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Si había algo que Jackson recordaba frecuentemente, eran las palabras que le dijo su padre aquel día cuando llegó y lo encontró en su habitación haciendo ejercicios con todas sus fuerzas, cansando su cuerpo lo suficiente como para que no le quedaran fuerzas para llorar.

En aquel momento, se estaba sintiendo de muchas maneras distintas, pero definitivamente no quería llorar. No quería sucumbir a las lágrimas porque así solo se sentiría más usado y patético. Había dejado de contar despues de la flexión número ciento veintidós, sus músculos dolían, pero le dolía más el pecho, le ardia mas respirar y aquella imagen de Jaebum besando a Jinyoung no dejaba de repetirse en su mente.

Su padre notó que sucedía algo extraño apenas lo vio. Aunque incluso el propio Jackson tenía que reconocer que alguien ejercitándose furiosamente, con los ojos rojos, expresión iracunda y sudor mojando el piso era algo que definitivamente llamaría la atención.

Jackson recuerda haber hablado con rabia. El enojo y la frustración casi convirtiéndolo en una fiera. Lo dijo todo, lo que planeaba decir y lo que no. Solo lo dejó salir, ya sin importarle lo que su padre podía decirle o hacerle. Sin embargo, su padre lo escuchó tranquilo, en silencio, hasta que terminó de hablar, solo para decirle:

“Si realmente quieres ser así, no hay mucho más que puedo hacer. Pero al menos haz las cosas bien. Si vas a ser gay, se un gay del que nadie se burle, uno al que nadie pueda lastimar y que no tenga que agachar su cabeza ante nadie. Si vas a estar con un hombre, procura que sea uno que no tenga poder sobre ti. haz las cosa como un Wang. No dejes que ningun otro imbécil te haga sufrir. No crié un debilucho y lo sabes”

Y aun hoy, Jackson todavía recuerda esas palabras. Recuerda como, en ese momento, le dieron una fuerza increíble.

La fuerza para bloquearlo todo. Para no llorar, para no sentirse desgraciado. Ocultó todo lo que estaba sintiendo en alguna parte de su alma y se dedicó a ser lo que su padre decía. Despues de todo, no le faltaba razón. No dejaría que nadie más lo lastimara. No se expondría más. No amaría de esa forma arrojado y desinteresada, eso solo provocaba heridas crueles y profundas.

No lo dudó ni un segundo cuando volvió a China. Ahora era una persona distinta, o eso planeaba conseguir. Se reestructuró a sí mismo durante un par de años. Terminó sus estudios y decidió fundar una agencia de modelos. Su propio negocio, su propio mundo, uno donde él tuviera el absoluto control.

Volver a Corea, sin embargo, fue un paso que le produjo cierto recelo. Aun así, el tiempo había pasado y sus heridas estaban curadas. Se sentían curadas. Otras personas habían pasado por su vida, ligeros y poco profundos, algunos más memorables que otros, pero ninguno llegando a calar muy hondo en él. A veces, Jackson tenía la sensación de que había perdido la capacidad de amar a alguien como habia amado a Jaebum. Lo sentía en esos momentos en lo que una ruptura, ya fuera por su culpa o no, solo le preocupaba por un rato. O cuando, simplemente, los años habían pasado y todos y cada uno de los hombres que hubieron en su cama, llegaron por sí solos. Él no buscó a ninguno, tampoco lo retuvo. Pensaba esas cosas en sus momentos de mayor ocio, pero no le preocupaban. Prefería no amar a ser el único que amaba. Prefería lastimar antes de ser el único que llorara.

Asi que cuando regresó y estableció su compañía, lo primero que hizo fue buscar que habia sido de los chicos. No solo de Jaebum, también Jinyoung y Yugyeom. Sentía que ya nada de lo que había pasado podía afectarlo. Se dijo a sí mismo que sería una forma de dejar ir cualquier rencor que le quedara. Tampoco actuo coml un iluso. Estaba listo para lo que fuera, pensó que sería difícil... pero no fue así.

Resultó sorprendentemente fácil entenderse con ellos. Las cosas habían cambiado después de todo. Ahora todos eran adultos y no había sentimientos inmaduros de por medio.

Chance «JackBeom» ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora