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Una semana pasó sin noticias, ni esperanza de que e ánimo mejore en aquella casita pequeña detrás del patio trasero.

Poco a poco todos comenzaban a retomar la rutina habitual de la farsa, lo que dejaba a Anne con sus nervios a flor de piel, deseando huir lejos de aquella situación o lo que es peor, algunas noches en la soledad de las ausencias, lloraba con congoja deseando no haber despertado nunca en aquel hospital porque el dolor en su pecho no cesaba y por más que intentara a gritos reclamar algo de atención de su boca solo salían palabras como ; estoy bien, no es nada, no te preocupes, me siento mucho mejor.

¿Por qué lo hacía? ¿Por qué no era capaz de simplemente decir lo que sentía? Incierto para todos pero un sentimiento comprendido por la mayoría.

Por su parte Sebastián estaba en un mar sereno que lo acunaba, el problema era que no sabía cómo reaccionar a tanta paz y sosiego que le brindaba esta nueva vida y esta nueva relación con su progenitor.

- Hijo?- dijo su padre desde el otro lado de la puerta

- Pasa- contesto él mientras dejaba su guitarra a un lado para intentar anotar en su cuaderno ruinoso las notas que acababan de sonar como deseaba después de una hora de intentos

El hombre de sus recuerdos, en nada se parecía a éste que con educación y cordialidad organizaba su vida. Sin embargo había un problema que estaban evitando los dos, un tema que ninguno se atrevía a rozar siquiera por temor a la discusión inminente que desataría.

<<no quiero ir a la universidad>> pensó Sebastián mientras su padre se sentaba al borde de la cama reuniendo el aire necesario para pronunciar las palabras que había estado meditando y repensando.

- Sé que han sido demasiado cambios para ti en estos últimos dos meses-

- Podría haber sido peor- contestó sin rodeos y con más sinceridad de la esperada.

- Lo sé pero a pesar de todo me preocupo por ti-

- Que venias a decirme entonces?-

- No estoy solo-

- Como dices?-

- Que no estoy solo, soltero, es decir, hace dos años que salgo con alguien y si ahora no estás preparado para conocerla lo entiendo pero quiero que lo tengas en cuenta-

- Bien- dijo aunque en el fondo no era así, en el fondo no podía creer que se haya dado el lujo de conocer a otra persona cuando tenía un hijo abandonado, cuando no había hecho las cosas como debería, él había estado buscando su propia felicidad sin percatarse que gracias a él muchos años fueron completamente desgraciados para su hijo.

¿Cómo puede hacer un adolescente simplón para expresarse? ¿Cómo puede intentar mejorar? Si todo indica que a nadie le importa un comino su diminuta existencia.

Eran las 2 pm de un sábado demasiado caluroso para el invierno, la primavera parecía querer adelantarse tanto que incluso algunos árboles comenzaron a llenar sus ramas vacías de flores pequeñas.

- Voy a ir a la casa de Anne- mintió mientras se acercaba a buscar sus llaves junto a la ventana.

- A qué hora volverás?-

- No lo sé- el fastidio de dar explicaciones era grande, pero el fastidio de continuar la conversación era aún peor.

- A qué hora volverás?- repitió con autoridad, quitando sus ojos del libro que llevaba leyendo cómodamente en el sofá gris.

- Como a las diez-

- Bien, cuídate-

Se marchó sin ninguna dirección aparente pero terminó detrás de la puerta de madera tan conocida para él en tan poco tiempo.

Corazón JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora