Mundo de Hombres

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Muchas personas dicen que todos tenemos un momento que nos define como personas por el resto de nuestra vida, este es mi momento, y esta es mi historia...

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10 de Marzo del 2012.

Sábado.

19:00

Los motores rugían mientras las luces rojas parpadeaban, la multitud enloquecía esperando que los coches arrancaran, los trabajadores estaban de un lado a otro, moviendo conos, anotando números, midiendo tiempos, poniendo cámaras, tanta actividad en solo unas milésimas de segundo.

Las luces rojas se apagan, y en el pequeño semáforo que se encuentra en la parte superior de un tubo queda en negro, hasta que, de pronto, hay un silencio expectante, no hay gritos del público, no hay radios sonando en la torre de control, solo se escuchan los motores rugiendo mientras todos esperan la luz verde...

...y entonces, llega.

Por un segundo los motores dejan de sonar y el público queda expectante, hasta que se escuchan las llantas chirriar contra el pavimento de la pista y los automóviles salen disparados de la salida, dejando tras de sí marcas de fricción en lo negro de la pista y humo creado por la fricción de los neumáticos contra el pavimento. El público se pone en pie, los guardias de pista corren a sus lugares y el autódromo se llena de vida, se escuchan los motores entregando todo lo que pueden para adelantar al coche oponente, se escuchan las llantas chirriar contra el pavimento al momento de tomar una curva, se escucha a los espectadores gritar con cada recta y cada curva que toman los pilotos mientras siguen el circuito indicado, las tribunas están llenas, la pista está iluminada con focos color blancos, permitiendo ver la renovación que le acaban de hacer, los automóviles van tan rápido que en menos de un segundo cruzan una recta, los trabajadores corren de un lado a otro, tomando fotos, quitando baches de la pista, pasando información a la torre de control.

Y debajo de la Torre de control se encuentra una niña de ocho años, sentada sobre una silla de metal que tiene pintado el logo de alguna marca que ella en ese entonces no conocía, lleva unos jeans de mezclilla que le quedan un poco guangos, una playera de manga rosa con una mariposa hecha de piedritas que imitan diamantes, una gorra del mismo color de la blusa y unos lentes de sol mucho más grandes que su cabeza; hay unas paredes bastante grandes frente a ella, las cuales le tapan la vista, por lo que decide pararse sobre el asiento de la silla para conseguir una mejor vista de lo que está pasando.

Mira a su alrededor curiosa, sin entender la emoción de las personas, de pronto escucha un rugido, viene del lado norte del autódromo; no logra ver qué causa ese fuerte pero magnífico sonido, de pronto los gritos se intensifican y en menos de un segundo ve pasar dos autos frente a ella, tan rápido como en esas películas de carros que veía en la televisión, fue tal la fuerza con la que pasaron que una ráfaga de aire golpeó la cara de la pequeña, haciendo que ella perdiera el control y terminara en el piso con un fuerte dolor de pompis, pero esa niña no le dio importancia a la caída, pues en su mente se seguía repitiendo lo que hace unos segundos había ocurrido, aun escuchaba en sus oídos ese rugido, un fuerte bbbbbbrrrrrruuuuuuummmm pensó ella intentando imitarlo, como podía ser que unas manchas borrosas hicieran ese ruido, se preguntaba ella, pero después sonó de nuevo ese sonido, ese bbbrrrruuuummm así que se levantó rápidamente y volvió a treparse a esa pobre silla de metal, la cual ahora tenía una gran abolladura en el asiento, pero a la niña no le importo, puso un pie, luego el otro y buscó el equilibrio que hacía unos momentos había perdido, y cuando volteó al frente se encontró un coche rojo, tenía muchas stickers de distintos colores y con formas y palabras, era hermoso, la pequeña no pudo quitar sus ojos de él, era majestuoso, tan grande, parecía un monstruo con esas luces delanteras de color rojo que mantenía encendidas, tenia a un lado pintado un número 78, y dentro del automóvil vio a dos hombres, ambos con un casco del mismo color que su monstruo que manejaba y la miraba fijamente, la pequeña se le quedó mirando y le sonrió y el piloto la saludó, piso el acelerador y le regaló una muestra de la potencia del motor de esa bella máquina, bbbbbrrrruuuuuummm, escuchó la pequeña y comenzó a reír mientras veía como el coche se posicionaba frente a un semáforo, y a lado del monstruo rojo se puso un monstruo azul, igual de maravilloso, las luces estaban en rojo, el brrrrruuuuuummmm se escuchaba en todo el autódromo, las personas se emocionaban, la luz roja desaparecía, y ¡PUM! aparece una luz verde y los coches arrancan.

El cabello castaño de la pequeña se mueve en ondas mientras los pilotos la dejan atrás y ella solo queda con los ojos abiertos y una sonrisa en su boquita a la cual le faltaba un diente que el día anterior había caído.

Al terminar el evento, la pequeña se acercó con su madre y su tío, los cuales durante toda la carrera habían estado dentro de pista, corre hacia ellos y les comienza a contar sobre los monstruos rojos y azul que había visto. Sus familiares la escuchan felices.

Su tío la toma en brazos y la lleva dentro de la pista, cuando la baja la pequeña quedó fascinada al sentir el piso tan liso que se encontraba bajo sus pies, mirando con atención encuentra unas marcas en el negro pavimento y comienza a trazarlas con su pequeña mano, camina hasta llegar a una pintura de cuadros blancos y negros, mira hacia arriba y se topa con el semáforo ahora sin luz, voltea a ver a su tío y le hace una seña para que se acerque, cuando lo tiene frente a ella le pide que cuente del uno al tres.

Uno... ella se agacha.

Dos... Bbbbbbbrrrrruuuuuuumm

Tres... sale a toda velocidad y gana la carrera.

Ella era el monstruo rosa y había ganado, ese pequeño monstruo rosa con brillo había ganado su primer rally, y se había enamorado del automovilismo sin poder evitarlo.

Su madre llega con ella y le dice que es hora de irse, la pequeña tristemente comienza a caminar de la mano de su madre, voltea hacia atrás y ve la pista, un destello de luz se refleja en una de las lámparas que están dentro de esta y la luz sale direccionada a su rostro, esto solo dura un segundo, la niña sonríe y sigue caminando, pues para ella, el autódromo se estaba despidiendo con un guiño, como diciéndole: "Nos vemos pronto"

A partir de ese día ella regresó todos los años para ver las carreras de la conocida categoría llamada WRC.

Mundo de Hombres (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora