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Anne

- Entonces que puedes hacer?- pregunte mientras colocaba mis libros en la estantería junto al sofá

- No puedo hacer nada, la asistente social recomendó que mi hermano no tenga contacto alguno con familiares para facilitar su periodo de adaptación- contestó mientras se mordía las cutículas.

- Lo siento- dije aunque realmente no sabía cómo ayudar, desconozco cuanto es el cariño que le tiene a su pequeño hermano. Y en este momento me es difícil pensar en afecto alguno hacia los míos por lo que la empatía no es una de mis fortalezas en este momento.

En ese momento mi padre cruzo el umbral de la puerta principal, la había dejado abierta para que circule un poco de aire dentro y se lleve el olor a humedad que llenaba el lugar.

- Hola- dijo con su voz cansada de siempre, se había afeitado y cortado el cabello.

<< Aquí viene el sermón de su reconciliación>> pensé y mire de reojo a mi chico, que también estaba extrañado por su aspecto tan prolijo.

- Que paso?- dije instintivamente.

- Nada, por qué?-

- Tu aspecto, es algo...-

- Que tiene? Me veo tan mal?- pregunto mientras nervioso se miraba la ropa

- No! Está bien! Luces... joven-

- Y eso es... malo?-

- No! Pero puedo preguntar por qué?-

- Tu madre se fue ayer, a casa de su madre obviamente pero ambos sabemos que lo más probable es que no regrese, al menos no a vivir aquí-

Una emoción inexplicable me cruzo el cuerpo entero, mi padre estaba mirando hacia adelante, no lo puedo creer, se puso lindo, para que lo miren.

- Solo, no me des una madrastra- comente y Seba dejo escapar una risa, que corrigió carraspeando la garganta.

- Cuando uno se separa, está siempre destruido y descuidado. No quiero ser el caso-

- No te creo - dije y reí

- De verdad hija , no quiero estar con nadie-

- Si, y yo como todos los días-

Yo sonreí pero no era un buen chiste y lo sabía, dada la complicada charla de ayer con la Daniela, la nutricionista. Al igual que su padre, o por mandato de éste, me confrontó, y me dio dietas estrictas, que todo el mundo vigilaría para que lo haga.

- Me tengo que ir a una cena de trabajo más tarde, necesitan algo?- dijo con los hombros caídos y la mirada triste.

- No, estamos bien-

- Son las seis-

- Si! Lo sé!- grite, aunque luego me sentí mal por hacerlo. Aunque mi genio no era el mejor últimamente.

Las sesiones con Cristian eran aburridas, incluso hoy temprano cuando vino, solo me hizo escribir, lo que yo sentía respecto de la comida, sin ningún tipo de filtro ¡una completa mierda! cuando termine de escribir me temblaba el pulso y sentía como una ola de sensaciones revivían en mi nuevamente.

Y el solo dijo: esto quizás te parezca una simpleza pero es lo único que haremos por hoy. Leyó despacio lo escrito en esa hoja arrugada, asintió y me pidió que este siempre acompañada a la hora de comer.

Cuando me caigo en la cuenta noto que estoy llorando nuevamente sin parar, como una niña, los ojos de Seba, asustados y confusos intentan encontrarme hasta que finalmente rendido ante tal acto de locura o desesperación de mi parte, solo se limita sentarse en el sofá, me levanta entre sus brazos para sentarse detrás de mí y abrazarme, con fuerza pero con suavidad, en la medida justa para que deje de llorar lentamente sobre su pecho tranquilo.

Corazón JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora