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Anne

Me preparé con la fuerza que aún no tenía para afrontar un día en la edificación que lograba detener el tiempo y hacer que éste pase de la manera más lenta y dolorosa posible. Agregándole a eso que ahora tendría que lidiar con las miradas ajenas a mi vida que estaban pendientes de mi autoestima.

<< Esa es! La chica delintento de suicidio, la de la fiesta, la rara, la anoréxica, la que se corta, la que no le hecha ganas, la sin vida, la sin amigos>> casi podía sentir de antemano como todas las miradas se posaban en mi triste figura.

No quería mirarme al espejo, en todos estos días no me había detenido ni un milisegundo a reparar en mi aspecto, tampoco me había tomado el tiempo de peinarme, la ausencia de mi madre presionándome a cada segundo sobre mi tenía sus ventajas pero ahora necesitaba lucir "normal"

<< Cuán normal puedo lucir yo luego de todo esto??>>

Tire de la pesada toalla bordo que cubría el espejo, y corrobore que aún no me agradaba el reflejo que éste me devolvía, me sentía horrenda, unas grandes bolsas oscuras bajo mis ojos dejaban en claro el poco sueño que llevaba encima, mi pelo enmarañado y sin brillo que intente atar en una simple media cola porque el largo de mi cabello negro no me dejaba hacer mucho más, mi cuerpo, una sola vista rápida a mi cuerpo desnudo hizo falta para que pierda el aliento y comience a llorar como una niña. Y eso no era todo, eh aquí un nuevo temor que debía afrontar hoy, mi mochila escolar estaba en mi antigua habitación, atestada de recuerdos dolorosos que no quise recordar en todo este tiempo.

Camine lentamente el recorrido a mí ya antigua casa, el jardín se encontraba impecables condiciones como de costumbre, todo estaba meticulosamente aseado, cuando subí las escaleras sentía que el corazón me latía fuerte y profundamente mientras un poco se sudor se acumulaba en la parte baja de mi cuello.

Me detuve un segundo a inhalar todo el aire que pude, no me sentía preparada para esto, tenía un miedo profundo aunque no sabía muy bien a que específicamente. Como si el demonio de mi interior estuviese escondido en esta habitación estúpida.

Para los raros como yo, es más difícil lo cotidiano que los grande días para recordar, porque nuestra agonía radica en los pequeños detalles, las pequeñas simplezas que nos aturden y nos pinchan siempre un poco más.

El picaporte estaba roto, por lo que una pequeña apertura en la madera me daba a entender la desesperación de aquellas escenas que muy difícilmente recuerdo y se desdibujan en mi memoria cada vez más.

Mi respiración hacía eco en todo el lugar, no sé por qué razón me sentía pequeña, muy pequeña frente a un cielo raso tan elevado y un ventanal que llegaba más alto de lo que uno desea mirar.

La humedad se había instalado en el lugar y sospecho que no tiene pensado marcharse, busque en mi vestidor la mochila negra cubierta de los pines que tanto me gustaban aunque ahora la veía con un sabor amargo en la boca, como si ningún recuerdo por más ameno que sea pueda sacarme de esta tristeza que me está consumiendo lenta y dolorosamente.

Sabía que no debía mirar hacía la puerta del baño pero como todo en mi persona, busco esa dirección con la mirada sabiendo cuánto daño puede hacer, clavando mi atención en la puerta que entreabierta me dejaba ver la mancha enorme que intentaron inútilmente quitar de la alfombra color beige claro.

<<Gracias mamá>> otra vez.

En un instante me vi a mi misma en el suelo, cubierta de sangre, en la oscuridad de la noche, donde la música subía cada vez más y los latidos de mi propio corazón afligido me aturdían de una manera que no puedo ni explicar. Las lágrimas en soledad que había derramado tantas veces, volvieron nuevamente, el infierno que representaba ser yo en la cotidianeidad de una rutina sin vida y una familia sin amor.

Corazón JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora