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Anne

El mundo duele tanto, no encuentro una buena motivación que me sirva de algo. 

El suero cae, rítmico, estático, al son de un reloj imaginario que me revienta la cabeza, me despedaza el alma y me quita la paciencia. Rebusco dentro de mi algún motivo, una palabra, un aliento, una motivación, cualquier cosa que pueda servir para aferrarme pero no la encuentro.

Tantas veces intente quitarlo pero el mundo dentro de estas cuatro paredes de hotel disfrazado es más difícil de lo que hubiera imaginado alguna vez en mis sueños más descabellados. 

¿Cómo sobrevivir? Si me siento la única cuerda en un mundo oscuro, horrible, desajustado, que se cae a pedazos mientras fingimos que todo va a estar bien. 

No se cuantos días han pasado, francamente, no abro las cortinas, me refugio en la misma oscuridad que me calma la consciencia. Solo sé que lentamente mi familia se siente relajada con mi estadía, se dan el lujo de faltar a algunas visitas resguardándose en las excusas de rutina.

<<¿Te sorprende?>> me dice mi mente irónicamente 

Jero viene a verme, todos los martes a las 18hs, en punto, sin falta alguna pero son miles de kiolmetros de distancia los que nos separan ahora. Sé que no es culpable de todo lo que me atormenta, y sé que no fue él quien termino de romper mi alma deshecha pero de alguna manera siento ese rencor, se la falla no perdonada, un sabor amargo que nos empapa y nos aleja cada vez más. 

Me regalo un hermoso cuaderno por si quiero escribir o dibujar pero francamente todo me parece un completo asco.

Inconscientemente lo espero, espero que llegue con su corte de cabello clásico, sus ojos grises y esa media sonrisa que dedica muy de vez en cuando a quienes lo merecen. 

Por todos los medios intente desesperadamente encontrarlo pero este lugar de mierda no ayuda, no puedo mensajearlo. Si tan solo supiera que es muy poco lo que necesito, no necesito sus besos, no necesito el sexo por mas bueno que fuera, simplemente lo necesito a él, tomando mi mano sobre estas duras sabanas, diciéndome que la vida vale la pena, que hay más por descubrir que esta tristeza.

Lo extraño de la manera mas dolorosa de todas e incluso a veces me duermo imaginando, que esta al otro lado de la habitación tocando la guitarra, con esa mirada dirigida a la nada pero al final me dice que esa canción era para mi.

Pero nunca llega su silueta a travesar la habitación, y aunque lo niegue es como una daga afilada atravesándome el corazón mientras tengo que seguir viviendo porque no puedo tirarme por el balcón en un intento desesperado por apagar lo que siento en estos momentos. 

Sin él, hablar se hace innecesario pues no hay nadie que pueda llegar a entenderme, no existe otra persona. 

- ¿Cómo estas hoy?- 

Escucho la voz de la enfermera, como pidiendo permiso para entrar mientras abre la puerta de todas maneras, la única que me cae bien en este lugar, aunque pese a sus lindos gestos casi maternales, tampoco me tome ni la molestia de saber su nombre. Deja la bandeja de color plata, bien limpia y ordenada sobre la mesa, limpia un poco, recoge las sabanas duras y las cambia por otras pero perfumadas, como cada día, esperando ver un cambio en mi.

Le gritaría, juro que lo haría  << ¡Por que no me deja en paz señora! ¡Deje de sonreír ¿A caso no ve que quiero morir?>> pero ¿Qué sentido tiene? solo me ganaría un calmante.

Como extraño a Cristian, de verás que me arrepentiría de cada idiotez que salió de mi boca con tal de regresar a hacer mi terapia con él. Nuevamente mi familia hizo de sus grandes movimientos y me trajeron a este lugar, claramente para que nadie se entere que "la hija de Benton está loca" porque así también lo creen ellos, lo sé. 

Corazón JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora