Capítulo 10.

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Lunes 3 de Febrero del 2027

08:15

Cualquier intento que tuviera de llegar temprano a mi primer día de trabajo había caído por la borda.

Después de quedarme como tonta admirando la belleza de Charles por unos cinco minutos él se arrodilló a mi lado y checó el golpe que dejó en mi frente, al tenerlo así de cerca me puse nerviosa, su castaño cabello caía rebelde por su rostro pálido, sus ojos verdes con café se enfocaban en el punto en el que su puerta me golpeó, sus manos grandes y rasposas tomaron mi rostro para analizar mejor el golpe, y sus labios rosados estaban semiabiertos. 

-Estoy bien, de verdad.- digo dedicándole una sonrisa.

-De verdad lo siento mucho, no vi a nadie y nunca me imaginé que estarías en el piso.- dice preocupado.

-Si bueno, este tipo de cosas siempre me ocurren a mi.- dije riendo un poco, por lo cual el sonrió, y Dios, que sonrisa más hermosa tenía este hombre, sus blancos dientes estaban alineados a la perfección.

-¿Y qué hacías en el suelo?- dice algo burlón. 

-Se me cayeron mis llaves y las estaba buscando.- digo mirando al rededor, veo mis llaves y las tomó para después mostrárselas a Charles el cual rió.

-¿Y las donas? ¿para qué son?- dice mirando las cajas a nuestro alrededor.

-En mi antiguo trabajo siempre llevaba donas el primer y último día de trabajo, además de San Valentín.

-Es tierno.- dice sonriendo. -Pero ya debemos ir al trabajo, sino nos van a dar la regañada de nuestra vida.- dice levantándose y después de hacerlo me ofrece su mano, yo la tomó y me ayuda a levantarme, guardo las llaves en mi mochila y paso a tomar con cuidado las cajas de donas, casi pierdo el equilibrio de las cajas dos veces, cuando de pronto siento unas manos en mis brazos.

-Déjame ayudarte.- dice Charles por lo cual sonrío y él procede a tomar dos cajas. 

Comenzamos a caminar por el estacionamiento hasta llegar a las oficinas principales, veo unos escritorios blancos y detrás de los mismos hay dos mujeres, una de unos 38 años y otra de unos 30, ambas al mirar a Charles sonríen y le dan los buenos días, después me miran a mi y me regalan una sonrisa, yo me acerco a las mismas.

-Buenos días.- les regalo una sonrisa -¿Gustan una dona?- digo abriendo la caja que tenía arriba para que ellas vean la comida y elijan la que quieran. Ambas me miran extrañadas pero asienten, toman una dona cada una y yo les sonrío, me dan las gracias y me pongo alado de Charles, el cual se quedó esperandome -QUE HERMOSO ES- grita mi inconsciente pero decido ignorarlo, vamos pasando por oficinas que están solas y llegamos hasta unas puertas de metal que están cerradas completamente, Charles abre las puertas con la espalda permitiéndome entrar -es todo un caballero- dice mi yo interior, al entrar al cuarto veo un total de cuarenta personas, todos giran sus cabezas a donde me encuentro yo y me miran con confusión, pero su confusión crece aún más cuando ven a Charles entrar tras de mi, de entre la gente veo salir al Señor Barambilla, el cual me mira con enojo, yo miro al suelo apenada porque llegué veinte minutos tarde, pero antes de que cualquiera de los dos pueda decir algo Charles habla.

-Lamento la demora, es que hubo un pequeño accidente en el estacionamiento y por eso nos demoramos.- dice en su perfecto italiano. Yo levanto la mirada y asiento.

-¿Y se puede saber cuál fue ese accidente?- pregunta el señor Barambilla mirándome con recelo.

-La golpee por accidente con la puerta de mi auto.- dice Charles al mismo tiempo que señala mi frente en la cual ya se estaba formando un pequeño moretón.

Mundo de Hombres (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora