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-- Lo siento. -- Susurré lleno de culpa cuando por quinta vez el algodón lleno de alcohol rozó la mejilla de mi novio. Escuché claramente la maldición que soltó, pero no me detuve. Tenía que curar cada una de sus heridas y ni siquiera iba por la mitad. -- Ya deberías dejar este trabajo. -- Musité, dejando de lado el algodón sucio y tomando uno nuevo.

Jungkook volteó de inmediato su rostro y supe de antemano que se había enojado. Habíamos estado hablando sobre este tema desde hace unas semanas atrás, cuando la última competencia lo mandó directamente al hospital. Juro que aquel día dejé de respirar por un momento al verlo con tanta sangre descendiendo desde su nariz hasta su torso desnudo. El señor Shin fue quien me llamó y tuve que salir corriendo de la cafetería hacia el hospital central.

-- No voy a dejar mi trabajo. -- Él insistió, yo seguí remojando el algodón en alcohol, mientras miraba su perfil; incluso golpeado y lleno de moretones seguía siendo guapo.

Sonreí y pase el algodón por la herida, él se crispo por completo y tuve la intención de alejarme para no hacerle pasar por tanto dolor, no después de los buenos golpes que se ganó en el ring por parte de ese imbécil que parecía tener el cuerpo lleno de esteroides.

-- Hablé con mi jefe y... necesitamos a otro mesero.

-- No lo haré, Jimin. No insistas más. -- Su voz firme acabó con mis esperanzas de verlo todos los fines de semana en el mismo recinto, y es que prefería mil veces verlo portando un delantal a tener que venir cada sábado por la noche a curar los golpes que algunos idiotas le daban.

-- Tengo algunos ahorros... -- Y ahí iba de nuevo. -- Podemos contratar a un verdadero detective que esta vez no te entregue información falsa a cambio de que estés con su hija. -- Reí internamente por aquel recuerdo, pero dejé de hacerlo, cuando noté la tristeza en el rostro de Jungkook.

-- Ya detente Jimin... -- Un suspiro salió de sus labios y me apartó lo suficiente como para colocarse de pie.

Me quedé sentado en el suelo, mientras lo miraba colocarse su ropa deportiva, con la que había salido hoy en la mañana de mi habitación.

-- Solo quiero ayudarte. -- Fue mi respuesta.

Él cerró los casilleros una vez que logró sacar todas sus pertenencias y negó con la cabeza.

-- Pienso desistir... -- Y mi asombro no pudo ser más grande. Jungkook solo seguía en el mundo de las peleas y entrenamientos por su hermano y ahora... ahora lo dejaría todo. -- C-Creo que... creo que él ya está muerto.

Su mirada fue a parar al suelo, fue en ese momento que me levanté a toda velocidad y lo abracé. Él chocó contra los casilleros, pero no lo solté.

Pensé que tal vez mi abrazo no tendría efecto, pues Jungkook siempre había querido parecer fuerte delante de mi, sin embargo me abrazó y apoyó su rostro en mi hombro.

No fue hasta que sentí esa zona de mi camisa húmeda que fui consciente de que él estaba llorando.

-- Y-Ya no puedo... seguir con esto... lo extraño t-tanto. -- Yo sabía que todo esto era difícil, Jungkook estaba seguro de que encontraría a su hermanito, yo también quería tener esa seguridad para encontrar al mío... a mi familia, pero ya me había rendido hace mucho, no obstante, mi novio seguía insistiendo, hasta ahora. -- Y-Ya no puedo seguir... -- Sollozó.








Y ahora el que llora soy yo, con la diferencia que ya no hay un hombro en donde apoyarme.













Hermoso★ KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora