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 Anne

Julián lo había buscado, era lo obvio, no sabía cómo manejar la situación y aquello la estaba atormentado.

<< debo darle mucha lastima para que venga hasta aquí>>

-cómo estás?- pregunto el mientras recorría el cuarto con la mirada

- pasa... bien, supongo... lo normal-

- los profesores te han echado mucho de menos-

- uff no puedo imaginarlo- contesto con ese sarcasmo que salía de lo más natural.

Ninguno sabía que decir, ella estaba sentada en un sillón junto a la ventana, él se sentó a su lado en el suelo, dejo su mochila a un lado.

Se podían escuchar los pájaros cantar, pero aún así el silencio reinaba en aquella habitación.

- Puedo contarte algo?- dijo el sin más, no la estaba mirando, estaba divisando los árboles y flores del patio trasero.

- Si tú quieres-

- Cuando mi padre se fue de la casa, ese día me rompí, muchos quizás viven como si nada hubiera pasado o incluso sienten alivio cuando eso ocurre y me gustaría que eso me pase a mí, pero la verdad es que cuando mis padres se separaron sentí como si un camión me pasará por arriba, era la realidad, la vida misma. Algo se rompió aquel día y mato al niño tan feliz que vivía dentro de mí.

Cuando pasaban las semanas note el cambio de mi madre hacia mí, ya no era la misma, supongo que le recuerdo a mi padre o más bien me intento consolar con aquello y no pensar en que mi propia madre, aquella que me dio la vida, simplemente me dejo de querer.

Entonces tome lo único que hacía que mi madre no me regañe, mi guitarra y desde aquel entonces no la he dejado, tengo que admitir que de vez en cuando necesito de un porro para acallar todos los sentimientos que me atormentan, mi cuerpo se acostumbró a la sensación de tristeza y casi siempre la llama para que este cerca de mí pero creo que sin la música como compañía no habría sobrevivido aquel infierno de mi madre y el estúpido de Scot.

Era cuestión de rogar a veces al cielo o quien habite en lo alto por un poco de silencio, eran días sin probar un bocado con tal de no bajar y compartir la comida con ellos.  Y lo mas triste de aquello era que a mi madre no le importaba, ellos tenían sus fiestas privadas conmigo en la habitación de arriba.

Se produjo otro silencio entre ambos mientras Anne trataba de procesar todo lo que salió de la boca de ese muchacho, así que eso era, tristeza, oscuridad en su máxima expresión lo que hacia esos ojos tan atrapantes, el secreto de aquellos ojos era muy profundo. Y en parte ella se avergonzó ya que desde su perspectiva su "problema" en contraste con todo lo que lidio su Bastian parecía tan pequeño, quizás si se lo contaba pensaría que es una estupidez.

- Y bien?- dijo él sacándola de sus pensamientos

- Perdona, es que no sé qué decir, es impresionante por todo lo que pasaste y no deberías sentir culpa por el dolor-

- Más bien lo guardo porque es la típica historia de padres que se separar y vivimos en el siglo XXI ¿Quién no está acostumbrado a eso?

- quizás tienes razón, pero todos estamos un poco desarmados,  igual  gracias-

- Tú me escuchaste, yo debería hacer eso-

- Pero que me lo hayas contado, me siento importante de ser una de las pocas personas merecedoras de ese honor- dijo sonriendo juguetona

- Eres la única persona con la que he hablado del tema-

Sus ojos se clavaron en ella, ya estaba empezando a oscurecer, ella no sabía realmente que hacer, sentía que un voto de confianza como aquel merecía una respuesta de la misma índole, sabía que no estaba obligada a contarle nada, y él tampoco se lo había pedido, sin embargo sentía que quizás así, ayudaría en algo aunque no tenía bien en claro que.

Corazón JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora