vale perfecto.
- En quince minutos estoy allí.
Asiento, despidiéndome de ella y esperando a ver la ubicación para dirigirme allí.

***

Cuando llego le mando un mensaje a Becca, entrando dentro y pidiendo un refresco, esperándola.
No pasan ni dos minutos cuando mi amiga entra por la puerta, sonriéndome y sentándose a mi lado.
- Hola- dice abrazándome- ¿cómo estás?
- He estado mejor- me sincero.
- Menudo cerdo- dice frunciendo el ceño- no me puedo creer que te haya hecho eso.
- Ya somos dos- digo dando un sorbo de mi Coca-Cola.
Becca pide una cerveza, dejando su mochila en la silla de al lado.
- ¿Has hablado con él?
- Desde ayer no. No estoy preparado- susurro- no sé qué decirle.
- ¿Quieres seguir con él?
Muerdo mi labio levemente, suspirando.
- Le quiero, pero si estoy con él de seguro que toda la gente que conozco diría que soy idiota.
- No me has respondido- dice sonriendo.
- No lo sé- respondo llevando mis manos a mi rostro, frustrado- sé que podría perdonarle, pero si lo hago a quien no podría perdonar es a mí mismo.
- Te entiendo, pero piensa que si le perdonas puede volver a pasar.
- Lo sé, por eso estoy hecho un lío. Ahora mismo no quiero saber nada de él.
Becca ríe, dando un sorbo de su cerveza.
- ¿Quieres un consejo?- pregunta, a lo que asiento- habla con él, dile que necesitas tiempo para pensar, que si te quiere lo entenderá y esperará.
Lamo mis labios, jugando con mis dedos.
- ¿Y si no me espera?
- Pues que le den- suelta encogiéndose de hombros- es él quien la ha cagado, no tú. No lo olvides. Hay millones de personas en el mundo, si no te espera ya encontrarás a alguien que te quiera como te mereces.
- Tienes razón- digo sonriéndola- te debo una.
- Me debes muchas en realidad- dice altanera, haciéndome reír- puedes empezar con invitarme a esta ronda.
- Dalo por hecho- respondo guiñándole un ojo.

PDV HARRY.

Por la mañana no hice nada productivo.
Mi padre no me dirigió la palabra, cosa que en el fondo agradecí, y mi madre me aconsejó que hoy no saliese de casa, ya que los paparazzi estarían a la espera de querer hablar conmigo. Bueno, más bien de meter mierda.
Hablé un poco con Steph, el cual me preguntó cómo estaba y si había vuelto a hablar con Louis.
Anoche le llamé, pero no hubo respuesta. Daba apagado. De seguro no quería saber nada de mí. Y lo entendía, ni yo mismo me aguantaba en estos momentos.
Apago la televisión, ya que solo había basura, y decido ir a la cocina a comer algo.
El timbre suena, interrumpiendo mi camino hacia la nevera.
Miro por la mirilla, divisando a Louis.
Abro los ojos desconcertado, poniéndome nervioso.
Expulso el aire de mis pulmones, abriendo.
Nuestras miradas se cruzan, y puedo divisar las bolsas en sus ojos, los cuales lucían tristes.
- Hola- susurra con voz débil.
- Hola.
Nos quedamos en silencio, él evitando mi mirada y yo buscándola.
- ¿Puedo pasar?
- Sí, claro- digo haciéndome a un lado.
Louis se dirige hasta el centro del salón, y yo le sigo, quedándome atrás.
- ¿Cómo estás?- pregunto.
Éste se gira, mirándome.
- ¿Cómo crees que estoy?
- Lo siento.
Y no sé si lo digo por mi absurda pregunta o por todo en general.
- No he venido a gritarte, y tampoco a perdonarte.
- Louis y-
- Déjame terminar- me interrumpe, poniendo sus manos frente a mí, impidiendo que avanzase hacia él- ¿Quieres estar conmigo?
- Claro que quiero estar contigo- respondo sin pensarlo- ayer seguía mal, no quería decirte esas cosas, ni en ese tono. Me importas.
Louis cierra los ojos unos segundos, asimilando mis palabras, y al abrirlos veo que se le han humedecido un poco.
No llores, por favor.
- Necesito tiempo.
- ¿Cuánto tiempo?
- No lo sé, Harry, pero lo necesito. Ahora no puedo perdonarte. Y necesito pensar qué es lo que quiero.
Asiento, es lo mínimo que puedo hacer.
- De verdad que lo siento- susurro, dando un paso hacia él, con un Louis receptivo.
- No hagas esto- me pide, negando con la cabeza.
Frunzo el ceño, sin comprender a qué se refiere.
- No me mires así, sabes que nunca me he resistido a tu mirada- dice mirando hacia el suelo.
Lamo mis labios, suspirando.
- ¿Podré llamarte?- pregunto esperanzado.
- Mejor que no Harry. Necesito desconectar de ti.
Esa frase ha dolido.
- Está bien. Esperaré.
Louis traga saliva, asintiendo.
- Me voy, mi madre debe de preguntarse dónde estoy- dice mientras sale del salón.
Le acompaño hasta la puerta, abriéndola.
- Adiós, Harry- dice mirándome fugazmente, saliendo de allí.
Y no sé por qué esa frase me pareció una despedida definitiva.

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