Capítulo 28

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Sábado 17 de Septiembre del 2029.

02:55

Siento mi respiración entrecortada...

Mis latidos van a mil por hora y los nervios me carcomen por dentro.

Todo el local parece haberse quedado en silencio ante la entrada de mi actual pareja, nadie se mueve y todos están estáticos viendo a la puerta, otros observan el auto que aún está encendido ya que el chico del vallet no ha podido moverse debido a la impresión de tener un tres veces campeón mundial de la Fórmula Uno frente a él.

Y no lo culpo, todos en el restaurante se encuentran de la misma forma; tal vez no todos lo reconozcan por la F1, algunas de mis compañeras se le quedan viendo embobadas, y no las culpo, Charles parece sacado de sus anuncios de Giorgio Armani, lleva un pantalón de traje negro y una camisa blanca de la marca remangada hasta los codos (como normalmente le gusta llevarla y lo hace ver jodidamente bien), trae su reloj, sus anillos, unos tenis muy hermosos color negros, su cabello va algo despeinado dándole un toque de chico malo, su mirada es fría y calculadora mientras observa al rededor.

Hasta que se topa con mis ojos, veo que su rostro pierde cierta dureza y yo me giró rápidamente deseando que con el simple hecho de que supiera que estaba bien decidiera irse y así no me expusiera frente a todos.

Miro a mis amigos frente a mi que no han podido apartar sus miradas de mi novio y les hago señas para que me miren, pero ellos las ignoran, y es que ese es el poder que tiene Charles, es como si cuando entrara a un lugar en el que no se lo esperan lo llenara con un hechizo, haciendo que todos lo miren, lo conozcan o no, porque así es él, su belleza te invita a observarlo, su aura de superioridad y elegancia te hipnotiza, su caminar como si el mundo le perteneciera te intimida pero al mismo tiempo te obliga a admirarlo.

-Por dios, viene para acá.- escucho a uno de mi antiguos compañeros decir y yo comienzo a moverme nerviosa, demonios, desearía poder enojarme con él, pero me avisó que si no lo llamaba se aparecería, y no lo culpo, solo quiere asegurarse que estoy bien.

Estoy tan hundida en mis pensamientos que no me doy cuenta que ahora la mayoría de las miradas en el lugar se dirigen a mi.

-¿Tengo algo en la cara?- les pregunto a mis amigos.

-Pareces gasparin- dice mi amigo y yo entiendo que se refiere a lo pálida que estoy, pero también sé que no es esa la razón por la que los individuos a mi alrededor me observan como si fuera algo que no pudieran creer.

La respuesta del por qué me miran llega unos segundos más tarde.

Siento un jalón en mi brazo que me obliga a voltear con fuerza y lo primero que siento es unos labios uniéndose a los míos, no hace falta que abra los ojos para saber quién es, ese aroma tan familiar nos rodea, esos brazos que me han abrazado y protegido tantas veces los reconozco sin problema, ese cabello que siempre que nos besamos me acaricia las cienes causándome cosquillas está presente. 

Decido no oponerme ante dicho beso, como ya saben me gusta ser dramática a veces; y bueno, si mis ex-compañeros se van a enterar que estoy saliendo con uno de los pilotos más importantes en el automovilismo por lo menos que sea de una manera que me haga ver a mi como una diosa empoderada.

Así que me dejo llevar, rodeo su cuello con mis brazos uniéndolo más a mi, Charles pasa sus fuertes brazos por mi cadera mientras intenta unirnos aún más, yo juego con su cabello mientras permito que me bese como él deseé, Charles es igual que yo, no le gusta hacer muestras de afecto en público ya que nos gusta nuestra privacidad, por lo que sé, que si me está besando es porque tiene una buena razón, así que me dejo llevar, y llega un punto en el que todo lo demás a nuestro alrededor desaparece y solo estamos él y yo, uniéndonos como ya hemos acostumbrado a hacerlo (no lo malpiensen criaturas del señor, no hemos hecho el frutifantástico).

Mundo de Hombres (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora