24✨

1.2K 207 125
                                    

En cuanto Jaebum se levantó del asiento, tuvo esa intranquilizante sensación que se tiene antes de todas las grandes cosas. Se sentía más preparado que nunca, seguro en su intranquilidad, agitado pero sereno. Con una excitación digna de la más intensa de las batallas, pero aun con la suavidad suficiente como para hablar con quién claramente era el amor de su vida.

Jackson parecía ser tragado por las personas alrededor suyo, por el montón amorfo de caras borrosas que lo felicitaban y elogiaban. Aun así, Jaebum lo distinguió entre todos como si brillara. Y, de cierta, forma lo hacía, porque a sus ojos no había nadie más perfecto o divino. No importaba el tiempo que pasara, para Jaebum, Jackson iba a seguir siendo esa existencia perfecta. Ahora más maduro que a sus dieciocho, pero posiblemente más hermoso, más lleno de sí mismo en la mejor de las maneras. Y era imposible no notarle, no fluir hacia él como si hubiera un magnetismo en la gran sonrisa del castaño.
Jaebum atravesó el salón con pasos apresurados, decidido y firme. Se adentró en el pequeño grupo de personas que rodeaban al menor y, tomándolo por la muñeca de una forma ligeramente sorpresiva, lo arrastró fuera tras musitar un breve "necesito hablar contigo".

Jackson solo balbuceó una queja y un par de disculpas antes de dejarse llevar. Jaebum podía notar la incomodidad en él, pero estaba dispuesto a ignorarla. Esa noche lo ignoraría todo.

Llevó a Jackson hasta un rincón apartado del restaurante, cerca de la escalera que llevaba hacia el segundo piso. El castaño se liberó de su agarre con un gesto ligeramente sorprendido a la vez que lo miraba.

-¿Qué sucedió? ¿Qué hiciste mal?- increpo antes de que Jaebum tan siquiera hablara.

-¿Qué? No, no hice mal nada.

-¿Corregiste todo lo que te dije?

-Sí, casi. Solo me queda un detalle por ultimar que debe ser mañana en la mañana.- Jaebum habló rápido, como si ese tema no fuera de su más absoluto interés, causando que Jackson frunciera el ceño.

-Entonces... ¿Para qué me has traído hasta aquí? No necesitabas apartarme de todo el mundo si solo me ibas a felicitar.

-No voy a felicitarte.- Jaebum negó, seguro, poniendo sus manos en su cintura.- Tengo algo más importante que decirte.

Jackson le sostuvo la mirada, su rostro reflejaba la incomodidad en una graciosa y sutil mueca.

-Jaebum...- el tono de su voz era uno de advertencia, sospechando que Jaebum no diría nada placentero.

-Solo déjame decirlo, Jackson. Tengo que hacerlo, tiene que ser hoy.

-No digas ninguna estupidez...- Jackson retrocedió, cruzando sus brazos sobre su pecho.-Solo déjalo todo como está.

-No puedo hacer eso.- Jaebum recuperó la distancia con un paso, acercándose de nuevo. La música aún se oía un poco estridente, pero el bullicio y la actividad estaban más allá, hacia la pista de baile, hacia el bar, hacia donde estaban todos reunidos. Ese lugar donde estaban, era un pequeño santuario, uno donde Jaebum sabía que podía hablar.

Aunque estaba dispuesto a hablar donde y cuando fuera.

-Jaebum... por favor.

-Jackson...

-No lo hagas.- el menor negó, sacudiendo su cabeza.

-...lo siento mucho.

Los grandes ojos de Jackson se abrieron ligeramente al escuchar eso, su vista enfocándose de nuevo en el mayor.

-¿Qué dijiste?

-Que lo siento mucho.

-Ah... Oh... bueno... ¿Por qué exactamente?

Chance «JackBeom» ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora