Hermoso★ KookMin

27❁

Park JiMin.

-- Chico lindo a la vista. -- BaekHyun canturrea y yo no puedo evitar mirar mal al que es mi amigo. Él solo ríe a modo de respuestas y luego alza ambas cejas unas tres veces antes de señalarme la puerta principal.

Limpio ambas manos en mi delantal negro y levanto la mirada para ver la perfecta sonrisa de Jungkook, esa sonrisa que me va acompañando cada mañana al despetar, esa preciosa sonrisa que me va acompañando cada mañana al despertar, esa preciosa sonrisa que es lo primero que llego a admirar desde hace más de tres o cuatro meses. La verdad es que no me acuerdo cuanto tiempo es que Jungkook y yo vivimos juntos, pero no me importa, porque al verlo delante mío y cada mañana al tomar el desayuno, sé que es el correcto y que no tengo que estar contando los días... como si esto fuera una cuenta regresiva o un cuento que ya va a terminar.

-- Hola hermoso. -- Sonríe aún más y se que está coqueteando por la forma en que me ve y emite esas palabras seductoras.

-- Hola guapo, ¿puedo tomar su orden? -- Le sigo el juego y él comienza a reír cuando muerdo mi labio inferior.

Ambos reímos un poco antes de ser interrumpidos por Chanyeol, quien me ordena que lo atienda rápido si no quiero perder la mitad de mi sueldo por estar hablando en horas de trabajo.

Jungkook se pone serio al instante y pide un capuchino y un pastel de arándanos para luego irse a una mesa del lugar y comenzar a saborear nuestros aperitivos.

-- Realmente te veo muy enamorado de él. -- Susurra BaekHyun. Nuevamente me sorprendo por su aparición tan repentina y asiento con la cabeza.

-- Lo amo.

Y nuevamente soy un tonto por no decírselo a Jungkook, por no decir que realmente estoy enamorado de él.

Termino de trabajar a las seis, casi las siete de la noche y Jungkook pasa por mi para ir juntos al centro comercial y ver una película, con la diferencia que ahora yo escogeré el género.

Escojo una película animada, Jungkook no se queja en ningún momento, al contrario, parece divertirse.

Llegamos a eso de las diez de la noche y nos damos un profundo beso en el ascensor de su edificio, lugar al que decidimos mudarnos hace meses atrás.

Nuevamente susurra un "te amo" al separarnos, pero yo no soy capaz de decírselo.

Ahora me arrepiento, porque el nosotros ya no existe. Ya no queda nada.